martes, 31 de diciembre de 2013

Lo raro es vivir

"Es que todo es muy raro, en cuanto te fijas un poco. Lo raro es vivir. Que estemos aquí sentados, que hablemos y se nos oiga, poner una frase detrás de otra sin mirar ningún libro, que no nos duela nada, que lo que bebemos entre por el camino que es y sepa cuándo tiene que torcer, que nos alimente el aire y a otros ya no, que según el antojo de las vísceras nos den ganas de hacer una cosa o la contraria y que de esas ganas dependa a lo mejor el destino, es mucho a la vez, tú, no se abarca, y lo más raro es que lo encontramos normal."

Lo raro es vivir, Carmen Martín Gaite.

¡Feliz Año Nuevo!

martes, 24 de diciembre de 2013

What's This?

Doce años después me encuentro donde siempre he querido volver a estar.  No como de paso. No como un volver para tener que irme de nuevo. Estoy en el origen. Estoy en Madrid.
Es por eso que estoy contenta. Porque he dejado atrás el mal recuerdo del primer año, de esos doce, en que faltó mi padre, y no pude venir a casa, a estar con ellas. También he dejado atrás el recuerdo de tener que pedir favores (quien me conoce sabe lo que me cuesta pedir nada a nadie), para poder coger un autobús, un avión o el coche el mismo día 24 o el 31 y regresar, al oeste o al noreste, para incorporarme al trabajo el día 25 o el 1. Eso cuando los favores se dieron. También dejo atrás el recuerdo de cuando no se dieron o no los quise, porque siempre hay alguien que se aprovecha de la debilidad del otro, y por encima de todo está la dignidad.
Por eso este año estoy tan contenta. El año que viene no sé dónde estaré, pero este estoy aquí.
Sé que todo esto son costumbres, educacional, convenciones, lleva siendo así desde que recuerdo, pero a  mí conforme pasan los años me gusta más celebrarnos juntas, no solo en esta época del año. En cualquier otra lo vengo haciendo desde que volví.
Recordaremos lo mismo de todos los años. Contaremos las mismas anécdotas. Reiremos. Cantaremos. Bailaremos. Beberemos y comeremos como si no hubiera mañana. Lloraremos, aussi . Y es seguro que si alguien mirase por un agujero, no comprendería nada, ni disfrutaría incluso en el llanto compartido de un recuerdo melancólico. Lo que viene siendo el surrealismo de las relaciones familiares, y la vida.
Así que, me visto de bonita y me voy a casa de la mamma, a celebrarnos.
 
¡Merry todo, para quien se celebre y para quien no!
 


viernes, 13 de diciembre de 2013

Take this Waltz

Estos días duermo sepultada bajo un montón de ropa. Aunque más que dormir (no duermo mucho), me sepulto, directamente. El edredón nórdico, una manta, y dos colchas, las tres últimas dobladas, puestas una encima de otra. Quedo como el guisante de la cama de la princesa. Creo que me estoy volviendo aún más friolera o que combustiono por las noches desprendiendo todo el calor, para no quedarme con nada.
 
Hoy hace un frío de esos que duelen los ojos. Está melancólico y pensativo el día. Es por eso que se pone gris. Por las tardes la calle huele a leña quemándose. Hace un rato vi como la descargaban en alguno de las casas de enfrente. Las mismas que tienen esos pepinazos de coches aparcados en las puertas. A mí, ese olor y el humo saliendo por las chimeneas,  me recuerda a muchos fines de semana de la adolescencia. Me recuerda a días en familia, a  risas, a piñas, a castañas asadas, a paseos por el monte, a juegos de mesa, a chocolate caliente...  No sé qué es lo que ha hecho el tiempo con esa adolescente que fui, porque hoy pese al recuerdo no cambiaría una calefacción central por nada.
 
Después de la ducha de esta mañana, con agua hirviendo, me quedé nueva. Pero me pica la espalda. El punto muerto de la espalda se sitúa en  esa zona en la que por mucho que te abraces jamás llegas  para ponerte crema. Es por eso que la gente se empareja, por nada más. Es el punto muerto el responsable de todos los amores y desamores.  No sé por qué, durante el contorsionismo, me dio por pensar que he estado con mujeres en cuyos codos se podría encender una cerilla. ¡A los codos te llegas!
 
Hablo con Y. esta mañana. Llegamos a una conclusión. No son las emociones ni los sentimientos lo que nos mueve. Es el picor. Me he reído mucho hablando con ella. El picor nos lleva a hacer cosas que jamás pensaríamos llegaríamos a hacer. Se piensan luego. Es una fuerza sobrenatural, por la que te dejas arrastrar con gusto, para qué vamos a decir algo que no sea. Como si de golpe tuvieras un poder súper (que te lleva a querer),  entre las piernas, que lo ocupa todo. Y tu misión en la vida fuera alimentarlo y compartirlo, sobre todo compartirlo. Solo estáis tú y el picor, de momento. Necesitas la colaboración de terceras personas, que seguramente ya estén en el punto de mira. Entonces esa fuerza arrolladora te lleva.  Te dejas arrastrar y arrastras. Sin conocimiento.
 
Pienso mucho últimamente, en la cantidad de cosas que me quedan por ver. En las que no he visto nunca. No he visto amanecer ni atardecer en tantos sitios... También pienso en la cantidad de libros que me quedan por leer como una misión imposible. En si dentro de mis posibilidades podré seguir leyendo como hasta ahora, con los dos ojos. Pero eso es otra historia.
 
Tengo ganas de que alguien me invite a cenar. Una cena como romántica, pero sin que necesariamente haya amor ni nada que se le parezca. Sin que pique nada, también. No sé, que alguien viniera a buscarme y me llevara a cenar a un sitio bonito, cálido, acogedor. Alguien que me hiciera reir. Soy un estómago agradecido. Si es algo como romántico no creo que nadie me invitara a cenar sardinas, ni mollejas, ni casquería en general: es lo único con lo que no puedo. Eso incluye el foie: casquería procesada. También podemos descartar el marisco, me da pereza. ME, decía que no dijera que me daba pereza comer marisco porque quedaba como un poco vaga. Pero la realidad es que me da pereza, mucho trabajo para comer tan poco y mancharse tanto. Cuando tengo hambre me quiero saciar enseguida, soy muy básica. Así que esa tarde previa a la cena romántica, merendaré. Decidido.

