jueves, 22 de diciembre de 2011

Síndromes.

Paso más de una hora en silencio. Sentada en el sofá. Enciendo un cigarro detrás de otro. Siento un frío que hace días no me quito de encima. Tengo el teléfono en una mano. Trato de reunir el valor necesario para hacer una llamada, mientras me pregunto cómo es posible haber hecho llegar la situación hasta este punto, tal vez, de no retorno. Soy consciente de que no es el valor lo que no reuno (que también) , si no que soy incapaz de vencer la vergüenza de no haber sido antes persona, de haber mancillado las palabras que alguna vez (entonces, sí) tuve el valor de pronunciar. Y es que es fácil, aunque parezca difícil, a veces, también decir. Ni reuno nada, ni la mucha vergüenza o la poca vergüenza me dejan más que al final enviar un escueto sms, para ver si la vida que hay al otro lado está despierta y emite alguna señal (una más, sí) o acaso duerme. Noto la sangre bombeándome en los oídos mientras espero respuesta. En la espera recuerdo en estos últimos días un sms que llegaba repetidamente, más o menos a la hora en que quien ahora (quizás) duerme salía del trabajo, cosas que en relaciones a distancia quien más quien menos ha vivido y que ayudan a ubicar a la otra persona, a pensarla en algún sitio conocido, compartido, en alguna ocupación mucho más grata que las que por obligación hacemos a diario en un entorno que la otra persona no suele conocer y es difícil de imaginar, pero aún así se imagina.
"Bip Bip" Tras el aviso de entrada del sms, cada día el mismo vuelco al corazón, pero cada día el mismo mensaje: e- Cuenta Open hasta 2% TAE. Siempre disponible. ¡Disfruta viendo crecer tus ahorros! (No se me ocurre forma mayor de disfrute). No sé qué espero tampoco cuando dadas las circunstancias no tengo que esperar nada.

Veo en la televisión una parte de un reportaje. Sale una mujer algo más joven que yo. Es guapa. Tiene Síndrome Químico Múltiple. Una reportera le hace preguntas de noche en una playa casi desierta, situada en algún punto de la costa valenciana. La reportera se tiene que situar detrás y a cierta distancia de ella que está más cerca de la orilla. Las dos casi en línea en contra del viento que sopla tierra adentro, para que de esa manera a Elvira (así se llama) no le lleguen los olores de los distintos productos químicos que la reportera haya podido utilizar en: su higiene personal, el lavado de su ropa, perfumarse, maquillarse, etc. En un momento determinado la reportera pregunta: "¿Recuerdas la última vez que te abrazaron o te besaron?" A Elvira le muda el semblante que se cubre de desolación. Pienso en lo cruel de la pregunta, porque si acaso ella, Elvira, había dejado de pensarlo por un momento, por un solo momento, la reportera se encarga de recordárselo. Pienso también que no me había pasado por la cabeza esa crueldad (una de tantas) con la que la vida le obsequia, asociada a ese Síndrome que no es reconocido por nuestro Sistema Sanitario como una enfermedad. Elvira comienza a llorar. El llanto es breve, pero duele. Responde: "No. No lo recuerdo".

Pienso si se acordará la última persona que la abrazó o que la besó de que lo hizo. Si al menos se acordará de ella. Pienso que debe recordar perfectamente cuando fue esa última vez, (o puede que no, porque entonces no pensaba que iba a ser la última vez de algo), pero para que entendamos que fue hace muchísimo tiempo, dice que no lo recuerda. Pienso que debe quizás recordar el momento, pero no las sensaciones. Me parece una crueldad de dimensiones siderales. Pienso en cuándo fue la última vez que abracé o besé, en cuando fue la última vez que me abrazaron o me besaron. Me echo a llorar porque comienzan a desdibujárseme las sensaciones. Pienso en qué pensará Elvira de gente como yo, que podría abrazar y besar, que podría (a lo mejor) ser besada o abrazada y no lo haga. No lo sea. Me comporto como si yo también tuviera un Síndrome, aunque al mío se le podría poner cualquier otro nombre, me viene así a bote pronto, Síndrome de la Gilipollez Múltiple o de Bloqueo Múltiple. Pienso que el día que Elvira tenga su tratamiento y pueda por fin abrazar, abrazará como pocas personas abrazan. Recibirá los abrazos y los besos con un agradecimiento infinito. Pienso por qué a veces no nos damos cuenta de lo que estamos viviendo, hasta que lo perdemos, de lo que nos regalan. Pienso que cada abrazo, cada beso son irrepetibles. Pienso que solo tengo ganas de plegarme sobre mí, hacerme un ovillo. Pienso que realmente gritaría con mi boca y con mi piel que tanto echan de menos. Pienso, pienso, pienso, y luego nada. Pienso en lo injusto que es todo.

Apago la tele. Enciendo otro cigarro. Permanezco más de una hora sentada en el sillón, en silencio, con el teléfono en la mano, como si eso fuera lo único a lo que aferrarme, como si eso lo único que me uniera a la realidad. Pienso en hacer una llamada. Busco un nombre en la agenda. Lo dejo fijo en la pantalla. Soy incapaz de pulsar la tecla de llamada. Retrocedo en el menú del móvil cuando la pantalla ha dejado de estar iluminada. Busco el mismo nombre en la agenda. Lo dejo fijo en la pantalla. Soy incapaz de pulsar la tecla de llamada. Retrocedo en el menú del móvil cuando la pantalla deja de estar iluminada. Busco tú nombre. No podría enumerar cuántas veces a lo largo de todo ese tiempo. Después, solo un "Bip" suena en algún lugar lejos de donde estoy, puede que encima de una mesilla. Pienso después, que ese sms puede ser recibido como el mensaje de publicidad del banco del que hablaba al principio, con la misma desesperanza, con la misma desolación. Pienso si no hago lo mismo que la reportera, si soy inconscientemente cruel como ella, y si al otro lado han conseguido olvidar o no pensar por un instante, por un momento, por un solo momento, no hago más que recordar lo que lacera.
Me voy a dormir tan indigna tan poco íntegra como últimamente. Sobre los hombros todo el peso de la conciencia, que otra noche es seguro no dejará dormir.

La propia conciencia es lo único de lo que no nos libramos.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Foto.

Veo una fotografía de algo en lo que tú formas parte, inmediatamente en el cuarto oscuro de mi cabeza aparece otra. Se mantiene fija bajo mi frente, detrás de los párpados donde aún permanece. Es la fotografía de una habitación con vistas que en un tiempo podría haber estado en una ciudad portuaria o ser posible en cualquier sitio que imaginaras. La luz tenue de una farola alumbra la estancia. Penumbra en naranjas-amarillos. Dos siluetas apuran lentamente cada una un cigarrillo. Humo. Silencio. Una de las dos lo rompe para leer, sin saberlo, el pensamiento de la otra silueta. Subtitular el momento. Escribe algo en voz baja-minúscula, suena parecido al principio de la descripción de esta instantánea ( ...podríamos estar en cualquier sitio... consciente, ahora, que eso nunca antes se sintió posible). El asfalto de la calle no es la arena de esa playa imaginada, pero tampoco nunca lo pareció tanto. Reconocerse en calma. Enmudecer después cada vez. Tener ganas de llorar, hacerlo en silencio, no enjugarse las lágrimas. Es verano. La ventana está abierta. Hay ruido en la calle. No canta ninguna sirena. Llegan claramente las voces de otros, los últimos noctámbulos. Carreras, risas, algún grito y también alguien llorando igual que tú unos instantes antes. Sonido de coches que circulan por otra calle. En un determinado momento de la madrugada antes del amanecer la ciudad también duerme igual que una de las siluetas...

Enmudecer.
Enmudecer.
Enmudecer.
Querer retener la voz que acaricia segura y cierta.
Retroceder. Dejarse. Deshabitar la calma.
Desear al asomarme a la ventana volver a observar ilusionada los hipocampos.


El corazón Polaroid, saca una y otra vez instantáneas de esa silueta aprendida. Permanecen, ahí, bajo los párpados rojos.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Tal vez.

Tal vez la vida consista en justo todo lo contrario de lo que hacemos, y hay pocos que tengan el coraje de afrontarla como se debería, como si no existiera ese mañana que confiamos (sin pararnos a pensarlo) que sea, cuando en realidad su existencia es tan incierta.

Tal vez si yo no diera por hecho inconscientemente que habrá mañana, tendría el coraje de esos pocos, y sería capaz de deshabitarme a diario de cada uno de los fantasmas que me transitan y se amontonan, sin dejarlos sin solucionar, porque en otro momento no podré hacerlo.

Tal vez sería capaz de hablar transparente, porque lo que sea que diga podría ser lo último, y no podría rectificarme, y eso sería lo único que de mí quedase luego.

Tal vez sería capaz de decir en cada momento lo que siento, aunque a veces ( con frecuencia, con mucha frecuencia) eso fuera como tirar piedras sobre mi propio tejado, porque mi tejado podría no estar mañana (igual que tú, igual que yo) y yo solo pensaría en que se pudiera ver a través de mí, desprovista de cualquier artificio, para que quien sea que esté próximo decida rápido sin ninguna expectativa (porque sabría que no hay más, y tampoco menos) quedarse o irse.

Tal vez así, de esa manera, no me escudaría en miedos, pues el mayor miedo sería saber que ser deshonesta en medio de lo efímero es lo que me pesará en la última hora, que podría ser el mismo instante en que lo estoy siendo.

