sábado, 25 de junio de 2011

Caras o con un 6 y un 4.

Salir a la calle es como una liberación después de un día que parecía eterno desde primera hora de la mañana, cumpliéndose esta vez aquello de que lo que parece es. Un día en que más de un usuario habitual te ha preguntado: cómo estabas o si estabas bien. Las respuestas han sido más o menos siempre las mismas esforzándote en poner buena cara, en esbozar una sonrisa, qué les vas a explicar cuándo ese tipo de preguntas suelen ser formuladas por educación cuando no hay ningún vínculo afectivo con el otro alguien, así que mientras contestabas pensabas qué cara pondría el/la preguntador/a si en vez de ese simple: estoy cansada, no he dormido bien, alusiones al socorrido calor o el estoy bien de rigor que tratas que suene convincente, le contaras todo lo que te pasa por la cabeza, o todo lo que te pasa directamente, cómo reaccionarían ellos, (les dibujas un O_o en las expresiones, y hasta te hace gracia), en cuyas caras de desconocidos diarios no llegas a apreciar si sus días han sido buenos, si tienen más o menos preocupaciones hoy que ayer o antes de ayer y un largo etc.

Lo cierto es que no hubo nada hoy distinto a otros días, más que esa sensación como de ahogo, esas pocas ganas de todo, de querer estar a solas sin saber muy bien el por qué, y queda descartada cualquier alteración hormonal esas que a veces son un alivio en cuanto a que explican ciertos estados de ánimo o vete tú a saber si son la excusa perfecta para dejar de buscar las verdaderas razones. Hoy sin tener nada en qué excusarse el día se hizo cuesta arriba y reinó el desanimo, ¿y por qué ahora?, si otra vez, (otra vez escrito dejándose caer, como con hastío, como pensando cuántas otra vez más), parece que empiece a encajar lo que por costumbre ,(escrito con desgana), se desencaja.
Y eso es todo.

domingo, 19 de junio de 2011

De suavizante, y preguntas.

Me pregunto si alguna vez alguien, al regresar a alguna de las varias casas que me quedan por habitar, tendrá esa sensación que tengo cuando regreso a ésta, si su memoria al reconocer el olor a suavizante en todo: toallas, voces, sábanas, abrazos, pijamas, besos, cortinas, sonrisas, cojines, le hará sentir que la vida le brinda una de sus mejores jugadas, esa armonía y tranquilad nada más cruzar un umbral, pese al alboroto infantil o también precisamente por él. Es curioso porque de vuelta a la otra casa, no soy capaz de reconocer ningún olor, y seguro que también hay uno que lo baña todo, allí las cosas también vuelven a ser suaves aunque les falta continuidad y sigo sin ser capaz de dormir a pierna suelta en el sillón con mucha luz después de haber comido o en la cama por las noches, eso es algo exclusivo de la casa suavizante, sé que el día que lo consiga todo estará/será dónde/cómo tiene que estar/ser.


Ayer A , que sabía que había venido para no perderme su fiesta de cuatroaños, le preguntó a C nada más despertarse:
- Mami, ¿por qué la tía ese se ha enamorado de una mujer?
- ¿A quién se lo has oído? ¿quién te lo ha dicho? - le preguntó C: A ha visto a ME desde que nos fuimos a vivir al Oeste solo en un par de ocasiones, y de la última ha pasado bastante tiempo.
- A nadie, lo he pensado yo sola. - contestó A.
- Una mujer se puede enamorar de una mujer y un hombre se puede enamorar de un hombre, igual que yo lo he hecho de tu padre - dijo C.
- Yo me voy a enamorar de un hombre y una mujer, porque me gustan los dos - A cambió de tema y siguió a otras cosas.

martes, 14 de junio de 2011

Signos de interrogación.

Hay empresas que son fuente de insatisfacción, de problemas, de quebraderos de cabeza, de sinsabores, de intranquilidades, de demasiados esfuerzos para tan pírricos resultados, y una se pregunta en qué momento hay que poner los pies sobre la tierra y ser realista, en qué momento hay que apearse de las ilusiones cuando el lado hacia el que se inclina la balanza no es nunca el esperado, en qué momento hay que dejar de tener expectativas, en qué momento hay que aceptar que todo el empuje y más no es suficiente cuando todo depende de tantos factores externos, en qué momento hay que reconocer que no todo son las ganas de que algo funcione, en qué momento hay que empezar a ser realmente objetiva y abandonar a tiempo antes de que el empuje, las ganas, las ilusiones y las expectativas sean definitivamente atropelladas.

¿En qué momento?

martes, 7 de junio de 2011

Contiene Medicamentos.

Pasan cinco días como en blanco. El tiempo que iba a ser de descanso es un tiempo cansado en que flexionar por ejemplo un codo se siente como una proeza, para qué decir nada sobre lo que supone articular palabras que se empeñan en arrastrarse, lentas, espesas, inaudibles. El pensamiento ése que a veces agota, también se agota, como estar envasada al vacío. La respiración sibilante contra las marcadas costillas.
Resumiendo, el cuerpo es un escombro, y como dijo aquel: perdonen que no me levante, de momento.