Me envía un whatsapp S. Está en Bilbao. Se acuerda de un viaje que hicimos allí. También yo me acuerdo. Es curioso la prontitud con la que acuden los recuerdos que parecían estar en el último cajón de la memoria. Es sorprendente, a favor de S., que tengamos tantos años después esta buena relación. Que nos queramos de otra manera.

Ha empezado a llover. Auguro una tarde de manta y libro.

Y de esto que me acompaña insistentemente:
 
PEQUEÑO VALS VIENÉS
 
En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hau un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio.
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del "Te quiero siempre"

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en las fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

Federíco García Lorca.
 


No se puede con tanta genialidad. Qué enormemente grandes.


miércoles, 11 de diciembre de 2013

A Pepa, Fran y Konchi

 
lamentablemente.
1. adv. m. Con lamentos.
2. adv. m. De manera lamentable.
 
lamentable.
(Del lat. lamentabĭlis).
1. adj. Que merece ser lamentado o es digno de llorarse.
2. adj. Dicho del estado o del aspecto de una persona o de una cosa: Estropeado, maltrecho.
3. adj. p. us. Que infunde tristeza y horror. Voz, rostro lamentable.

lamento.
(Del lat. lamentum).
1. m. Queja con llanto y otras muestras de aflicción.

lamentar.
(Del lat. lamentāre).
1. tr. Sentir algo con llanto, sollozos u otras demostraciones de dolor. U. t. c. prnl. Era u. t. c. intr.
2. tr. Sentir pena, contrariedad, arrepentimiento, etc., por alguna cosa. Lamento haber llegado tarde.
 
"Lamentablemente no cubre el perfil del puesto.
Muchas gracias. "
 
O lo que viene siendo a Parla a mamarla, vamos. Lo grave es que casi se te salten las lágrimas literalmente,  y no de pena, si no de agradecimiento. Los segundos que han dedicado a responder tu correo te hacen volver a creer momentaneamente en el ser humano, porque eso de ahí arriba es la excepción.
 
Me pregunto si alguno de los, ya, imposibles empleadores, que amablemente contestan (la mayoría de las veces una no sabe si hay un agujero negro en la red, y al muy cabrón le ha dado por tragarse todos los correos que envías, en respuesta a ofertas de trabajo. Inicio de paréntesis dentro del paréntesis (Cada vez puedo menos con la informalidad. Es tan fácil quedar bien como generar un mensaje de respuesta automática en la dirección de correo electrónico que indican, en el que simplemente agradezcan  tu interés. Por otro lado, tampoco ellos, los informales y sus puestos  "cubren mi perfil", sea lo que sea que eso "sinnifique". No sé. ¿Quiere decir que si nos ponemos en paralelo de perfil, sobre la misma línea, y nos enfocan con un haz de luz, como para proyectar nuestras sombras sobre una pared, como para hacer sombras chinas, va a ser solo una de las dos mitades laterales de mi cuerpo la que se vea, porque al no cubrir mi perfil los eclipso o/y al revés o qué?). Fin de paréntesis dentro de paréntesis y de paréntesis en general.
Volviendo al principio del párrafo, lo que me pregunto es, si cuando escriben  "lamenteblemente" saben realmente lo que están escribiendo o lamentablemente no lo saben.
 
Por otro lado, no recomendaría si eres un empresario que pretende parecer serio - otra cosa es que  puede que te la traiga al pairo -, indicar como dirección de correo electrónico de contacto la que creaste en su día para tu boda, lista de regalos de boda o whatever, por ejemplo: pepayfranboda@menudopercalaqueteregaloelmarcodigital.net, porque Pepa, perdona que te diga, pero dan ganas de cortarte la cabeza con la espada de la tarta, y a tu novio, ya marido,  la corbata con una motosierra  y luego deciros aquello de "¡Que se besen!", a ver si acaso. Tampoco recomiendo utilizar la que usas para ligar en Meetic o practicar cibersexo en chats varios, por ejemplo: konchiyuju69@vamosnomejodasnoesserio.com, porque te imagino en la boda de Pepa y Fran, pasando la bandeja con los trocitos de la liga azul celeste de Pepa - la novia decapitada -,  a juego con la ya inexistente corbata de Fran,  moviéndote al compás de "Paquito, El Chocolatero". Podría escribir sobre unas cuantas direcciones de correo electrónico por el estilo que me he encontrado en los últimos tiempos. En todo caso, desearía en el caso de hacer la prueba de  "cubrir el  perfil", que el haz de luz fuera desintegrador, y los suyos quedaran reducidos a cenizas.
 
A todas las Pepas, Franes y Konchis, de este mundo, lamentables representantes del cutre empresariado español, solo  decirles que:
 
 
Y ya que estoy, ¡va por ellos!
 

sábado, 7 de diciembre de 2013

Es fácil desencantarse. Es de las cosas más fáciles. Tampoco sé qué quiero escribir en este momento. Mas que es fácil desencantarse, y que algunas hemos contribuida en la medida, o más allá, a eso del des-.
No sé realmente en qué está basado el amor, pero a veces entiendo que el amor (enamoramiento), no es todo lo que nos mueve. Hay algo que está por debajo de eso, o por encima, no lo sé. Que con la edad cada vez transigimos menos, y aún menos, y aún mucho menos....
La verdad es que, yo, ya no creo. Ni sé si jamás he querido a nadie, en el modo en que he sentido que otra gente me ha querido a mí, o lo que quería era la idea que tenía de ese alguien, que jamás llegó a la idea ni a lo que yo hubiera querido, supongo que igual viceversa.
No sé tampoco por qué tenemos que querernos más allá, y eso lo sea todo.
En el cumpleaños de J. nadie se planteaba nada, a veces, es chungo tanto tiempo libre para pensar, otras veces con menos tiempo ya se lían pardas, otras tampoco termina de solucionar una los grandes misterios de la humanidad, para qué.
Yo, solo quisiera, ser capaz en cada momento de diferenciar una atracción física brutal, y no confundir eso con cuentos de amores en rosa. Siendo que considero que las atracciones con chispas electrices son aún más difíciles de encontrar que esos amores lánguidos. Pero tampoco se pueden perpetuar.





domingo, 3 de noviembre de 2013

"Que no se me acomode el amor pa cuando estalle"


Ahora solo tengo en la cabeza el título del post (y la canción de la que sale). No quiero que se me olvide nunca.