Tal vez entonces podría aprender a querer, como creo que debe ser hecho ( si es que querer se hace) y no me perdería en esa laberinto de inseguridades sin salida, que no hacen más que alejarme de todo.

Tal vez dejaría de ir con tantos cuidos, que no sirven para nada más que para al final descuidarte.

Tal vez lo realmente difícil no sea saber querer, si no dejar que nos quieran por quien realmente somos, y esto lo dice una valiente, a quien admiro por su entereza, su integridad, su coraje, su generosidad de dimensiones siderales que me emociona mucho y porque tiene un corazón tan blanco que una piensa que es de ella, con ella, con quien tendría que aprender a vivir como si no existiera ese mañana que realmente no existe, que es a ella a quien no tendría que tener miedo de enseñarle lo peor, y con quien quisiera darme la vuelta como si fuera reversible para poder ser quien soy, la persona que vive detrás de esta fachada.

Enfrente de mi lugar de trabajo, hay un Centro Residencial de Rehabilitación en el que viven personas con distintos trastornos mentales, pocas de ellas se han rehabilitado (palabra que no me gusta nada) en el tiempo que llevo trabajando en el mismo sitio, a lo sumo se van y vuelven, siempre vuelven. Muchas de ellas han llegado hasta allí porque nacieron en otra época y no fueron tratadas correctamente, ni farmacológicamente, ni con medios humanos más cercanos (cariño, comprensión, ternura) sobre todo con esto último. No se les dotó de los recursos necesarios entonces para valerse por sí mismas (deterioro psicosocial escribiría alguno de los que allí trabajan) cuanto menos ahora en que ellas mismas parecen resignadas, dan por hecho que ese círculo en el que están por desgracia es su vida porque también es lo único que conocen. No se quejan apenas (más que de banalidades, como la comida) para lo que deberían, porque han aprendido que quejarse o lamentarse no sirve para nada, no soluciona nada. Han pasado su vida de un Hospital Psiquiátrico a otro, de un Centro de Salud Mental a otro, con escasos por no decir ningún contacto con su familia, sin amigos, no establecen lazos de amistad tampoco entre ellos. Son supervivientes. Tienen días malos y días peores. Pasan a verme con frecuencia, a charlar un rato, ellas, ellos no, y hablan de sus vidas o de como se sienten sin cortapisas. En los días peores tan solo buscan un hombro sobre el que llorar, y yo les ofrezco el mío. Me hacen pensar mucho, les veo a diario, conozco la parte de sus vidas que me regalan y aprendo, sobre todo aprendo. Pienso qué pensarían. Lo insignificante que les parecería todo esto que escribo. Pienso si tengo derecho siquiera a sentirme triste cuando soy yo quien decide alejarse de otro hombro que se me brinda. Tal vez, no, seguro, ellas también me prestarían el suyo, y me dirían palabras de consuelo desde el mismo desconsuelo que es su propia vida.

Tal vez, no, seguro me sentiría pequeña como me siento ahora, como me siento cada vez que hablo con ellas, tan pequeña como veo a esa gente que se aparta de ellas como con miedo, y busca en mi mirada reconocer lo mismo que ellas piensan, porque no son capaces de ver más allá de sus narices, y no entienden que personas con mayúsculas no son ellos que desde su púlpito de desconocimiento se atreven a ningunearlas o a llamarlas locas. Yo solo puedo mirarles con pena, porque no entienden, no saben, no conocen ni quieren conocer, y jamás lo harán o sí, si son afortunados tal vez lo hagan y entonces reconozcan en mi mirada la suya, y en mi pequeñez su propia pequeñez.

Tal vez, no, seguro, no lo consiga hoy, ni mañana, y aún consiguiéndolo no seré ni una décima parte de la persona que quisiera ser, pero tal vez pueda mirarme al espejo, reconocerme y sentirme orgullosa de haberlo intentado, de haber llegado hasta ahí, de ser quien soy, sea lo que quiera que yo sea.

lunes, 24 de octubre de 2011

Rucu.

Yo quisiera que el amor no fuera perecedero. No esbozar pasado el tiempo en que caducó, una sonrisa triste, derrotada, de medio lado, por los tiempos que fueron, y dejan de ser. No acordarme con una pena honda de lo que en su día fuimos, de lo que somos ahora. No pensar que no tuve los recursos (y si los tuve no los usé) para que no pasara el tiempo de los cascabeles. No acordarme de los corazones henchidos de amor, de los mil gestos que nos prodigamos. No mirar mis manos, no mirar las tuyas y que me resulten extrañas. No saber dónde fueron las caricias que nacían espontáneas, en qué momento y por qué dejaron de nacer, en qué momento y por qué mis manos se volvieron estériles. No saber en qué momento tu boca pasó a ser una boca cualquiera, una del montón, una más de esas que hablan, comen, beben, ríen, sonríen, lloran, pero no besan. No pensar que en la montaña rusa, un día cualquiera, deja de darte un vuelco plácido el estómago, el corazón se queda estático, da igual subir que bajar y cambiamos la atracción por un coche de choque. No acostumbrarme. No dar por hecho que esto va a ser así siempre. No descuidarlo. No cometer un amorcidio rutinario, sí un rutinicidio amoroso. No acostarme a tu lado, buscar el extremo más alejado y aferrarme a él, a ese borde de una cama (igual que antes me aferraba a ti) como si fuera un salvavidas que me mantenga a flote en medio de la desidia, mientras entre tú y yo un abismo. No tener que preguntarme qué no hicimos, qué hicimos mal, por qué dimos por supuesto que eramos imbatibles, invencibles, que con querernos bastaba para ser en común, que fuimos descuidando el detalle, y en el descuido nos dejamos ir.

Yo quisiera vivir el presente, sin pensar todo eso. Yo quisiera ser más consciente aún de la fugacidad de todo. Yo quisiera erradicar lo fugaz con todo y cada uno de mis gestos, e inmortalizar este amor a momentos. Yo quisiera vivir como si no hubiera mañana, no dejando sin decir, no dejando sin hacer, por el miedo de ir a pecho a descubierto. Yo quisiera si ese mañana llega, no pensar que di por hecho que todo es para siempre, y fue en ese dar por hecho cuando todo realmente dejó de ser.

Y si me preguntas qué es lo que deseo, y si fueras capaz de cumplirlos, te diría todo esto.

miércoles, 12 de octubre de 2011

En círculos.

Me asustan los pensamientos circulares, no saber salir de ellos, no encontrar la salida del laberinto, aunque a decir verdad lo que realmente me asusta es empezar a sentir que existen imprescindibles. Me alejo, como si de pronto solo existiera una barra espaciadora entre tú y yo, y en el absurdo intento de racionalizar todo lo irracional de mi pensamiento, no hiciera más que pulsarla cada vez que fallo, como para ver si mirando con distancia soy capaz de explicarme lo que no tiene explicación lógica pero sí una explicación roja que late. Pudorosa, prudente, vulnerable, frágil no dejo que asome nada de lo que me defiendo, dentro de esta fortaleza que no es tal, sin ningún tipo de convencimiento, sin siquiera querer hacerlo, sin ningún arma más que estas manos en las que duelen las caricias que no serán hoy.

Asumo en medio de todo eso, que una es siempre una sola para tomar decisiones, y que así debe seguir siendo.

Ignoro, tratando de borrar, expectativas que campan a sus anchas y cuando quieren aparecen. !Eh! ¡Tú! Estoy aquí - parecen decir. No quiero que vayan por delante de mí. No quiero que sean la ilusión o desilusión aventajada. No quiero ir a remolque y sí a la par de este presente que se me ofrece.

Me reconozco cobarde (gallina, capitán de las sardinas). Me ahogo en el vacío en el que me envaso en esta noche llena de luna. Y mientras callo, temiendo exponerme, genero incertidumbres que no deberían estar, no deberían ser, porque en medio del miedo, en su centro, sé que lo que realmente asusta es la claridad de reconocerte de esta manera en mí.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Nada

Alguien vuelve del presente, y me ofrece en bandeja de plata sus heridas, que hago mías, sin pudor, tal y como me las ofrecen, desgarradas, abiertas, a bocajarro, directas al corazón como el ni se sabe qué número de amor. Una empieza a pensar que vamos dejando atrás cadáveres, que un poco en eso consiste la mediocre vida, que un cadáver es también una misma, que nunca más saldrá de mi boca que alguien sea lo que sea de mi vida, porque no está en mis manos, ¿qué te crees un Dios?, (sin ninguna duda con los pies de barro), porque no puedo saber que será, ni en qué devendrá la vida, porque todo es temporal, y aún no tengo esa lección aprendida. Del todo a esta nada, pagando peajes.
Si apuestas, si apuestas, es seguro que pierdes. Si apuestan, si apuestan, es seguro que pierden, que el caballo está errado. Y el pasado transmuta en la nada, nada que no fue, que no fue nada es posible, que nada vuelve es seguro. Y en el mientras tanto se nos va la vida, escapando a cachistos por esas heridas.


Y después de todo nada, lo que ya sabía.

martes, 20 de septiembre de 2011

Isla.

