lunes, 16 de septiembre de 2013

La merda se'ns menja

Vuelvo de hacer una entrevista de trabajo en un barrio de Madrid que rima con fugaz. Nada que ver con lo que me ha parecido el viaje hasta que he llegado allí.
En una de las calles principales de ese barrio, que tiene por nombre algo que podría tener que ver con la venta de vino, solo hay centros de estética y peluquería. Cuento siete, en apenas cincuenta metros, a ambos lados de la calle. Con nombres preciosísimos y muy inspiradores, todos ellos. Tanto que me han dado ganas de hacerme las cejas y dejármelas como un hilillo, pero no tenía tiempo. ¡Cachis! En esos cincuenta metros un único bar, con un sistema de extracción de humos que no funcionaba e imagino que los filtros de la campana  más sucios que el palo un gallinero. Lo que me hace desistir, a pesar de la sed, de entrar a tomar una Coca cola. No es plan de llegar oliendo a fritanga. Además, después de la experiencia como hostelera consorte, no me quedo en ningún bar en el que huela a comida. No lo soporto, directamente.
 
Posible empleadora, tiene 4 o 5 años menos que yo. Ha debido de comprar la gallina de los huevos de oro, calculo que, hace 2 años. Es posible que ahora empiece a respirar un poco (que no creo), o ha decidido que realmente no merece la pena dedicarle, a diario, a la gallina trece horas y media. (La gallina es de horario ampliado). Es un caso más del: "Cuando se tiene tiempo no se tiene dinero y cuando se tiene dinero no se tiene tiempo". Yo ahora me encuentro en la primera parte del entrecomillado, una mierda, vaya. Total, que posible empleadora, en adelante PE, busca a alguien que piense que va a heredar el negocio. No solo que lo piense si no que se lo crea, que lo visualice y se dedique en cuerpo y alma a él.  Tal y como lo debe hacer ella. Le digo que sí, claro. Que soy lo que busca. Al tiempo que pienso que lo que pide tendría que pagarlo y no ceñirse solo al convenio, pero bueno, es lo que hay. Y de ser, tampoco es que quiera estar toda la vida siendo futurible heredera sin herencia. Que me "fustro".
 
En la conversación PE (me dará la contestación en una semana porque hay otros candidatos dispuestos a heredar), saca a colación el número de CV que le han llegado. Calcula, así por encima, que el mismo día que puso la oferta unos 90, y en los días posteriores hasta hoy, han podido ser unos 200. Lo que no es mucho si se compara con los mil y pico que optan a otro tipo de puestos. ¡Una posibilidad entre doscientas! ¡Wow! Comenta PE, que entre esos 200 hay un porcentaje  elevado de personas que han terminado recientemente sus estudios, y se ofrecen para trabajar sin cobrar. Vamos, gratis. ¡Qué me lo quitan de las manos! Y es ahora que todavía no sé describir bien la sensación que me produce saber eso. Me resulta: ¿indignante? ¿humillante? Preocupante. ¿Es realmente necesario? ¿Y cuándo tengan experiencia? ¿se ofrecerán para trabajar por cuarto y mitad de lo que marque el convenio? Pan para hoy y hambre para mañana para todos. Si yo fuera joven, si no cumpliera 40 años mañana, no me lo pensaría dos veces y me iría a Inglaterra, Irlanda o a Chile, en este último he descubierto recientemente que hay una elevada oferta de trabajo en mi sector. Y si no tan lejos, también se puede ir una a Barcelona.
 
Los propietarios de las gallinas de oro se han ganado a conciencia la fama de peseteros que tienen. Práctica generalizada, al menos en Madrid, era hacer contratos en prácticas por 40h semanales además de las guardias (a veces incluso nocturnas),  con salarios que no llegaban a los 700€. Pasados los dos años, despido y un nuevo contrato en prácticas para otra persona, y así en un bucle miserable sin fin. Es por eso, entre otras cosas, que yo sí emigré a Barcelona. Y a saber, si gracias a todos los que no juegan limpio, no termino en Chile dándole al Pisco Sour como si no hubiera mañana.
Si yo fuera una PE, es posible que pasara por encima, incluso con asco o como con grima (me faltan recursos para describir la sensación que me produce este hecho que se está dando, y que deviene de todo lo mal que lo han hecho otros) sobre esos ofletones o tal vez me daría pena. Sí, también me daría pena, pero no tanta como para conmoverme pensando en las historias que hay detrás, si no más bien en la falta de iniciativas. Lo mismo a los PE del cutre empresariado español, lo que les conmueve es pensar en cuánto pueden engordar la gallina a costa de la desesperación, y lo demás les importa un huevo.
Pues eso, que se nos come la mierda como al palo del gallinero.