Alguien me regaló el pedir un deseo a un pozo. De golpe todo se llenó de rosa o rojo o no sé, del color que quiera que tenga el amor, que no sé por qué tiene que ser uno de esos dos. Me ha debido pillar un poco a lo Candy Candy. A mí el amor en naranja o amarillo chillón, ya me gusta o me gustaría. Después del cromatismo aprendido, me vino a la cabeza la imagen del corazón de gominola del vídeo (uberCandy Candy), de ahí que ahora solo tenga eso. Un poco después me salió la virgo racional. Pensé en desear trabajo (WTF?. Con lo a gusto que estaba yo, como flotando, sobre algodones de azucar rosas). "No seas seta", me he dicho. He tratado de recuperar el primer pensamiento, pero ya estaba en modo níscalo.

Es cusioso que lo primero en que pensara fuera  amor o no tanto, al final es todo lo que buscamos y lo que nos mueve. No pensé en amor de un modo genérico si no más bien en las sensaciones que produce el estar enamorada, es decir, más genérico todavía. No sé explicarlo. Cuando se siente no se piensa, el problema es cuando se empieza a pensar qué se siente. Puede que con los recuerdos se me haya hiperactivado momentáneamente el núcleo caudado (una de las regiones más primitivas del cerebro. Ahora visiono mi núcleo caudado vestido de troglodita), y haya dejado de funcionar mi corteza prefrontal (a esta la veo en la cola del Sepe, esperando su turno. ¡Fuera seta!). En esas circunstancias cerebrales debería hacer el amor con mucha frecuencia, pero no me ha dado tiempo. Para otra vez, si eso.


martes, 29 de octubre de 2013

El zarandeo


zarandear.
1. tr. zarandar. U. t. c. prnl.
2. tr. Agarrar a alguien por los hombros o los brazos moviéndolo con violencia.
3. tr. ajetrear.
4. prnl. And., Cuba, Perú y P. Rico. contonearse.

contonearse.
(De cantonearse).
1. prnl. Hacer al andar movimientos afectados con los hombros y caderas.

He escuchado esta canción, en realidad, es esa parte en que dice  (el resto de la letra me sobra): 

Cuando paso por tu puerta
me echo pa'lante me cojo el pelo
pa'que veas mi cara guapa
me zarandeo, yo me zarandeo
y el aire de tu ventana
ya me conoce me manda besos 

la que me ha dejado prendada del movimiento de la imagen que se ha conformado en mi cabeza nada más escucharla. Debe ser por el punto carnal que le pongo. No yo, si no a la imagen o yo a la imagen. Da igual. Que me gusta. Por cierto a mí Remedios Amaya, me recuerda al Oeste . Ese Oeste que dejé hace más de ocho meses. Aún estoy por encontrar el Norte en el centro.




Hoy, en este momento de hoy, estoy de este talante, y lo prefiero a estar pensando en otras cosas que me hacen crear imágenes más estáticas que borro como si tuviera en la cabeza una "Megasketcher". Lo bien que nos iría tener instalado un mecanismo así de sencillo para tantas otras cosas. Lo que viene siendo un zarandeo mental, pero esta vez sin contoneos.

miércoles, 16 de octubre de 2013

"Con la pluma de una gallina y la tinta de un calamar"

(Amor verdadero)
"¡Ay, mira, mira, mira! Lo mucho que te quiero.
¡Ay, mira, mira, mira! Cariño verdadero"
(En realidad, no importan)
"Tú me escribes por las esquinas."
¡Qué maravilla, qué maravilla!"
Evolución/Involución del amor.
Caminos de doble sentido.










¡Se acabó!

lunes, 16 de septiembre de 2013

La merda se'ns menja

Vuelvo de hacer una entrevista de trabajo en un barrio de Madrid que rima con fugaz. Nada que ver con lo que me ha parecido el viaje hasta que he llegado allí.
En una de las calles principales de ese barrio, que tiene por nombre algo que podría tener que ver con la venta de vino, solo hay centros de estética y peluquería. Cuento siete, en apenas cincuenta metros, a ambos lados de la calle. Con nombres preciosísimos y muy inspiradores, todos ellos. Tanto que me han dado ganas de hacerme las cejas y dejármelas como un hilillo, pero no tenía tiempo. ¡Cachis! En esos cincuenta metros un único bar, con un sistema de extracción de humos que no funcionaba e imagino que los filtros de la campana  más sucios que el palo un gallinero. Lo que me hace desistir, a pesar de la sed, de entrar a tomar una Coca cola. No es plan de llegar oliendo a fritanga. Además, después de la experiencia como hostelera consorte, no me quedo en ningún bar en el que huela a comida. No lo soporto, directamente.
 
Posible empleadora, tiene 4 o 5 años menos que yo. Ha debido de comprar la gallina de los huevos de oro, calculo que, hace 2 años. Es posible que ahora empiece a respirar un poco (que no creo), o ha decidido que realmente no merece la pena dedicarle, a diario, a la gallina trece horas y media. (La gallina es de horario ampliado). Es un caso más del: "Cuando se tiene tiempo no se tiene dinero y cuando se tiene dinero no se tiene tiempo". Yo ahora me encuentro en la primera parte del entrecomillado, una mierda, vaya. Total, que posible empleadora, en adelante PE, busca a alguien que piense que va a heredar el negocio. No solo que lo piense si no que se lo crea, que lo visualice y se dedique en cuerpo y alma a él.  Tal y como lo debe hacer ella. Le digo que sí, claro. Que soy lo que busca. Al tiempo que pienso que lo que pide tendría que pagarlo y no ceñirse solo al convenio, pero bueno, es lo que hay. Y de ser, tampoco es que quiera estar toda la vida siendo futurible heredera sin herencia. Que me "fustro".
 