Hay muchas ocasiones en que quisiera poseer el don de la palabra: la escrita y la hablada. Con frecuencia me pregunto de dónde viene esta incapacidad mía para hablar de lo que siento. ¿Qué extraño mecanismo produce en mí, un bloqueo de dimensiones descomunales, que de golpe me impide decir? Que me cierra la garganta como si la glotis fuera las compuertas de una presa, el sentimiento fuera líquido y quedara retenido en esta anatomía chubasquero, anegando todo lo que mi pecho alberga: un mar bravo inquieto por salir, que el dichoso mecanismo mantiene contenido, dentro o dónde quiera que sea que esté exactamente todo ese lugar que ocupa.

Hay una isla de signo zodiacal de este septiembre que está trayendo tanto en tan poco tiempo, que una se descubre sobrepasada, sobrecogida, sorprendida, ojoplática a veces, e ilusionada.

Es extraño o curioso también el mecanismo por el que una empieza a pensar en la isla, como si hubiera salido de expedición. ¡Tierra a la vista!. Como si se le hubiera pegado algo de esta tierra de conquistadores, (algo - poco) porque solo quisiera volver a esa isla concreta, y tuviera memorizado de antes, desde mucho antes del descubrimiento, sin necesidad de mapas, astrolabios, sextantes o brújulas el rumbo a seguir, y la geografía de la isla. Como si todo ese tiempo, hasta que fue divisada hubiera estado ahí, y una se hubiera dedicado a navegar sin ningún objetivo o a naufragar de una vez por todas, definitivamente, y entonces la isla que estaba, que tenía que estar, hubiera emergido un poco allí a lo lejos, como haciéndote un guiño imposible que deviene posible, en el justo momento. En el momento en que empezabas a mirar al horizonte.

Una es consciente de golpe que se surcan mares transitorios, por los que se pasa como para aprender, como para crecer, a veces también para decrecer, que nos llevan a otros que estábamos esperando, que albergan islas, que tal vez también esperasen, mientras permanecían o se hundían en otros mares.

Existe una isla, que me habla de mares del norte, de otoños de hojas secas, de lluvia de verdad, que me cuenta su geografía interna con la palabra exacta en cada momento.

Existe una isla que habla con tanta verdad, que una se pregunta si será de este planeta

Existe una isla absolutamente querible.

Existe una isla querencia.

domingo, 28 de agosto de 2011

Las ciudades son con quien las habitamos.

Se acortan los días, igual que se va acortando casi hasta agotarse este tiempo en el que vivo, este presente de franqueza, de realidad, de cosas ciertas, de sentir que todo es posible.

Ir a pecho descubierto como quien no espera nada, como quien hace tiempo borró la palabra expectativa, como si una fuera valiente, como si una fuera. ¡Bang bang!. Impactada. Sin retroceder, sin pensarlo pongo el otro lado del pecho: ahora, dame aquí, digo, al tiempo que señalo con la mano, y sigo avanzando.

La vida que a veces es un melodrama, y otras veces comedia ligera, abre sus brazos, te los muestra: nada por aquí, nada por allí - parece decir - y en uno de esos trucos de magia que generan ilusión se saca de la manga un oasis, en medio del desierto (que ha sido el decorado ajado de un pasado reciente, presente aún) y lo deja caer despacio muy cerca de tus pies. Se te ofrece generoso un refugio sin parapetos, sin arena en los ojos de noche, una realidad en que salvarse, en que volver a creer, en quien volver a creer.

Recuerdas, y sabes que no vas a olvidar que has viajado en el espacio sin moverte del sitio. Un sitio ubicado en una casa en concreto, en una planta de un edificio de un determinado portal, que da a una calle cuesta arriba o cuesta abajo (según el sentido en que se tome), que se continúa con otra calle, hasta ir a parar a una larga y conocida avenida de esta ciudad. Tienes que recordar todo eso, porque hubo un momento en que ese cuadrado delimitado con sus paredes, su techo y suelos blancos, bien, pues ese cuadrado que a su vez contiene un cuadrilátero en el que nunca tirar la toalla, podía haber estado en cualquier casa, planta, edificio, portal, calle, cerca de cualquier gran avenida de otra ciudad, incluso a orillas del mar.

Vámonos al mar - fue dicho unos minutos antes. Y lo conseguimos sin movernos. Dicho y hecho como quien dice.



sábado, 20 de agosto de 2011

El origen.

En la casa-ginecéo se me escapan las angustias, las penas no me parecen tanto aunque sean, consigo sentirme en calma y hasta me dejo mecer. Hay un perro rabioso que deja de estar agarrado a la boca del estómago y ahora le ladra a la luna. Hay un esfuerzo conjunto, sabido, reconocido (por todas) a todas las mujeres de esta casa con el que se superaron épocas. Hay un no cuestionarse en nada. Hay afecto, ternura y cariño. Hay abrazos centrípetos que consiguen reconciliar con la vida. Hay besos, caricias y risas. Hay alguna lágrima fugaz, recuerdos y melancolías. Hay juegos, carreras y cantos con lengua de trapo. Hay sonrisas que abandonan el medio lado para brindarse de lleno. Hay apuestas por futuros. Hay dos que vienen de camino. Hay simple y llanamente vida.
Hoy tendría que decirle a alguien, que sí , soy un ser privilegiado en origen, pero no es ninguna casualidad que hoy pueda hablar de mujeres estrella.

lunes, 8 de agosto de 2011

Deseos.

Alguien esta noche indirectamente me hizo recordar veranos pasados en la infancia, en la adolescencia, en el tiempo en que una empieza a ser una joven adulta. Asociados a todos aquellos veranos, las noches con baños a la luz de la luna, las risas, las fascinantes luciérnagas, el sonido de los grillos, el olor a madreselva, a tomillo. Las noches de cielos despejados de nuevo, y escribo de nuevo porque esa es la imagen, la fotografía que podría ser en sepia después de los años, que tengo bajo los ojos, pegada a los párpados y ahora proyectada debajo de la frente, desde antes del principio de lo escrito. Entre todas esas noches la de San Lorenzo: las Perseidas y los deseos. Los deseos de entonces no sé dónde habrán ido, tampoco sé si se cumplieron porque la vida era plácida, fácil, despreocupada, y se deseaba por desear, agradecía entonces por pudor que los deseos sean formulados siempre en silencio, de la misma forma que se fraguan ahora, pero con más pudor que entonces. No sé si tenemos un cupo de deseos cumplibles, no sé si ya cubrí el mío.

De momento,


lunes, 1 de agosto de 2011

Cómo puños.

Hay verdades que son un puñetazo directo a la boca del estómago, un cubo de agua helada que despierta de golpe la conciencia y hace que se sacuda, un abrir los ojos para dejar de mirarse el ombligo, una vuelta a la realidad tal como es y no esa que tú deformas a tu gusto.

En el sálvese quién pueda se adueñaron de los chalecos salvavidas y saltaron primero al bote, con estilo casi olímpico, los carentes de empatía. Eres oro en ese salto, ¡qué suene el himno de los egoístas!.

Hay verdades que te nublan la vista, que te dejan doblada, sin aliento, casi sin habla, sin ser capaz de boquear por vergüenza palabras, sabiendo que no son gomas de borrar de nata.

Hay verdades que te dejan esperando el justo (no por certero) golpe de gracia que sería más llevadero que asumir ni estar ni haber estado nunca a la altura.

lunes, 25 de julio de 2011

Veraneante.

Andaba en la cueva el sábado pasado por la tarde con más pena que gloria no como es habitual, si no con más pena aún y menos gloria todavía, consecuencia entre otras cosas de una resaca de manual, fraguada a conciencia la noche anterior, una de esas noches que ultimamente prolongo hasta que dejan de ser, hasta que amanece, a sabiendas de cómo será el día posterior, a sabiendas de que seré más consciente que nunca de la existencia de mi cabeza, mi estómago y sin suerte también del corazón ese que trato de ahogar sin ningún éxito, a sabiendas pese a todo eso de que para volver a casa necesito estar anestesiada para que no duela nada en este momento.

Andaba irascible, peleándome esa tarde en especial: con el idioma portugués, con la tranquilidad que caracteriza a los habitantes del país vecino, con esa educación que les acompaña - es imposible sacarles de sus casillas y mira que lo intenté - no en vano se dice por aquí: "Eres más cumplido que un portugués", atendiendo o quitándome de en medio al personal que se dejaba - que era poco - rápido, con la única intención de poder sentarme porque en posición erguida mi cansancio era infinito, porque cansada no soy precisamente un pozo de simpatía, porque con sueño soy presa fácil del mal humor y la impaciencia, porque los zuecos de plástico tan ligeros siempre me parecían esa tarde los zapatos de plataforma dignos de una mega Drag queen y la bata una camisa de fuerzas.

Andaba pues en esas, intentando precisamente andar lo menos posible y en los los ratos que lo conseguí, sentada, conectada a internet: mirando vídeos en youtube, fotos de playas en lugares remotos, visitando virtualmente Islas del Pacífico y del Índico para que se me pusieran los dientes largos o para que no se me cayera la cueva encima, buscando alojamiento para este verano, información sobre escuelas de buceo, pisos en alquiler sin tener claro dónde, - cuando digo dónde me refiero a no saber ni en qué ciudad - , leyendo el periódico, con el chat de facebook conectado y la televisión de fondo . Sí, lo sé, no es precisamente el mío un trabajo agotador.

