sábado, 22 de agosto de 2015

"Soave sia il vento

tranquilla sia l'onda
ed ogni elemento
benigno risponda
ai nostri desir"
(Così fan tutte, Mozart)
 
Hola, H:

Me he despertado pronto, a lo mejor porque espero un poco nerviosa tu respuesta. Así que aquí estoy,  esta mañana del 22 de agosto del 2015 que no volverá a ser nunca más. Eso entra dentro de lo irrepetible. Sentada en el sillón rojo, el mismo en que tú en otra ciudad también estuviste sentada en varias ocasiones. Pensando qué voy a hacer este día que presumo largo. Bebiendo un zumo de naranja esta vez, el de tomate se me hace bola en el desayuno: demasiado espeso. La página del correo abierta, actualizando obsesivamente por si tus letras se quedaron atascadas o dando vueltas en la puerta, pero no. No hay nada dando vueltas ni atascado, salvo yo, en este momento. He mirado también la bandeja de enviados del correo,  la hora de tu última conexión en whatsapp (unas cuantas veces, eso que hacemos todas y no confesamos porque es como un poco psicopático. Lo es. Lo sé. Lo sabemos.), pero tampoco quiero vigilar tu vida, así que vuelvo a configurar mi teléfono para que no se vea la hora de la última vez que estuve en línea ni yo poder ver la de nadie. Te aseguro que de no formar parte de un grupo de mierda de esos de trabajo con todo lo que implica, ya sabes: la coordinadora, la responsable y la gran jefa a un click de enmarronarte un día libre, por no hablar de los 21 compañeros con los cambios de turno, eso de la hora me daría un poco lo mismo. Estuve trabajando en un sitio en que nos enterábamos cuando habían despedido a alguien porque la administradora del grupo los eliminaba. "MC eliminó a  ______ ." Un poco como en los videojuegos. Son PacMan, están dispuestos a comérsete por las patas. A mí me despidieron y me salí sola. Me río, pero no sé dónde mierda vamos a llegar. Echo de menos el Oeste.

De lo que sí estoy segura es de que me has leído. Esta era de teléfonos inteligentes con conexiones a internet, no deja lugar a las excusas peregrinas. Me has leído y punto. A no ser que hayas querido pasarme por alto o me hayas borrado pensando que era un spam. Un poco spam sí que soy, la verdad.

Al final llovió de madrugada. A eso de las 2:30 cuando me iba a dormir la tormenta eléctrica estaba justo encima de la casa, bueno tal vez a 100, 200 o 300 metros. No sé a qué distancia caían los rayos, pero por la proximidad podrían haberme partido. (¿Podrían? ¿Lo piensas así y por eso no me contestas? ¿Es eso?) Después ya en la cama cogiendo el sueño, el sonido del agua cayendo sobre el asfalto. Qué tendrán las tormentas de verano que nos hacen acurrucarnos en la cama o querer ser solo superficie sobre la que caiga el agua. Somos unos dos metros cuadrados de piel. ¿Te das cuenta? Qué enormidad. Qué maravilla. ¡Dos metros cuadrados de piel! Me dan escalofríos si pienso en todas esas terminaciones nerviosas contactadas.

Un abrazo, H.


viernes, 21 de agosto de 2015

Carta a nadie

Querida, H:
Te escribo por fin, después de tanto tiempo. No para explicarte que me encontré un unicornio y he viajado de arcoiris en arcoiris en mundos que eran rosas comiendo algodón de azucar, y por eso me desaparecí del mapa, que ojalá hubiera sido sino porque en este último tiempo me ando acordando de ti y se me quedan cortas las otras vías por las que nos comunicamos esporadicamente. Tú ya sabes de mi aparente desapego. Esa tendencia mía a la soledad, a pesar de lo que me gusta la gente ( la gente que me gusta) y que no se me da nada mal sociabilizar, pero me gusta tanto la gente como estar sola y con frecuencia me puede más lo segundo. Me gustaría retomar nuestra correspondencia, ahora que dispongo de algo más de tiempo libre. Echo de menos saber de ti de una forma más extensa, de tus días y esos correos que con su cotidianeidad amenizaban la mía.  Me gusta como cuentas, ya lo sabes.