En la conversación PE (me dará la contestación en una semana porque hay otros candidatos dispuestos a heredar), saca a colación el número de CV que le han llegado. Calcula, así por encima, que el mismo día que puso la oferta unos 90, y en los días posteriores hasta hoy, han podido ser unos 200. Lo que no es mucho si se compara con los mil y pico que optan a otro tipo de puestos. ¡Una posibilidad entre doscientas! ¡Wow! Comenta PE, que entre esos 200 hay un porcentaje  elevado de personas que han terminado recientemente sus estudios, y se ofrecen para trabajar sin cobrar. Vamos, gratis. ¡Qué me lo quitan de las manos! Y es ahora que todavía no sé describir bien la sensación que me produce saber eso. Me resulta: ¿indignante? ¿humillante? Preocupante. ¿Es realmente necesario? ¿Y cuándo tengan experiencia? ¿se ofrecerán para trabajar por cuarto y mitad de lo que marque el convenio? Pan para hoy y hambre para mañana para todos. Si yo fuera joven, si no cumpliera 40 años mañana, no me lo pensaría dos veces y me iría a Inglaterra, Irlanda o a Chile, en este último he descubierto recientemente que hay una elevada oferta de trabajo en mi sector. Y si no tan lejos, también se puede ir una a Barcelona.
 
Los propietarios de las gallinas de oro se han ganado a conciencia la fama de peseteros que tienen. Práctica generalizada, al menos en Madrid, era hacer contratos en prácticas por 40h semanales además de las guardias (a veces incluso nocturnas),  con salarios que no llegaban a los 700€. Pasados los dos años, despido y un nuevo contrato en prácticas para otra persona, y así en un bucle miserable sin fin. Es por eso, entre otras cosas, que yo sí emigré a Barcelona. Y a saber, si gracias a todos los que no juegan limpio, no termino en Chile dándole al Pisco Sour como si no hubiera mañana.
Si yo fuera una PE, es posible que pasara por encima, incluso con asco o como con grima (me faltan recursos para describir la sensación que me produce este hecho que se está dando, y que deviene de todo lo mal que lo han hecho otros) sobre esos ofletones o tal vez me daría pena. Sí, también me daría pena, pero no tanta como para conmoverme pensando en las historias que hay detrás, si no más bien en la falta de iniciativas. Lo mismo a los PE del cutre empresariado español, lo que les conmueve es pensar en cuánto pueden engordar la gallina a costa de la desesperación, y lo demás les importa un huevo.
Pues eso, que se nos come la mierda como al palo del gallinero.
 

domingo, 21 de julio de 2013

Watermelon

Me encanta comer sandía mientras llueve. Lo he descubierto hoy. El olor a tierra mojada, el sonido de las gotas contra el suelo, el contraste de colores; la pulpa roja sobre el plato blanco y después, ese sabor ligeramente dulce y tan refrescante en la boca. Me he sentido bien. Son cosas pequeñas las que me hacen sentirme así últimamente. No son muchas las que lo hacen, pero sí que de tan insignificantes me pillan por sorpresa.

Me he hecho a vivir con lo justo. Descubriendo de cuantas cosas puedo prescindir: cuántas me son innecesarias y cuáles son imprescindibles.  No ha sido por gusto. No es que de golpe profese la austeridad como medio para llegar a otros planos superiores en los que esté por encima del bien y del mal. Es que la vida viene así. La obsolescencia de los pequeños electrodomésticos parece ser que estaba programada para la misma fecha. Así que no tengo televisor, ni secador, y he tenido que comprar otra plancha porque para mí eso forma parte de las cosas que son imprescindibles. Ya ves. Antes muerta que arrugada.

Empiezo a pensar en mí más que en nadie, a excepción de en mi familia. Al fin y al cabo soy lo único que tengo (el resto es todo como prestado y transitorio)  y me tengo que durar mucho, aunque a veces no me aguante. Así que tendré que llegar a la mejor versión de mí. Y en eso estoy.

Ayer estuve en casa de C., celebrando un multicumpleaños. El de A., J., y L., que cumplían o han cumplido este mes 6, 39 y 41 años, respectivamente. Me pregunto qué es lo que hace que E., C., y T. (mis hermanas) lleven con sus parejas que son unos hombres maravillosos  7, 12 y 13 años. Les pregunté también a ellas. Me hablaban de momentos complicados también en sus relaciones y de las expectativas que se pone en alguien, de si es posible que las mías hayan sido muchas. Creo que no es nada de eso, pero aún estoy por encontrar respuestas. Mi cuñado A., me habla de momentos, de que ahora lo veo todo así porque puedo no estar en uno bueno, pero que los buenos llegarán y veré las cosas claras. Yo le creo porque quiero creerle, porque me va bien hacerlo y porque nada es para siempre. Eso último, cada vez, lo tengo más que claro.
 
Aprendo, porque los niños me enseñan, los nombres de los personajes de los dibujos animados de ahora y algunas de las canciones de esos mismos dibujos. Esta (perdón por el pegote ahí en medio, pero he sido incapaz de reducirlo a la barrita de youtube) me hace mucha gracia porque le pongo cara y música a la que yo llevo. Así, me río de mí y de la mochila. No así de mi conciencia ni de que no haya nada en la mochila para nadie.
 
Sigue lloviendo. Caen las gotas de lluvia con una cadencia lenta, con cuidado, con delicadeza. Como siempre tendrían que ser todas las cosas. Como siempre tendríamos que hacerlas. Se ha quedado una tarde otoñal. Me gusta. La calle está así, tranquila y desierta. Como a la espera de que algo grande ocurra. Como a punto de que alguien emprenda un viaje en ese coche. Igual que yo, hacia mi interior.
   

 
Hoy he leído que mañana Venus entra en mi signo. Miedo me da. De verdad, por ahora que se quede en la puerta.

Me gusta esta canción y bailar. Bailarla. Me gusta mucho bailar (otro de mis imprescindibles). Bailar sola como si no hubiera mañana, porque nunca se sabe. Y poco más.


jueves, 18 de julio de 2013

Ninonino ninonino.

Quedo con T. a tomar unas cervezas  a las seis de la tarde. Porque T. tiene un hijo de 16 meses y medio (mi sobrino) y es entonces o no es nunca. El niño, S., es como un superbebé gigante (cortesía de los genes B) y además es muy simpático (cortesía de a saber qué genes). Nos tomamos cuatro jarras de cerveza, bien fresquitas, y ya estoy piripi. Pero me tengo que volver a casa, por el cash y porque aquí no conozco a nadie y además porque los bebés tienen horarios. Total que aquí estoy sola, de solemnidad.