Hora del telediario de las 21:00: la noticia de la muerte de la Winehouse, los sucesos en Noruega, el resto me pasó desapercibido, después comenzaron con esas noticias o informaciones distendidas, en ese momento se produjo la gran revelación. No sé muy bien sobre qué pretendían informar, pero subí el volumen y alcé la cabeza para fijar la vista en la pantalla del televisor: un chico de unos veinte años largos, vestido con una camiseta blanca de manga corta, con gafas de sol, la piel tostada, de cintura para abajo le supongo un bañador porque la imagen que emitían era la de un busto parlante que contestaba unas preguntas relacionadas con el verano y debajo de su imagen en amarillo, ahí estaba; veraneante. Me hizo gracia, hasta sonreí de lado, al tiempo que me dio mucha envidia, no sé qué más si lo primero o lo segundo, pensé que me encantaría sustituir mi nombre, apellidos, profesión, estado civil, sexo, todos esos datos y cualquier otro por esa palabra, todo el año, siempre. Estoy buscando cuáles serían las palabras equivalentes a ser lo que quiero ser el resto de las estaciones: primaverante, inviernante, otoñante aunque me debato entre esas palabras inventadas o ser siempre, solo y simplemente veraneante, porque me gusta la palabra en sí, cómo suena, porque también me gusta su significado o precisamente por él, y por la actitud de despreocupación ante la vida que debe conllevar serlo siempre.

Creo tener verdadera vocación para la actitud que implica, pero no acompañan las circunstancias, así que me tendré que quedar por ahora con cumplir a rajatabla con el significado literal de la palabra. Algo es algo.

veraneante.
(Del ant. part. act. de veranear).
1. adj. Que veranea. U. m. c. s.

veranear.
1. intr. Pasar las vacaciones de verano en lugar distinto de aquel en que habitualmente se reside.

sábado, 23 de julio de 2011

Remembering.

"And we kissed.... though nothing could fall".
Escrito en la espalda de un abrigo negro.
Lo primero que supe de ti un corto invierno, será también lo último que olvide, este largo verano.

miércoles, 20 de julio de 2011

Escribir cien veces.

No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No seé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer. No sé querer.

Entonces,...
Qué atrevida es la ignorancia.

lunes, 18 de julio de 2011

Certeza.

Leo en algún sitio:
"Estás donde tus decisiones y la ausencia de ellas te han llevado."
Verdad verdadera.

sábado, 16 de julio de 2011

En conjunto....

El tipo ataviado con un vaquero claro y una camiseta imperio que debió ser blanca en algún momento de su vida, la del hombre y la de la camiseta, lleva un rato cantando acompañándose con una guitarra. Es un conocido de un conocido de un conocido que se unió al grupo, él y los otros dos conocidos, a penas le presto atención, no tengo la noche ni me apetecen conocidos de conocidos que al final son más que los que habíamos quedado en un principio, ni mucho menos estoy para tocar las palmas a nadie, aunque confieso que ni canta ni toca nada mal, de repente empieza a cantar...



Y a mí me resulta inevitable buscar insistentemente tu mirada pero estás a años luz y por supuesto no buscas en absoluto la mía, ni tampoco mi persona. No sé por qué me acuerdo de los chica guapa que me decías que me hacían sonreír también por dentro, supongo que por la indiferencia de ahora, y al hacerlo me entristezco porque no sé que te debo parecer en estos momentos, qué piensas de mí, porque es imposible que no pienses, pese a que seguramente esta noche te gustaría desaparecer de mi campo visual o que yo desapareciera del tuyo.

Me entran ganas de despejar dudas, de levantarme cogerte de la mano y pedirte que te vengas conmigo, que quiero viajar contigo esta noche, que quiero ir a ver el mar contigo, que quiero que nos miremos allí a los ojos bajo esa luna llena, porque sé que allí no vamos a poder mentirnos, porque quiero saber si me sigo perdiendo en azul.

Me levanto, pareces adivinar mi intención de dirigirme a ti, te me adelantas con otra intención bien distinta a la mía, te levantas y te vas. Me quedo allí de pie, con ganas de pedirte que te vengas conmigo, que quiero viajar contigo esta noche, que quiero que ir a ver el mar contigo, con ganas de echar a correr detrás tuya, y en lugar de eso pido otra cerveza y comienzo a beberme la noche pero todo es inútil porque es otro el tipo de sed.

...vacío.

miércoles, 13 de julio de 2011

Lau.

Cualquiera con menos imaginación que la que pueda tener por ejemplo la mosca del vinagre - cuatro pares de cromosomas no deben dar para mucho, sin menospreciar conste, que en investigación ha dado de sí lo que no está escrito - sería capaz de figurarse como podría sentirse un alguien si la aparición de otro alguien que ha estado temporalmente ilocalizable(1), parece supeditada a menesteres tangibles, palpables, corpóreos, diré materiales para terminar antes, y no estoy hablando del poderoso caballero, si no de números y papeleos, que al fin y al cabo.

Aunque tengo claro desde hace tiempo que nadie es imprescindible en nada - sí es insustituible una madre por ejemplo, pero no es el caso - en este momento a una no la pueden prescindir temporalmente, no lo digo con la boca grande ni sacando pecho que bastante triste me parece lo que es. No es por eso que no se cumpla lo que he dicho tengo claro desde hace tiempo, porque prescindible como todo y sustituible como casi todo, ya se es.

Podría escribir aquí una larga lista de palabras que trataran de describir pero me voy a quedar solo con una, desencanto, y su larga lista de sinónimos desilusión, desengaño, decepción, hastío, échale tristeza a granel o granizada que es verano y estamos que lo tiramos (¡viva! ¡todo lo mejor al mejor precio!), y bébelo a pequeños sorbos para que no te hiele, (que de hieles se va sobrada), el aliento.

¡Ah!, pero, no te enfades, disgustes, entristezcas, derrumbes, desesperes, descorazones, por favor, no vayas a ser excesiva, contención, no hagas ninguna escena, contención, hay que ser práctica, contención, no apetece e incomoda tan desolador espectáculo, contención, achanta la muy, contención, que ahora lo primero es lo primero, contención, que también parece ser lo más importante, contención.

Ser un ser civilizado con sentido de la responsabilidad es una auténtica porquería, entiérrate en papeles sin opción a la papiroflexia, mientras, deja que fermente todo el contenido, y cruza los dedos para que acuda algún ejemplar de Drosophila melanogaster a ponerse tibia de vinagre, que lo mismo así purgas la pena.


(1)No hablo de imaginar lo que se siente en el primer momento en el que la pobre idiota experimenta pese a todo hasta algo parecido a la alegría, sabiendo que el otro alguien está bien, si no de imaginar lo que se empieza a sentir en el instante en que tras el alivio se amontona de golpe el no entender muchas cosas, como que no se hiciera al menos una señal de humo para quitarle de encima la preocupación, porque el resto de lo que se amontona ni con humo ni con una pira.

lunes, 4 de julio de 2011

La conquista del espacio.

(Re)Descubro que dormir-dormir duermo mejor sola.
Se me pudo perder en el camino la idea romántica de dormir abrazada a alguien, se me pudo escapar el romanticismo por cualquier rendija, se pudieron borrar de la paleta los rojos, o ponerse en stand by el corazón. No voy a buscarle los tres pies al gato, ni entrar en análisis que excusen y no expliquen lo que pueda significar, ni hablar sobre el paso del tiempo, las no siempre plácidas convivencias, ni en lo que siento y pienso o dejo de sentir o pensar al respecto, porque estoy en modo ahorro además de en consumo en espera.

Ser realista es reconocer que duermo mejor sola: duermo directamente. No ser realista es no reconocer otras muchas cosas lo que me sitúa en el limbo por hoy.

Avanzo en la conquista del espacio, venciendo la gravedad del trance circunstancial. En la horizontalización ya no ocupo solo el lado derecho, es curioso porque siempre que he dormido acompañada o que he compartido cama o que nos hemos acostado dos, que han sido muchas más noches (según) días (según) o tardes (según) que no, desde hace ya unos cuantos años, he descansado o no (según) en esa orilla, y los distintos alguienes que acompañaron parecían encajar (temporalmente) a la perfección extendidos en ese espacio, acomodándose en algún momento en esa orilla izquierda que ahora estoy conquistando.
En qué lado de la cama duermes o no (según) podría ser una pregunta para descartar: descarto quién del izquierdo o descarto quién del derecho, sería otra pregunta para formularse (o no, según).

sábado, 25 de junio de 2011

Caras o con un 6 y un 4.

Salir a la calle es como una liberación después de un día que parecía eterno desde primera hora de la mañana, cumpliéndose esta vez aquello de que lo que parece es. Un día en que más de un usuario habitual te ha preguntado: cómo estabas o si estabas bien. Las respuestas han sido más o menos siempre las mismas esforzándote en poner buena cara, en esbozar una sonrisa, qué les vas a explicar cuándo ese tipo de preguntas suelen ser formuladas por educación cuando no hay ningún vínculo afectivo con el otro alguien, así que mientras contestabas pensabas qué cara pondría el/la preguntador/a si en vez de ese simple: estoy cansada, no he dormido bien, alusiones al socorrido calor o el estoy bien de rigor que tratas que suene convincente, le contaras todo lo que te pasa por la cabeza, o todo lo que te pasa directamente, cómo reaccionarían ellos, (les dibujas un O_o en las expresiones, y hasta te hace gracia), en cuyas caras de desconocidos diarios no llegas a apreciar si sus días han sido buenos, si tienen más o menos preocupaciones hoy que ayer o antes de ayer y un largo etc.