De este verano, al que ya le queda poco, lo único que voy a echar de menos son estos días sin obligaciones en que salgo a la calle en bermudas, camiseta y sandalias y hago las cuatro cosas que tengo pendientes, a primera hora, antes de que el sol pegue de lleno. Me gusta la ligereza de la ropa y la luz de estos días. Esta mañana me deslumbré. Yo, que hace tanto que no me deslumbro por nada. La luz se reflejaba en la gravilla blanca del parque que hay delante de casa. Por un momento tuve que achinar los ojos. Era como verlo todo con rayos equis, un flash, un selfie del universo o los del google maps haciendo fotos desde el satélite que sea. No había ningún ovni y para bien o para mal no he sido abducida tampoco, aunque es posible que a ti te haya pasado por la cabeza, por la falta de respuesta a tu último  e-mail. Sí, me lo puedes decir, de nuevo estoy suponiendo demasiado.

Después vuelvo a casa despacio, dando un paseo. Cocino, trato de comer bien. Cojo el sueño leyendo, qué maravilla que las letras se deslíen y el libro se venza sobre el pecho. Siesta. Buscar algo en lo que entretener la tarde. A veces, me obligo a salir porque la verdad es que solo tengo ganas de estar en casa. Estoy cansada físicamente, H. También psicológicamente, pero he decidido hace un tiempo no machacarme mucho la psique y ahí ando arrastrando los pies que no el cerebro.

Tengo antojo de zumo de tomate a todas horas. Esta semana he visitado todos los días el supermercado para comprar. Tengo la despensa con reservas como para dos meses, a más de dos zumos diarios. Soy un poco excesiva con los antojos que puedo permitirme. Después me cansaré y terminarán caducando. Me acuerdo de mi padre cuando me sirvo uno en un vaso bonito, cuando le echo la sal y la pimienta y después cuando le doy vueltas con la cucharilla. Me vienen a la cabeza otros veranos de hace ya tantos años...
Hoy fui a casa de mi madre, una vecina en el ascensor me dijo cuánto le recordaba físicamente a mi padre, pensé: es el zumo de tomate y oye,  quién sabe. Lo único que no deseo es perder el pelo, quedarme calva como él o mi tía abuela África y que luego llegue un sobrino nieto cabrón a tratar de arrancarme la peluca,  por lo demás está bien parecerme.

Ya ves que la vida por aquí sigue siendo anodina. Por otro lado también me he propuesto no hablar más de sentimientos románticos. Entonces tengo que recurrir a lo del zumo o lo de la luz, porque sinceramente no escribir sobre sentimientos es muy complicado. ¿Acaso todo lo que se escribe no trata sobre el amor o la muerte? Inténtalo tú, verás qué complicado.

Este año tampoco he ido a la piscina. Me horrorizan un poco las hordas de niños, los pícnic piscineros, la falta de sombra, la música de otros a toda pastilla y la no educación ajena. Si lo piensas un poco lo absurdo de sentirse como un garbanzo en remojo en azules, sí, pero sin poder nadar. Así que estoy cetrina,  pero bien. Aquí me río, pero no lo entenderás.

Hoy vi la foto que subiste a Facebook, sigues en Menorca. Estás guapa, ya te lo escribí esta mañana. Eso que no estás de vacaciones. La proximidad del mar hace que todo sea otra cosa ¿verdad? El mar es posibilidad.

Hoy ha salido una noticia en la que se dice que Madrid es una de las ciudades mas adulteras de Europa. ¿Cuándo vas a venir?

A lo mejor llueve.
Un abrazo, H.

martes, 18 de agosto de 2015

3D/4D

Esta flipante maravilla que están haciendo con las impresosas 3D:


http://enablingthefuture.org/

Y esta otra flipada con la impresión 4D:

Cuando la ciencia ficción deja de serlo, pero sigue pareciéndolo.
Me apasiona el tema y todas sus posibilidades en el campo de la medicina.