Me viene, recién llegada a casa, el pensamiento que tuve en algún tiempo, tampoco no  muy lejano, de ser madre. No lo seré nunca. Porque coincidiendo con aquel tiempo (el del pensamiento de la maternidad) hice  prácticas durante más de seis meses con un adolescente con un Trastorno Disocial diagnosticado, más todo lo que tenía por diagnosticar ( hay ciertos psiquiatras que se niegan a encasillar antes de que cumplan los 18), y a mí se me quitaron todas las ganas. CR15, que este año, será CR18 (carne de cañón). Está en un centro de cumplimiento de medidas judiciales para menores. Se hizo todo lo que se pudo. Al  menos yo lo hice, con los recursos que contaba. Hasta que tuve que empezar a dormir con la puerta de la habitación cerrada (con muebles que la bloqueaban, como en una película de seria B),  y algo que pudiera protegerme, debajo de la almohada, porque temía por mi integridad física, la psíquica ya era otra cosa y asunto mío. Entonces pensaba que se me estaba yendo la cabeza. A posteriori (un par de años después), supe que no era yo la única, y que las cabezas... a veces deberían rodar, por el bien común, pero resulta que son libres.
Si alguien me preguntara si, en realidad, viví aquello, tal vez lo negaría aunque fue así. Una pesadilla no soñada.
Total que Dios o whatever, te concede lo que pides para que dejes de pedirlo. Y es por eso por lo que ya no pido nada más.

P.D.1: Sigo echando de menos bailar como si no hubiera mañana. Y me encanta la cerveza. Echo de menos cosas que es posible que nunca sepa cómo serán, porque nunca me dé el gusto de vivirlas. Me pregunto, entonces, cómo es posible echar de menos algo que no haya vivido. ¿?

P.D.2:  Me entristece mucho la perdida de todos los que un día me fueron afines y los pienso (a ti también), pero el pensar es como el creer, no es cosa cierta.

A esta hora me liaría en un mano a mano con cualquiera que quisiera escucharme.

P.D.3. Pienso en el mar y en veranear. En ser veranenante. En caracolas. Olas. Azules. Arena. Mar.

¡Salud!


miércoles, 10 de julio de 2013

Pájaros.

La gente no cambia. No cambiamos. Eso forma parte de las cosas que son así.
Cada vez hago peor los cigarrillos de liar.
Con todo lo que no he sido capaz de gestionar antes, me pasa como con los cigarros, que cada vez lo hago peor.
Confiamos. Una y otra vez confiamos.
La primera vez que te engañen será culpa del otro, las siguientes serán culpa tuya.
Si hay algo a lo que antes no supiste ver la parte positiva, con el tiempo no se la verás nunca.
Las no virtudes lo son siempre, con las virtudes ocurre lo contrario, a veces dejan de serlo. Es como con los lunares que se transforman en verrugas.
El tabaco de liar por la mañana, no me quita el mono de nicotina, tampoco por la noche, pero entonces, como ahora, ya estoy muy cansada y casi todo me da lo mismo.
Contemplo la posibilidad, si no tengo suerte, de terminar trabajando en el extranjero. Me da pereza estudiar inglés por enésima vez, pero como con la nicotina, por las noches lo de irme fuera también me da lo mismo.
No llevo bien vivir en el quinto.
Pienso en los distintos yo que he sido, con cada una de las personas que han estado. Como si fuera de personalidad múltiple, que lo mismo. Me vuelvo a olvidar de los sueños. Hay personas con las que nunca los tuve, otras alimentaban mi imaginación y mi alma para soñar, para que asomara ese otro ser yo que, en realidad, nunca me atreveré a ser del todo o a ser yo simplemente.
Me da la risa cuando contesto en Infojobs a una oferta de trabajo para Inditex, por el tema de, si se da el caso, justificar la búsqueda aún más activa de empleo al SEPE y que no me roben un mes (desconozco a partir de qué número de currículum enviados comienza la actividad). Me imagino como toda una apasionada de la moda, cuarentona, con un pantalón corto, muy corto, estilo "chochero", trabajando en "el Breska", eso si acaso me caben.
En general, no quepo en mi de glamour.

Todo a propósito de haber leído, por ahí, algo parecido a esto: "Tenía muchos pájaros en la cabeza, pero nunca volaba"

Me gusta mucho la gilipollada de esta canción.


sábado, 22 de junio de 2013

Atonía

Últimamente todos los días son iguales. La única diferencia es permitirme no poner el despertador los sábados y los domingos. Con lo que consigo despertarme aún más temprano.
 
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E.
 
Ayer mantuve una conversación con ella. Buscó un momento en que yo había salido a fumar a la terraza, en casa de mi madre, para decirme ese tipo de cosas que no nos gusta oír a nadie. Que E. desapruebe alguna de las últimas decisiones que he tomado en mi vida, es algo que me disgusta. Pero también es necesario que alguien deje de darnos palmaditas en la espalda como si todo estuviera bien, siempre, para recordarnos esas cosas que no debemos olvidar. Me removió, como si con sus palabras-batidora se me hubiera montado una clara a punto de cualquier cosa aquí dentro. Una clara montada enorme, espesa, cierta, que ahora lo ocupa todo y no me deja pensar en otra cosa que no sea todo lo que me dijo. Sé lo mal que lo pasó poniéndome la realidad sin adornos sobre una bandeja. Esa realidad que se me hace bola, si me paro a pensarla. Quiero muchísimo a mi hermana E.
 
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Constato en mis propias carnes (que cada vez son más dada la inactividad), que el panorama laboral es desalentador. En realidad, puede ser que lleve un mes y medio tomándome en serio el tema. Ocurre que una no es realmente consciente de cómo está todo hasta que no lo vive en primera persona. Una piensa: bueno me quedo en paro, pero "porque yo lo valgo" tardaré nada y menos en volver a encontrar algo. Tal y como ha pasado las otras veces: primer c.v. enviado, primera entrevista, y contratada.  Los otros, el resto, esos otros casi seis millones de personas que se encuentran en las mismas circunstancias, es que no lo valen. Es un pensamiento muy feo, pero que venga alguien que se quiera medianamente, y me diga que no ha tenido el mismo pensamiento en estas circunstancias. Pues bien, eso no es así. No es cuestión de que tú lo valgas o no lo valgas, es que hay casi 6 millones como tú. Tal vez con más formación, con más experiencia, con menos años, más altos, más guapos, más simpáticos, más litos, más inteligentes, más espabilados, con más recursos, con más valía y, de nuevo, con menos años. Es por eso que me saca de mí leer según qué en algunos sitios.
-  ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Soy el planeta Tierra, como no bajes de la nube de ignorancia en la que flotas el morrazo va a ser chico.
 