Lo cierto es que no hubo nada hoy distinto a otros días, más que esa sensación como de ahogo, esas pocas ganas de todo, de querer estar a solas sin saber muy bien el por qué, y queda descartada cualquier alteración hormonal esas que a veces son un alivio en cuanto a que explican ciertos estados de ánimo o vete tú a saber si son la excusa perfecta para dejar de buscar las verdaderas razones. Hoy sin tener nada en qué excusarse el día se hizo cuesta arriba y reinó el desanimo, ¿y por qué ahora?, si otra vez, (otra vez escrito dejándose caer, como con hastío, como pensando cuántas otra vez más), parece que empiece a encajar lo que por costumbre ,(escrito con desgana), se desencaja.
Y eso es todo.

domingo, 19 de junio de 2011

De suavizante, y preguntas.

Me pregunto si alguna vez alguien, al regresar a alguna de las varias casas que me quedan por habitar, tendrá esa sensación que tengo cuando regreso a ésta, si su memoria al reconocer el olor a suavizante en todo: toallas, voces, sábanas, abrazos, pijamas, besos, cortinas, sonrisas, cojines, le hará sentir que la vida le brinda una de sus mejores jugadas, esa armonía y tranquilad nada más cruzar un umbral, pese al alboroto infantil o también precisamente por él. Es curioso porque de vuelta a la otra casa, no soy capaz de reconocer ningún olor, y seguro que también hay uno que lo baña todo, allí las cosas también vuelven a ser suaves aunque les falta continuidad y sigo sin ser capaz de dormir a pierna suelta en el sillón con mucha luz después de haber comido o en la cama por las noches, eso es algo exclusivo de la casa suavizante, sé que el día que lo consiga todo estará/será dónde/cómo tiene que estar/ser.


Ayer A , que sabía que había venido para no perderme su fiesta de cuatroaños, le preguntó a C nada más despertarse:
- Mami, ¿por qué la tía ese se ha enamorado de una mujer?
- ¿A quién se lo has oído? ¿quién te lo ha dicho? - le preguntó C: A ha visto a ME desde que nos fuimos a vivir al Oeste solo en un par de ocasiones, y de la última ha pasado bastante tiempo.
- A nadie, lo he pensado yo sola. - contestó A.
- Una mujer se puede enamorar de una mujer y un hombre se puede enamorar de un hombre, igual que yo lo he hecho de tu padre - dijo C.
- Yo me voy a enamorar de un hombre y una mujer, porque me gustan los dos - A cambió de tema y siguió a otras cosas.

martes, 14 de junio de 2011

Signos de interrogación.

Hay empresas que son fuente de insatisfacción, de problemas, de quebraderos de cabeza, de sinsabores, de intranquilidades, de demasiados esfuerzos para tan pírricos resultados, y una se pregunta en qué momento hay que poner los pies sobre la tierra y ser realista, en qué momento hay que apearse de las ilusiones cuando el lado hacia el que se inclina la balanza no es nunca el esperado, en qué momento hay que dejar de tener expectativas, en qué momento hay que aceptar que todo el empuje y más no es suficiente cuando todo depende de tantos factores externos, en qué momento hay que reconocer que no todo son las ganas de que algo funcione, en qué momento hay que empezar a ser realmente objetiva y abandonar a tiempo antes de que el empuje, las ganas, las ilusiones y las expectativas sean definitivamente atropelladas.

¿En qué momento?

martes, 7 de junio de 2011

Contiene Medicamentos.

Pasan cinco días como en blanco. El tiempo que iba a ser de descanso es un tiempo cansado en que flexionar por ejemplo un codo se siente como una proeza, para qué decir nada sobre lo que supone articular palabras que se empeñan en arrastrarse, lentas, espesas, inaudibles. El pensamiento ése que a veces agota, también se agota, como estar envasada al vacío. La respiración sibilante contra las marcadas costillas.
Resumiendo, el cuerpo es un escombro, y como dijo aquel: perdonen que no me levante, de momento.

domingo, 29 de mayo de 2011

Azúcar.

Han pasado seis días desde la vuelta a esta tierra extrema y dura (que ni lo uno ni lo otro), suficientes para que se instauren las rutinas de siempre. Los días se suceden, suceden y me dejo suceder ahí fuera con ellos deslizándome en el transcurrir de las horas como si llevara puestos unos patines. Braaarr, braaarr, braaaaaarr más o menos así es como suenan las ruedas al deslizarse sobre el gris adoquín de las calles de este Casco Antiguo. En la cueva suenan distintos: griirrr, griirrr, griiiirrr, griiiiiirrrr, como si chirriaran y amagaran un gruñido, a veces incluso las ruedas parecen cuadrarse. Es en casa que dejan de sonar: aquí está todo como mullido, es como deslizarse sobre algodón de azúcar si acaso, es como el sonido de peta zetas con cosquillas incluidas en el cielo de la boca, los días con hiperglucemia es como levitar sobre terrones de azúcar, porque no hay gravedad y la única ley física que existe es la de la piel que delimita los continentes, ésos que guardan los contenidos.

(¡Qué no me empalago, oiga!, yo que soy más bien vinagre.)

jueves, 26 de mayo de 2011

____

Eficacia digamos que no sería la palabra del día.
Menos mal que los días no tienen más que venticuatro horas.
Encefalograma plano.

martes, 24 de mayo de 2011

The Best...

En el viaje de regreso a casa, pongo a reproducir toda la música del IPod en modo aleatorio. No sé qué tengo ganas de escuchar en ese momento después de haber seleccionado dos o tres grupos que me apetecían, así que prefiero dejarlo al azar y a un volumen moderado que me permita aislarme lo suficiente de los sonidos que emite el autobús circulando por la autovía, de la emisora que seleccionó el conductor, y de los que provienen del resto de pasajeros, (móviles con tonos de llamada insufribles que no dejan de sonar, conversaciones telefónicas anodinas en su mayoría a casi grito pelado que pasan de lo personal a lo colectivo, ronquidos,toses de no nos libramos ni uno, música que hay quien se empeña en compartir con el resto), y a la vez concentrarme en la lectura.

Ahí estoy, sentada en ventanilla, del lado del arcén, sin compañero de asiento, lo que permite poder no llevar las rodillas practicamente clavadas al respaldo del asiento delantero, - doy gracias por poder no salir como un cuatro en la primera y única parada que se hace en el recorrido-, escuchando música, leyendo y sumida en varios pensamientos que de tanto en tanto me hacen levantar la vista del libro para mirar a través de la ventanilla, más allá de esos paisajes que vamos dejando atrás, paisajes en verdes que comienzan a ajarse cediendo poco a poco el cromatismo a los amarillos, los ocres, los marrones, anuncio de un verano cada vez más próximo. En una de esas, de repente una frase de una canción que se ha debido repetir en más de una ocasion, pero que con el ensimismamiento me ha costado reconocer, porque escucho y no escucho la música, me hace mirar la pantalla del reproductor para corroborar el título, que intuyo. No recuerdo cuando la bajé, ni siquiera si la he escuchado antes, ni qué hace ahí, me parece un islote en medio del resto de la música tan dispar, pese a la cantidad de veces que he actualizado, añadido, borrado canciones, creado listas, etc, ésta por una extraña razón permanece. Sonrío, mientras pienso todo lo anterior, porque en el momento en que identifiqué esa frase de la canción me vino a la cabeza un alguien que en los últimos tiempos, esos en los que comía pistachos para tratar de criar sonrisas, me repitió esa misma frase en más de una ocasión, confieso mi descrédito de entonces.

Me paro a pensar en el momento actual, y no me queda otra que al final darle la razón a ese alguien.
Sí, Señora, sí, aunque todo apunte a lo contrario:
Lo mejor está por venir.



... is yet to come.

lunes, 23 de mayo de 2011

Azul.

Con caracolas aún en los oídos, y las suelas de las zapatillas calientes del asfalto de este sitio en el que se desvanecen los grises, al que me trae de vuelta siempre el mapa del tesoro que conforman las sonrisas, risas, bailes, besos, juegos, abrazos, canciones, los pasos dubitativos, un ver descubrir a pequeña escala esta bola del mundo en la que las palabras son dichas con lengua de trapo, y un preguntado en voz bajita, a qué te vas a quedar aquí siempre.
Llegó el tiempo en que los relojes ya no son de arenas movedizas. El tiempo en que transcurrir, ser y estar es plácido.
Tener otro mapa del tesoro que seguir para desandar el camino.
Tener ganas de volver a casa.
Tener ganas de fundirse en azul.

martes, 10 de mayo de 2011

Et voilà!

Erré profesión, funambulista hubiera sido apropiado, por algo no será, y es que a veces los pies se vuelven de barro. Respirar hondo, tratar de cambiar el paso, - como quien dice el rumbo del día, la disposición, el gesto, el ánimo, cómo chascar los dedos y que por arte de birlibirloque desaparezca la crispación, llámame provocadora si consigo dibujar alguna sonrisa - , antes de que el alambre no sirva de apoyo, antes de que los pies no sostengan. Redoble de tambores. ¡Voilà!. Una elipse de extremos mirando al cielo perfila la boca. De funambulista a ilusionista-clown sin entreacto. Qué será capaz de contener la chistera.
En el alambre con nariz de Augusto y la chistera puesta.
Rumbo al Sur.


Via, via...
viene via con me....
non perderti per niente al mondo
lo spettacolo d'arte varia
di una innamorata di te....
Via, via...



sábado, 7 de mayo de 2011

A la que improvisa.