Me da miedo el futuro, y estoy enamorada de Ángela Molina y Coque Malla.
 
 

martes, 5 de febrero de 2013

- 10.

Luz de tarde
Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio
tornar a esta instante
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.

Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...

Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarmen,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.

(José Hierro. De “Alegría” 1947)


Hoy he estado enseñando el piso a posibles inquilinos. Todo para que me devuelvan la fianza cuando me vaya, aunque no las tengo todas conmigo.

Ha sido extraño. Sé que me voy. Que la semana que viene ya no estaré aquí. Es una decisión propia porque me podría quedar perfectamente. Y aún así se me hace un poco (mucho) cuesta arriba. R. me dice que soy muy de costumbres. No creo que se trate de costumbres si no la certeza de que cuando cierren esta puerta a mi espalda, en ese momento, habrá terminado una etapa de mi vida que comencé pensando que las cosas iban a ser de otra manera. Y como al mismo tiempo he sido incapaz de hacerlas de esa manera allí donde voy.

Por la tarde vino un chico joven, guapo, tímido; se movía con pudor como si invadiera mi intimidad. No tendría más de 30 años, si es que llegaba. Le acompañaba un tipo de una inmobiliaria, que era la primera vez que veía la casa y se movía por ella con más soltura que yo misma. A veces, no soporto a esa gente tan desenvuelta, cuando de la desenvoltura se salta un escalón y se pasa a ser caradura. Esta fue una de ellas. El chico guapo habló de venir a vivir con su pareja. Me dio pena pensar que del mismo modo habité yo la casa. Comencé a imaginar su posible vida aquí. No sé. Me dio por imaginar todas las vidas que se han desarrollado y se desarrollarán entre estas paredes. En la ilusión con que se habita con alguien una casa por primera vez, en los proyectos, en los planes, en los sueños. En como, luego, todo eso se trunca. En el eco de las risas, en la complicidad. También en el silencio, la tristeza y el desconocimiento.

Cuando preparaba la gran mudanza, encontré notas de otra época que no sabía que conservaba. Incluso alguna que vino de Madrid. Estaban guardadas en los sitios más insospechados, y aparecieron entonces. Notas con pros y contras de venir a vivir aquí, por ejemplo, y otro tipo de notas más personales. Hacía daño leerlas porque lo que habían escrito en ellas fue verdad absoluta, y mi credo. Después de eso, una piensa, muy seriamente, en no volver a escribir nunca más nada - a nadie - relacionado con los sentimientos. Da miedo leerlo pasado el tiempo. Es como caer al vacío de lo deleble.

viernes, 1 de febrero de 2013

El último que apague la luz.


Ya he hecho la mudanza. Los enseres han ido de avanzadilla. La casa, esta casa, se ha quedado casi vacía apenas lo básico para vivir. Me siento aquí en el sillón beige ( en el que apenas me he sentado o tumbado el tiempo que he vivido sola), miro alrededor y ya no reconozco este espacio como mi casa. Ni mucho menos como la casa que un día no habité solo yo. Es extraña, muy extraña la sensación. Extraña y liberadora.
De ayer a hoy he aprendido que los muebles abrigan. Hace más frío aquí que antes de ayer, por ejemplo. La casa tarda más tiempo en calentarse, eso sin que las temperaturas en el exterior hayan variado. Pienso si no será un poco el frío que, a veces, cuando repaso cómo ha transcurrido el último año y algo más de tiempo antes de ese último año, siento. Si lo hubiera sabido. Si yo lo hubiera sabido, habría decidido esto antes, pero se han dado las circunstancias ahora. En eso ya no hay marcha atrás. Lo siento enormemente.

Estoy optimista, pese a que el panorama pinta más bien gris. No diré negro, ya he dicho que estoy optimista. Estoy también impaciente, pero eso no lo noto hasta que llego a la cama. Allí sola con los tapones de goma espuma puestos (marca Moldex. Los recomiendo) escucho con claridad todo y cada uno de los pensamientos, que con frecuencia se pisan. Se quitan la palabra. Un jaleo. 
Impaciente porque tengo la sensación de que es ahora, en este momento cuando tendría que hacer algo grande (bueno, grande a mi medida) que es momento de darle el giro a la vida. Si lo dejo pasar es posible que no vuelva a haber otro momento como este. Recuerdo entonces a mi jefa de Barcelona. Es la única jefa que he tenido. La mejor de entre todos los jefes que he conocido. Una mujer emprendedora, luchadora, innovadora, trabajadora, justa, creativa,  con una mano izquierda envidiable, que además valoraba tu trabajo y te lo hacía saber. No como esta panda de jefes balbuceadores lloricas, que se quejan de que ha bajado la facturación, pero no hacen nada, absolutamente nada más que mal comprar artículos que les caducan (porque a ver quién tiene huevos de vender una crema de la marca "Nisu" - mal presentada - a un precio desorbitado) subir los precios de todo lo que pueden de una manera casi directamente proporcional a la bajada de la facturación y metérsela, con eso, doblada al cliente a la mínima de cambio. Para que vuelvan, sí. Lo que se dice hacer clientela. Ni una sola idea ni la humildad de escuchar las que tú puedas tener. Por mí, seguid llorando. Bueno, pues cuando me fui de allí, me dijo, entre otras muchas cosas que realmente me emocionaron, igual que lo estaba ella : "s, a ti no te gusta trabajar en esto. Es tu momento, aprovéchalo. Encauza tu vida laboral por otros derroteros. Hazlo, por favor." Entonces pensé que lo haría, pero yo ya me había enamorado de nuevo y la vida transcurrió detrás de ese alguien. No me arrepiento. Lo volvería a hacer, en ese momento. Tal vez no, ahora. Es posible que sea triste pensar que no volvería a irme detrás de nadie. Es posible. Pero con el tiempo las decisiones son más meditadas, porque preocupa pensar en repetir de nuevo historias ( en mi caso ya llevo dos muy similares - repetimos patrones - con las consiguientes idas y venidas) y tener que empezar de nuevo. Empezar de cero.

Tengo muchos sueños, que creo son alzanzables. Soy una soñadora realista (terrenal) conocedora de mis capacidades. Si me dejo ir mucho mucho, me doy un alto y me digo: " Los pies a tierra.". Ahora, cuando lo digo, el eco de la casa desnuda me devuelve mis palabras; las oigo por dos veces. Tengo que confesar que son muchas las veces en que hago trabajar al eco, porque sueño, sueño mucho, a pesar de todo.

No solo sueño. Me dan pena también muchas cosas. No me olvido ni un solo día del tiempo reciente, ni de quien ha estado. Tenía razón en todo. En toda y cada una de las cosas que me dijo. En toda y cada una de las cosas que veía desde fuera. En todo y cada uno de los consejos que me dio, y yo no tomé porque no veía más allá de lo que no veía. Me da mucha pena eso, porque la historia podía haber sido otra.

La última vez que estuve en Madrid  Y. me recordó algo que le he dicho en más de una ocasión, con respecto a las relaciones de pareja. "Las historias terminan mal o no terminan" No me refiero con esto al hecho de poner fin a una relación en el plano físico; al me han dejado o he dejado, no. Y que la cosa quede ahí. Me refiero a  todo lo que puede venir después de eso. A cuando en vez de pasar el duelo de lo que terminó cada una por su lado: poner distancia, dejar que pase el tiempo, y luego ya, si eso, nos retomamos de otra manera. Pues lo que te encuentras es casi en tu propio funeral. Hablo de "el enganche" a: las culpas que vierten encima tuya, a la responsabilidad sobre el devenir de la otra persona, al chantaje emocional, a los desbarres, a dar pie a que todo eso te caiga encima como una losa y pensar que es lo que mereces por haber dejado de querer a alguien. Hablo de que para terminar con todo eso, con toda esa locura oligolérdica a la que como una idiota has dado cabida en tu vida, usando como excusa el: nos hemos querido, esto no puede terminar así o no es real es el dolor, no he compartido todo este tiempo con una desconocida, vamos a ser civilizados, y un largo etcétera.  Se hace estrictamente necesario que, por desgracia, el funeral no sea solo tuyo, aunque vayan a cargo de la misma persona los dos desamorcidios.

Disfruto de mis últimos días aquí, ahora que por fin ya está casi todo resuelto. Hago cosas que no había hecho antes, como salir todas las mañanas a caminar por el Paseo Fluvial. Es bonito. El río, los tres puentes, el sol de cara a la ida, respirar hondo. Sentirse viva. La tranquilidad. Sobre todo la tranquilidad de ir ligera de equipaje.




martes, 29 de enero de 2013

G.

Dice G. que no me tengo que culpar por las cosas. También dice que somos buenas personas. Cuando le escucho decir esto último pienso que él sí lo es, de las mejores que he conocido. Hablamos de la gente a la que sin querer hemos hecho daño. Mientras me insta a probar la morcilla mondonga (sobre la que me instruye, pero me niego) que nos han puesto de aperitivo, y nos preparamos para meternos entre pecho y espalda media Torta de la Serena, una ración de jamón de cerdos criados en la Dehesa Extremeña (que es maravillosa; la Dehesa y la ración), y  un revuelto de criadillas de campo. No culpables, no,  pero sí responsables de no haber hecho las cosas bien.
Hablamos de las grandes cagadas de la humanidad que son las nuestras; las de los últimos tiempos. Hablamos de qué distintos saben los huevos que me dio el otro día; los trajo de su pueblo. Hablamos de una expresión de su pueblo "comer de sequillo". Le cuento cómo entendí cuando vine al Oeste por qué mi padre decía, en Madrid, que los tomates no sabían a tomate.  Hablamos de: el Museo Vostell,  Bdsm, erotismo, porno, los sueños que tenemos, su plaza en la Seguridad Social, de hablar solos y si todos los que viven solos lo hacen como nosotros o más o menos,  de con cuánto se puede vivir en esta ciudad,  lo mal pagado que están los Ats,  mi mudanza, disfraces, libros, dónde ir a bailar hoy que no hay nadie,  los tuareg,  planes de pensiones, amantes, la timidez, su foto de comunión que me enseñó hoy, como terminar de decorar su casa y si el mueble que vimos el otro día quedaría bien, del amor, del desamor, amigos comunes, de que venga a verme con frecuencia, del ambiente y lo atractivo que le ha parecido el presidente de mi comunidad,  de viajar, de "El Principio de mediocridad",  las elecciones y lo que dejamos de vivir por ellas, de la posibilidad de tener un álter ego que viviera eso otro que al elegir descartamos, de todas las vidas posibles, de que está contento con la suya.  Hablamos sobre alguien que se acaba de acercar para decirle que le quiere hacer un retrato, pero "que se vea piel".  Le cuento una anécdota sobre el "papo seco" que es un tipo de pan que hay por aquí. Le cuento cómo entró un día una niña de unos 7 años en la cueva y me pidió  un papo seco. La cara que se me quedó que no era menos desencajada o de apuro que la de la niña, hasta que me vino a la cabeza que era un pan, y la envié a la panadería.
Hablamos de que si nos envían a la mismísima mierda y no quieren volver a saber nada en su vida de nosotros tienen razón.  No es que seamos culpables de eso si no responsables con lo hecho u omitido de que así sea. Hablamos de ese tipo de bloqueo de no poder. No ser capaz, como si tuvieras las compuertas de una presa cerradas en la garganta, a la altura del cuello justo por debajo del hioides, y todo eso bullendo dentro y que parezca que no bulle nada. (Asombroso). No porque nadie quiera aparentar que no bulle, si no porque hay un montón de sentimientos que no se es capaz de verbalizar al menos no como son. Al menos no como se sienten. Al menos de ninguna manera. Ahí se quedan. Hablamos de todas mis miserias que son muchas últimamente. Hablamos de la falta de una educación sentimental, de clases de gestión de los afectos y desafectos como materia obligatoria. Pienso en lo sencillo que es hablar con él de todo, sobre todo. Sin que él juzgue. Claro, que no somos objetivos y nos lo perdonamos todo. Aunque yo le insista en que hay cosas que no son perdonables por otros. Todas esas cosas que él también sabe. Entonces él se queda pensando, me mira a los ojos con una mirada que sale de lo más profundo ( o de las cañas o el vino) y me dice "no te culpes",  a pesar de todo. No es objetivo en ese momento, tampoco lo será mañana. Hablamos de muchas muchísimas cosas más de: la frustración, la incapacidad, la pena, el vacío, esa sensación de no saber querer, de mi predominante gen masculino (del que me ha hablado más de una novia) que me hace salir corriendo cuando hay problemas, de empezar de cero otra vez, de no arrepentirse de lo vivido pese a todo.  Le voy a echar mucho de menos. A mí no es que no se me vaya a olvidar esta ciudad es que no se me va a olvidar él. Le digo que le quiero mucho ( pienso que hace tiempo que no se lo decía) . Le digo todo lo que le voy a echar de menos. Él no es capaz de imaginarlo, como no es capaz de imaginarlo por no abarcable, de tanto que va a ser, nadie.  Entonces me abraza fuerte, y mis ojos se llenan de lágrimas porque aunque nos tocamos mucho siempre cuando estamos, su abrazo me inunda de ternura. Podría empezar a llorar y no parar nunca, pero él afloja el abrazo me mira a los ojos, lleva sus manos a mi cara y  me enjuga las lágrimas con sus dedos tiernos al tiempo que dice algo que me hace reír. Y seguimos hablando...