Parece ser que no hay manera de que nada salga a derechas, una trata de seguir siendo optimista, de seguir hacia adelante, tratando de pensar que no, no es mala suerte, que ese tipo de contratiempos le suceden a cualquiera, que es normal, pero a veces cuesta, porque se planea, se programa con ilusión, se sueña con, y ya se encarga lo que sea que tenga que pasar de echar por tierra todo eso. Cosas, como que el miércoles surja un contratiempo y se supere, que el jueves surja un nuevo contratiempo y se supere también, que el viernes surja aún otro más y también se supere ese, que lleves ya tres días de cabeza, y cuando piensas: ya, ya está, ya nada más, imposible que pase algo más, sucedan cosas menos importantes que las anteriores, como que se averíe el coche el día antes de salir de vacaciones, - que por exigencias del guión resulta que iba a ser un domingo, que ya no será, y quién sabe si lunes o martes o cuándo -, y esa sea la gota que termine de colmar el vaso. Y sí, es posible que cualquiera pueda pensar que se pueden buscar alternativas, que tampoco es para tanto, pero una se desinfla de golpe, cansada de tanto en contra, como si le abrieran la válvula de seguridad, y le soltaran una tonelada encima, y le parece que no puede con eso, no ahora, no en este momento, no después de todo lo anterior, que no son solo esos tres.

Que las cosas pasan siempre por algo, tengo mis dudas, y de ser, ese algo no es más que una nueva broma de mal gusto- por no decir putada - de esa que improvisa.

A veces parece que conseguir hacer nada del otro mundo, nada que dependa de múltiples factores, nada que no haga el resto del universo con facilidad, nada que esté al alcance de la mano de cualquiera, nada que sea imposible, sea tan difícil, que dan ganas de hacer precisamente eso, nada, a ver si acaso.

Así que a ti, sí, es a ti, no mires a los lados me dirijo a ti que improvisas conmigo, te digo: olvídate de una vez por todas de mí, que sí, que sé que puedo, pero ya está bien de tanta prueba, de tanta dificultad, de tanta traba, de tanta zancadilla, de tantos sinsabores, de tanto no dar tiempo siquiera a disfrutar de un buen momento, porque a ti, sí, a ti, no pongas cara de yo no fui, no sé por qué extraña razón no te da la gana de que así sea.


¡Qué me quiten las velas negras!

domingo, 1 de mayo de 2011

De pronto Mayo.

Los días sin más, sin plantearse futuros, vivir el presente, dejar que la vida transcurra, pero no dejarse llevar por la inercia que decora de grises, mientras llueve fuera, aunque a ratos sol, se arreglan goteras poco a poco que no se parchean, y algo poco a poco empieza a hacer mover de nuevo el engranaje, sin que nada chirríe, a ratos también como él, como el sol, como si se alimentara de su energía, y ahí vamos, como empezando, como en aquel Mayo de hace media década.

viernes, 29 de abril de 2011

Antojos.

Escribo en modo atrapasueño, esperando o desesperando atrapar el de hoy, pero lo único que duerme son las redes que tengo tendidas, así que la noche se me antoja larga. He estado pensando precisamente hace un rato en antojos. He sido incapaz de recordar en qué hombro tenía mi padre esa mancha de nacimiento. Esa que le cubría todo el hombro, que cuando era pequeña me contaba procedía de ganas de comer arroz no satisfechas, seguramente un gran plato de arroz pensaba yo e imaginaba que por la forma de la mancha, la abuela Julia debió empezar a comer de aquel gran plato con palillos, vestida como Fu Manchú, bigote incluido, y que algo debió pasar que hizo que lo tuviera que dejar a medias aún con ganas. He buscado imágenes en mi memoria, imágenes de todos esos veranos pasados en todas esas playas, mi padre solo flotaba de espaldas - sonrío al recordarlo - , también todas las imágenes de esa otra parte del verano de piscina y montaña, pero he sido incapaz de visualizar si en el hombro derecho o en el izquierdo. Qué cosas, es como si hubiera utilizado Photoshop y la hubiera borrado, me da rabia no tener ese recuerdo claro, que se me desdibujen las imágenes, que no sea capaz de recordar con nitidez, a veces me pasa lo mismo con la voz y el gesto, lo que a parte de rabia me entristece.

He estado pensando también en que hay veces que tengo unas ganas increíbles de comer atún, cuando eso pasa pienso que necesito proteínas o que mi corazón necesita ácidos grasos Omega 3 que lo protejan, un pensamiento absurdo seguramente, pues bien últimamente solo tengo ganas de comer pistachos así como un antojo, un gran antojo, un antojo gigante, y como pistachos compulsivamente. He buscado una explicación igual que a lo del atún - el principio de la tercera noche de insomnio da para todo tipo de pensamientos - he encontrado un montón de información, desde la más absurda a cosas más serias, entre la que selecciono la que explica que en Irán, el primer país productor, son conocidos como pistachos sonrientes por la forma de la cáscara, es después de saberlo que interpreto que lo que necesito son sonrisas, - la apetencia es incontrolable pese al empacho diario - por aquello de que de lo que se come se cría.


Lo de las noches que se antojan largas, ya es otro historia.

lunes, 18 de abril de 2011

Residente.

Vivir en la...




...y no poder sin ella, no poder con ella.

miércoles, 13 de abril de 2011

Oído.


De diecinueve horas despierta, son los cuarenta minutos contigo, tan breves antes como interminables hoy. De esos cuarenta de angustia, tan solo bastó un minuto, ya lanzado el dardo envenenado, inaprensible, sin no retorno, cruzando, rasgando el aire en busca de su diana. Unos segundos tan eternos como prescindindibles, lo que tardaron en hacer vibrar las duras palabras como un puñetazo el tímpano, después imparable la vibración en su recorrido, amplificaron impasibles martillo, yunque, y estribo, a galope atravesó ese dolor aún sordo endolinfa, kamikaze, un golpe seco contra su objetivo, de lo mecánico a lo eléctrico, y ahora sí, es el sonido de tu voz no una alucinación auditiva la que me desequilibra el mundo. Los treinta y nueve minutos restantes apuntalando el físico, había que mantener unas pocas horas más el tipo. Resuena ese sonsonete. Martillo, yunque y estribo.

lunes, 11 de abril de 2011

De lo que tengo.

Tengo una sensación como de abandono, la voz a medio tono. Tengo poca disposición para nada, el semblante serio, las sonrisas dónde están las llaves, matarile rile rile.Tengo como un montón de hormigas andándome por dentro, esa intranquilidad que no puedo sacarme de encima me genera malestar. Tengo dificultad para encarar las tareas más sencillas, y muchos pensamientos. Tengo como un cansancio de años, la toalla preparada para ser arrojada. Tengo que aprender a ni ocuparme, ni preocuparme, si total desbordarse empieza a ser práctica habitual y así estamos de goteras, matarile rile ron. Tengo algo pendiente que hacer antes de que termine el día, como no me es grato no encuentro el momento, pero no hay excusa para dar excusas.

sábado, 9 de abril de 2011

De coco.

Ayer mientras caminaba por la calle sorprendí a los dedos de mi mano derecha tratando de dar vueltas a un anillo que durante mucho tiempo estuvo en el dedo anular de mi mano izquierda, un gesto inconsciente que repetí durante mucho tiempo cuando pensaba o me ensimismaba en algo, me extrañó no encontrarlo donde siempre había estado y casi simultaneada con la extrañeza el recuerdo de que el verano pasado lo perdí, me entristeció recordarlo cómo si lo hubiera olvidado, después toda la historia asociada de golpe, y el echar de menos aquello sin valor material que me trajo el recuerdo de otro verano, de una playa a la que no he vuelto a ir, de todas las sensaciones que acompañaron aquel tiempo.

Pensé en la posibilidad de comprar un anillo idéntico, borré la idea, porque pensé que hay cosas que son tan irrecuperables como insistituibles.

martes, 5 de abril de 2011

Poso.

Mañana a la carrera sacando de apuros a quien tiene por costumbre dejarlo todo para última hora. Está tan lejos de la previsión, - por qué no hacer lo que sabes no te va a quedar más remedio cuanto antes, aunque solo sea para evitar tensiones innecesarias - como yo de la improvisación.

A las 13:30 hora en la que comienzo la jornada laboral oficial en un día como hoy - primaveral como el de ayer, con el que me siento en disonancia, ceño fruncido, cara de pocos amigos, y una actidud más parecida a la de cualquier día de niebla de este invierno sin ir más lejos - sé que el día se hará muy largo porque esa es la sensación que arrastro desde primera hora de la mañana, desde el comienzo de las prisas. Ocho horas y media por delante en las que dudo sea capaz de cambiar el paso, porque de donde no hay no se puede sacar, y aún así tendré que con la vara de zahorí tratar de encontrarme la amabilidad, esa que debe estar en capas más que subterráneas.

Primera venta, cosmética, lo detesto, empezamos mal, la mujer es indecisa, estoy sola, se forma cola hasta la puerta, - no estoy para eso - despejar, quitarme de encima al personal cuanto antes es el único objetivo, como si esto fuera solo hacer caja, que al fin y al cabo,...

(De fondo la insoportable música de Bershka, Breska para la mayoría de los que pasan por aquí, incluido su vigilante de seguridad que viene a comprar todos los días chicles de melón, que odio vender también, estribillos tipo Johny la gente está muy loca, loca, loca, loca,...o cum, cum, cumba, con mi cumba, everybody cumba, cumba, cumba, cumba, y así,pero con el volumen a todo lo que dá.)