miércoles, 23 de enero de 2013

Insomnia

Ultimamente pienso mucho (como estoy ociosa, pues claro... pero solo laboralmente ¿eh?, que soy un hacha empaquetando una casa) en cuántas relaciones iniciaríamos si nos conociéramos primero en el desamor. No en el desamor con terceros. No en el desamor con quien estuvo antes de ti o de mí, aunque eso también aporta una información que no tiene desperdicio. Como las lesbianas somos las únicas dentro de la especie humana que nos podemos tirar horas y horas hablando con la pareja actual de la pareja anterior (somos como el eslabón perdido en ese sentido. Sobra información, casi siempre) pues hay que aprovechar, y  no perder detalle de lo que nos cuentan de relaciones anteriores porque, por desgracia, a estas alturas de la película, cambiar lo que se dice cambiar, no cambiamos. No me gusta que me hablen mal del pasado o de las pasadas, con mucho rencor o con odio o con desprecio o con falta de respeto, pero ni amigos ni posibles conquistas. Me saltan un poco las alarmas porque tendemos a repetir pautas de comportamiento. Si tú, un día, hablas con desdén, incluso con asco de alguien que fue en algún momento importante en tu vida seguramente lo hagas también de mí (entonces no superaremos el desamor y no podremos enamorarnos. Fin de la historia). Hablo del desamor entre el proyecto par que seríamos tú y  yo, después, en el caso de superar esa etapa. Luego ya, si eso, si tenemos un desamor bonito y conseguimos superarlo y tal, pues ya nos enamoramos conscientemente. Lo pienso, y con sinceridad pocas, muy pocas relaciones hubiera comenzado en mi caso. Tan pocas como, ¿una? o tal vez ¿dos? Bueno, también puedes vivir, para empezar, un desamor esquizoide. Partir peras de nuevo porque ni de coña te vas a enamorar. No verte una temporadita (tanta como un año. El duelo, ya se sabe) que el tiempo todo lo cura, y recuperar la amistad. Si nos saltamos lo de esquizoide, por la recuperación de la amistad posterior-anterior (aquí me hago un lío) aumentaría el número de relaciones que volvería a empezar, pero no serían todas las que he tenido ni de lejos. Pero sería muy clarificador este mundo al revés, con respecto a quién y cómo es realmente, la persona con quien queremos estar, de la que nos hemos desenamorado para luego enamorarnos o no. No me vale que me digan que el dolor nos puede cegar que: la pérdida, la tristeza, la frustración, las expectativas o los sueños rotos, en definitiva lo que no será, nos puede llevar a decir o hacer algo que jamás hubiéramos pensado que diríamos o haríamos. No. No me vale. Y no nos valdría a ninguna en ese mundo del corazón del revés.

Y nada que tengo ganas de empezar de nuevo, eso que a estas alturas debo ser la única que confíe en mí.
¡Ahm!, y que cuando vuelva a Madrid de allí no me menea ni un desamor desenfrenado. ¡Digo!

lunes, 7 de enero de 2013

La Profecía de las Pastillas Flota.

La anterior vez que compré pastillas para el lavavajillas pensé que esas iban a ser las últimas que compraría para hacerlas servir allí. Que antes de que se acabaran iba a estar de vuelta. Es ese tipo de pensamiento que una tiene con frecuencia, al que dota de una profundidad abisal relacionándolo con algo tan serio como esto. Que tu vida depende de unas pastillas, vamos . El caso es que eso pensaba,  cada vez que abría el armario de debajo de la pila de la cocina, metía la mano en la caja y sacaba una, para a continuación ponerla en el cajetín del lavavajillas donde terminaría su corta, pero útil vida. Dos días antes pensándolo mucho (porque tenía la intuición de que esto no iba a ser como lo de los Mayas, las pastillas de lavavajillas nunca fallan) compré en Esperanza una nueva caja, cuando llegué a casa al sustituir la caja antigua por la nueva observé que el último vistazo rápido me había engañado y que aún quedaban tres. ¡Tres! ¡Trees! ¡Treees! Pensé que me había precipitado en la compra, con qué facilidad me había olvidado del presentimiento profético. ¡Cómo podía haber sido! Tenía que haber esperado. Haber esperado. Dos días después se cumplió la profecía. Once días después de esos dos últimos, juro que nunca nunca volveré a perder la fe en las pastillas del lavavajillas y las cosas que me cuentan aunque todavía quedan dos.
Por lo demás, he borrado todas las alarmas del móvil. Especialmente gratificante ver desaparecer en el limbo de las cosas que se borran la denominada "Martirio mañanero" de los sábados y el "Supermartiiirio mañanero" de los domingos. Muy a mi pesar continúo no durmiendo bien, despertándome antes de lo que quisiera por alguna pesadilla e intranquila. Sueño mucho. Recurrente en este último tiempo el no haber terminado la carrera. (Algo querrá decir, ya se lo preguntaré a las pastillas) Después de cuatro años he podido disfrutar de un Día de Reyes sin trabajar, roscón incluido. Me he vuelto (por las circunstancias) fumadora de exteriores o al aire libre. ¡Supersana! Ma-to por fumarme un cigarro en el interior de cualquier sitio, a poder ser repanchingada en cualquier sillón, sofá, mecedora o sentada menos comodamente en una butaca, silla, taburete, o tirada en el suelo, o haciendo el pino puente, o a la pata coja sin pasar frío ¡Dónde sea!
Y menos que más eso es todo.
Flota 9 en 1.