Después cosas como alguien con el uniforme del servicio de limpieza del ayuntamiento, escribo el detalle porque con mucha frecuencia no me quedo con las caras, que ayer sin ir más lejos preguntaba (para un amigo, como siempre) por Viagra, porque palabras textuales a su amigo se le queda floja, más gráfico imposible, qué cuánto duraba el efecto, que el efecto se produce si hay estimulación hasta pasadas 4 o 5 horas, que sí, que su pareja le estimula (le ha contado su amigo) pero que cuando va a,... No quise seguir escuchando detalles, no me interesan, cambié tercio y le remití al médico por la receta. Hoy su amigo era él mismo, traía receta, qué cuánto cuesta, tanto, hay genérico que es más barato, se queda pensando hace cuentas mentales, eso lo sé luego, me sale cada empujón a .... dice. Equivoca el cálculo, unos 9€ cada comprimido le aclaro. Pongo cara de nada. Se van su amigo y él sin comprar, dicen que ya volverán, sé a ciencia cierta que de decidirse volverá, no pasará por tener que explicarle a nadie más.

Me quedo con esa expresión neutra, la misma que tengo hace un par de días, con más o menos ceño fruncido, porque lo demás lo de atrás es como si no hubiera pasado, aunque queda el poso, poso sobre poso, y esa sensación de no saber si se está luchando contra ruedas de molino, en vez de rendirse de una vez por todas a las evidencias.

domingo, 3 de abril de 2011

a) vs. b)

La impasibilidad, eso es lo preocupante, no el hecho que la pone de manifiesto, ese que es tan triste como cutre o más cutre que triste. Ir a dormir tarde esperando más allá de la hora en que habitualmente suele llegar, y no tardar en conciliar sueño sin saber aunque intuyendo que esa noche no se presentará ni tampoco a la mañana siguiente, detalle que se consideró:

a) no necesario comunicar

b) necesario no comunicar

No quiere pensar mucho en ninguna de las dos opciones, cree que es peor la opción b) por la intencionalidad, pero no lo tiene muy claro, porque la opción a) es todo un alarde de indiferencia, lo que sí tiene claro es que siente esa misma falta de necesidad de comunicarse en este momento, más como en la opción a), por desgana, por agotamiento, por hastío, pero también un poco como en la opción b), porque siente que con su ausencia los problemas se difuminan, eso sí que es más triste que cutre.

viernes, 1 de abril de 2011

jueves, 17 de marzo de 2011

Callo.

Tres o cuatro días consecutivos con dolor de cabeza, si tensional, si de agotamiento, o si preocupacional no como previo a ocuparse en algo, que de eso voy servida, ¡gracias!, si no de preocupar, pues a esta altura ya ni sé. Súmale a todo eso 25 minutos de un alguien, cambiando el canal de televisión en intervalos de menos de 10 segundos, (t'ho juro), lo que viene a sumar 6 cambios por minutos, unos 150 cambios en ese intervalo - respira hondo me digo - pues no es que ayude precisamente, aunque se me olvida momentáneamente el dolor de cabeza y como me empiezo a poner del hígado es de ese órgano del que empiezo a preocuparme. Será lo único que se ponga.
Evito escribir ciertos pensa-sentimientos que me pasan por la cabeza, a parte del dolor, porque me viene de golpe la imagen en el telediario de hoy, de un mujer japonesa con guantes verdes y abrigo camel, que no pronuncia el nombre de su hijo por si al hacerlo se cumpliera lo peor, no siendo en absoluto comprable yo también callo.

sábado, 12 de marzo de 2011

40 - 8.5

Avanzar un paso,
retroceder dos,
desandar el doble de lo andado,
te sitúas más o menos lejos.
Avanzar dos pasos,
retroceder uno,
desandar la mitad de lo andado,
te sitúas más o menos cerca.
Avanzar un paso,
avanzar otro paso,
y aún otro más,
te sitúas en una quimera.
El presente en tres pasos,
sin botas de siete leguas.

jueves, 10 de marzo de 2011

La Virgen de la Cueva.

Nubarrones,
no hay cornisas bajo las que guarecerse,
el objeto paraguas no existe.
Sentir el agua que cala
será volver a sentirse viva
o preámbulo de The End.
No le tengo miedo a ese frío,
sí al del mientras tanto.
Y mientras, mientras duermes,
recuerdo palabras de hace días.
Todo lo sólido parece licuado,
se pasa de un estado al otro,
en un chasquido de dedos,
nadie dijo que (des)chascar fuera imposible,
ni que el camino inverso entrañara tantas dificultades.
Si después de todo,
todo era para nada,
por qué no antes la nada.
Es irrecuperable la perdida de lo que se era,
signos de interrogación,
ni se gana con la perdida,
ni se pierde con la ganancia,
se pierde con la perdida.
Hay puntos aparte,
puntos seguidos
puntos de inflexión
puntos de fuga
y aún dos puntos:
No llueve todavía
No escribo el punto y final

jueves, 3 de marzo de 2011

Home sweet home.

Te levantas. Hoy tampoco ha sido necesario el despertador después de una noche en que has visto en la pantalla del móvil dar las dos y media, cuatro y media, seis y media - momento en el que decidiste dejar de mirar la hora - minuto arriba minuto abajo, no mucho más. La sensación es de cansancio y todo un largo día por delante.
Vas al cuarto de baño. Enciendes el radiador. Te lavas la cara. Mientras te cepillas los dientes prefieres no fijarte en la imagen que devuelve el espejo, piensas que a este paso en breve será posible que un puño quepa en el oscuro socavón que empieza a parecer la ojera derecha, o que aniden las golondrinas o una colonia de murciélagos, o que estés mutando a mapache, o que en otra vida hayas sido jugador de fútbol americano y aparezca como un estigma bajo tus ojos la pintura negra para evitar ser deslumbrada. Desbebes. Sales del cuarto de baño.
Abres la ventana del salón, sin abrir la contraventana, a esta hora aún no hay suficiente luz en la calle, vives en una planta baja y con la luz artificial sería como estar en un escaparate, el cambio de temperatura en la habitación advierte que hoy también hará frío.
Te diriges a la cocina, sacas la botella de leche de la nevera, desayunas siempre un nesquick frío, eso cuando hay suerte y dispones de los dos ingredientes, a esta hora eres incapaz de ingerir sólido, eso sí esperarás un poco a que le leche se atempere.
Vuelves al salón. Enciendes el primer cigarro del día, piensas que antes este gesto esperaba hasta el mediodía. Conectas el portátil. Te sientas en frente de la pantalla, siempre te levantas con tiempo de sobra, te gusta no empezar la mañana con prisas, abres un par de cuentas de correo, esta dirección, y una cuarta pestaña con la página de un periódico de tirada nacional. Echas una mirada alrededor. Papeles, facturas, extractos, carpetas verdes, post-it naranjas y archivadores repartidos por toda la estancia, como si hubieran sido llovidos, varios vasos y una jarra encima de la mesa baja, un par de zapatillas, unos zapatos que nunca llegan al zapatero debajo de la misma mesa, una botella de Coca-cola en el suelo, un abrigo, un pañuelo para el cuello que desconocen la palabra perchero sobre una silla, por no hablar de las cajas que llevan apiladas meses en la entrada. Llevas un rato pensando que ese desorden que te rodea solo trae más desorden interno y es reflejo del mismo.
Te cuesta disimular que te disgusta, más cuando vuelves a la cocina que habías dejado recogida la noche anterior, farfullas como últimamente todas las mañanas, sabes que es una batalla perdida, así que comienzas con las tareas propias de tu sexo que paradojas de la vida coincide con el de quien llovió todo eso. Los objetos personales que llevas encima o utilizas a diario están perfectamente ordenados, en su sitio, como te gusta, como esperas que algún día no muy lejano lo vuelva a estar todo. Qué ya no sabes si eres madre o esposa. Es el momento de darse esa ducha para quitarse la noche y ese pensamiento de encima, ¿y dejar de ser cuadrada?.

domingo, 27 de febrero de 2011

Que veinte años es nada, pero diez...

Hay diez años sin verse que desaparecen en una coincidencia, como si se fueran por un sumidero. Desencajarse tras la primera visión para rápidamente recomponer compostura, llegar al acuerdo - sin pactarlo - de ser benévolas, quedando el rastro del paso del tiempo en los rostros omitido de la conversación, que por algo habrá sido, que dos se dieron de bruces con la imagen sin espejo de cómo es que te caigan diez años de golpe, sin el día a día que nos acostumbra. Abrir la boca para mentir, mejor callarse.
Hay cosas que no cambian como que siga pensándose la gran seductora y claro, yo la eterna gran seducida, para qué cambiar roles a estas alturas. Total, diez años más no bastarían.

- ¿Qué hubiera pasado si..? ¿dónde estaríamos si...? ¿cómo de distinta sería nuestra vida si...? - pregunta, animada por el vino .
Demasiados condicionantes y mucho punto suspensivo, pienso, mientras no disimulo que te escudriño. Paso palabra.

Tengo que confesar ahora, que en el momento que siguió a aquel empujón que me fue dado, en el que invadí espacio vital, me pasó por la cabeza a velocidad de vértigo la loca idea de besarte, solo para desmitificar de una vez por todas también los besos, pero vértigo no sólo tuvo la velocidad de la idea, y no quise dar alas que de eso sigues sobrada. Quién vuela una vuela ciento, y quién dice vuela dice cualquier otra cosa.
No empezar a contar de nuevo.

domingo, 20 de febrero de 2011

Y si...

...realmente se confirma que nunca nada - ¿o todo? - es suficiente.
¿Entonces qué?.

lunes, 14 de febrero de 2011

Eso era...

Eso era amor
Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
-¿Te gustan solos o con rimel?
-Grandes, respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.

Ángel González.

jueves, 10 de febrero de 2011

Chup Chup.

Vuel(v)o en el tiempo tres años y un día atrás, a un día como el de ayer. Recuerdo que era sábado noche, estrenabas al día siguiente decena y celebrábamos ese estreno junto con la despedida de Madrid, que fue tan solo una semana después. Noche de intenso frío madrileño, aún así de las más cálidas que recuerdo en aquel miniático-cajadecerillas castizo. Noche en la que todo salió redondo. No diré que no soy buena para las fechas, aunque no para todas, selecciono como hace la naturaleza, aunque a años luz de ella y con más probabilidades de errar, pero sería capaz de hacer una reconstrucción milimétrica del acontecer de cada uno de los días /fechas que recuerdo, por supuesto de aquel día también.
Tres años y un día después podría sumar a aquellas cuatro decenas de razones de aquel momento, más de tres por las que no cambiaría ni un día de lo vivido desde entonces, aunque en ocasiones muy próximas en el tiempo, no solo hayan flaqueado las vacas y haya cometido el error de olvidarme de más de una de esas razones. La fragilidad de esa memoria en un pasado casi presente, no tiene nada que ver con la solidez del sentimiento que crece y se enriquece Chup Chup. A veces, con mucha frecuencia, me paro a pensarlo, sé que soy afortunada sin necesidad de que lo pre/diga ninguna galleta de la suerte y realmente no sé ni cómo fue llegar hasta aquí.
Como siempre, hay cumpledías que siento que a quien regalan es a mí.
No va a tener precio su cara esta noche.

lunes, 31 de enero de 2011

Personajes increíbles.

- ¿Conoces alguno?.
- A ver, déjame que piense,...¡Sí!, ¡sí!, te voy a proponer uno, verás:
Conozco a alguien que es capaz de permanecer tumbado en un sillón durante más de diez horas, sin variar apenas la postura, tapado con un manta que remete por los lados evocando a la imaginación cualquier gusano de seda, además no emite ningún sonido, igual que ellos, que los gusanos quiero decir, bueno, no diría toda la verdad si no dijera que se incorpora sola y exclusivamente el tiempo necesario para ingerir alimentos y a veces saciar sed, para volver a tumbarse inmediatamente después, incluso con el último bocado aún en la boca. Es capaz éste mi personaje de tragarse toda la programación de La 1 ¡un domingo! , ¿no te parece increíble?, mostrando incluso interés como si fuera lo más importante del mundo o como si le fuera la vida en ello.
¿No me dirás que no es un buen candidato a personaje asombroso o era increíble? ¿O era que me parece increíble?.
- Parece ser que las dos cosas...
-La otra mañana, por ejemplo, le encontré en la misma postura que le había dejado la noche anterior, podrían haber pasado más de 18 horas.
- Es posible que en breve mude a mariposa. ¡Con la fobia que tienes!.
- No paro de observarle por si noto algún cambio en su anatomía, me tiene asombrada. Estoy buscando recetas ¿sabes?, para ayudarle a seguir con su ciclo natural, que digamos más bien no sigue.
- Uhmm...Se me ocurre así por lo manido Milhojas de Morera a la reducción de Pedro Ximénez con frutos del bosque.
- Lo apunto.
- Bien.
- Lo cierto es que no he visto, ni he encontrado ningún rastro de que haya mudado la piel, en ninguna de las tres ocasiones que debería hacerlo antes de empezar con el capullaje o al menos eso es lo que dice San Google, pero con eso del cambio climático nunca se sabe. A ver para cuando se anima y empieza a producir seda, más de un metro setenta de gusano debe producir mucho, ¿no te parece?, lo que no sé es si debería cambiar el canal de televisión o eso sería contraproducente, no he encontrado información al respecto.
Creo que me voy a dedicar a la sericultura. ¿Me estás escuchando? ¿Qué estás pensando?
- En lo que puede provocar el batir de las alas de una mariposa.

domingo, 30 de enero de 2011

Los días se suceden o suceden sin más.

Relleno tiempos con labores domésticas, como quien rellena un pollo y lo mete en el horno, paralizo pensamientos con el superpoder del orden, ordeno todo, lo que está a la vista, lo que no está a la vista, cómo queriendo ponerme en orden por dentro, - exclamo/pregunto - , trato de aprovechar espacios que son reducidos y escasos, pero me sobran objetos y me faltan espacios, blanqueo juntas de azulejos, lavo sabanas, cortinas, fundas de sillones, cojines y nórdicas eligiendo el programa adecuado eso con lo que no soy capaz de dar en otros asuntos, movilizo-desmovilizo, para volver a movilizar y desmovilizar mobiliario pero no termina de cuadrarme nada, como la vida misma.

lunes, 24 de enero de 2011

La idea.

Estos serían los últimos momentos de tranquilidad, si es que fueran, eso que empieza a ser un espejismo tan espejismo que asusta, demasiadas cosas en el corazón-cabeza, - quinta noche sola - demasiados mal entendidos - sofá cama - demasiadas palabras que podíamos habernos ahorrado sabiendo que son fruto de la situación, o eso creo, o eso espero. In crescendo los segundos de silencio por teléfono, y el In delante de la que empieza por tran.

Tengo poco tiempo para hacerme a la idea de la vuelta de un pasado pesadilla más que reciente, van a faltar horas porque necesitaría la vida entera y ni así, u otra vida distinta a esta, una vida de estreno sin necesidad de alfombras rojas, ni vestidos de diseño, ni zapatos de tacón, ni lentejuelas, pero ocurre que se vive solamente una vez y la realidad me lleva de nuevo delantera. Desmadejada corriendo detrás con dolor en el hígado, una punción en el pecho, y la lengua fuera. Los 50 metros lisos dejaron de ser lisos e incluso 50. La que precede debe entregar el relevo, no porque sea de ley, si no por lenta burocracia, como quien entrega las llaves de un coche la concesión, que resultó accidentada, el seguro solo a terceros, un doble rasante-rasero, y un cambio de marcha cuando son los derechos de otros los atropellados.

Tengo las manos heladas y que comprarme unos guantes de boxeo de lana, porque la vida empieza a repartir.
Ni punching, ni saco, ni sparring.
Ni Dios, ni patria, ni bandera.
Llorando quimeras.

martes, 18 de enero de 2011

Niebla.

De cañón...

La niebla acompañó la mañana, que se podía cortar en porciones, con la facilidad con que se corta, por ejemplo, un queso fresco. Al paso por el puente no se veía el río, ni siquiera las balaustradas. Niebla por dentro. Niebla por fuera. Que aquí no hay chisteras. En el taxi suena la música digamos animada, de una emisora de esas de Fm, interrumpida solo por el anuncio de la llegada del esperado viernes, una locutora jovial, un mundo ajeno...Imagino como para distraerme, las distintas historias de los ocupantes de los coches que siguen nuestro camino, si tienen sintonizada la misma emisora, si van o vienen del trabajo, si salen de viaje el fin de semana, si tienen preocupaciones, si hoy es un buen día, si sienten el mundo como yo en este momento.
El día no rompió, como ahorrándose el tramite, como a sabiendas de que ya lo iban a hacer otros por él. Nadie te prepara para esa que improvisa con nosotr@s, aunque alguien podría haber tenido la delicadeza de advertir. Ahora quítale hierro al asunto como con un imán,- todo ese metal de golpe pegado al pecho- , haz como si no pesara, como que no pasa nada, que el panorama no es tan desolador, que no piensas que esa que improvisa es una alimaña.

...la carne.

jueves, 6 de enero de 2011

Espacial.

Como en una película de ficción con efectos especiales, todo lo que se descompuso aparentemente se recompone.

- Hasta la próxima.
- Adiós. Hasta luego.

Hasta que los afectos especiales ya no sean suficiente, no den más de sí, - de ti y de mí - , no valgan de salvanadas para encontrarnos de nuevo en la misma orilla, será entonces cuando lleguen los otros, los efectos espaciales - esos que nos sitúen definitivamente en distinta órbita - , los destiempos, las no orillas, la ceguera de no verse ni reconocerse en lo que/como seamos, ese al final tener que rendirse a la evidencia porque la realidad está de vuelta y no sé aún cómo demonios encararla.

domingo, 2 de enero de 2011

2 E.

El año comienza con un teléfono mudo
obsesivamente compruebas que:
no está en modo silencio
no sin batería
no se apagó solo
no recuperó la voz cuando lo perdiste de vista.

Que los años empiezan como se acaban
eras una sola en el último segundo del 2010
una sola en el primer segundo del 2011
sola también en los segundos posteriores
- los segundos nunca serán los primeros -.

La única certeza es ese dolor sordo
de esa llamada que no llega
por esperada, por no esperada.

El año continúa con el despropósito
de espadas y paredes
de silencios como cubos de agua fría
de finales inimaginados
de lágrimas derramadas
de no creer
después de todo
nada
mézclalo todo bien
bébetelo on the rocks
de un solo trago
a ver si sirve de anestesia.

31 D - tocada ; 1 E - tocada ; 2 E - tocada y hundida.
A la deriva...