lunes, 29 de diciembre de 2014

Bola de Nieve

Y aquí estoy, después de doce horas trabajando atendiendo a las hordas ociosas. La Plaza Mayor no deja de vomitar gente. Los turistas no paran de llegar. Hoy mucho México y japocoreanos. Mejoro mi spanglish rápido. ¡Lo bien! En verdad, es lo único bien. Comunicarme todos los días en inglés.
Trato de subir mi ticket medio cruzando ventas. Estoy un poco hasta el pirri de eso.  ¿Que en qué consiste cruzar ventas? Pues en que, por ejemplo, si tú me pides un paracetamol porque te duele la cabeza, yo te tengo que conseguir vender (perdón, dispensar, que soy una profesional): el paracetamol, a poder ser que no sea EFG  sino EFP, una motosierra para que te cortes la cabeza por si no te funciona el analgésico, unos puntos de aproximación por si consideras la posibilidad de volver a unirla al cuerpo, unas gasas y Betadine para que no se te infecte el tajo. Luego ya, como quien no quiere la cosa,  te recomiendo algo para que duermas porque es seguro que después de eso no te será muy fácil pegar ojo, y algo más para que no te duela el cuello porque la analgesia del paraceta no va a ser suficiente, fijo. A lo mejor, también, un poco de cinta americana. Lo que se me vaya ocurriendo... ¡Si puedo te lo endilgo todo! Se trata de crearte una necesidad. Tú te irás a tu casa tan contenti porque te he creado una necesidad y te he dado una solución. En realidad, necesitas decapitarte hace tiempo. ¡Y lo sabes!  Contenta, yo,  porque de un artículo que te ibas a llevar al principio te has llevado seis o siete u ocho y el lunes (mañana, no me caerá bulla), y la dueña del cortijo más contenta aún dando palmas con lo que pueda. Así durante doce horas. Un sin vivir, de verdad.

Viendo Cuarto Milenio, bueno, de fondo, escucho decir a ese ser con aspecto de operario parroquial, de nombre Iker, que una de las figuras de Bélmez es un feto erguido. Me pregunto cómo se irgue un feto, porque no me da la cabeza para preguntarme nada más o nada más allá o más profundo o nada en general, y porque no me imagino la manera. En una de las reconstrucciones aparece Terele Pávez. ¡Terele Pávez, pardiez, qué ñoco haces ahí, si eres una grande! Por suerte no hace de feto erguido, pero lo mismo si se lo hubieran pedido... Porque ella también es una profesional. A mí se me hubiera quitado de la cabeza estas imágenes de guisantes prehumanos haciendo el... No sé describirlo. Luego ya, en el programa, se ponen a analizar. Salen hombres con batas blancas (ya ves, también venden lo que quieren) y se les va la olla un poco, a todos. Como si estuvieran puestos.

Tengo grabada en la cabeza una caja de Meloxicam 15 mg, con la palabra "Rodiya" escrita con boli azul. No se me va.

Tengo ganas de nieve. Hoy ha hecho mucho frío. Creo que solo es necesario que alguien ponga boca abajo a la ciudad  para que empiece a caer y volvamos a sentirnos niñas o a sentirnos o a sentir. La nieve siempre despierta ilusión, también es melancólica. Es una mezcla rara.

Hoy no sé por qué esta canción:


miércoles, 24 de diciembre de 2014

Farolito

Tengo que hacer algo con urgencia, antes de que la vida me pase de largo, pero todavía no sé qué.

Paso frío por las noches. No sé hibernar.

Empiezo a tener de nuevo listas de "me gustaría": libros que leer, lugares a los que viajar , grupos a los que ver/oír en concierto... Me doy cuenta de que todas son cosas materiales que podría conseguir hacer. Conseguir y hacer, pero no es el hecho de tener lo que me hace pensarlas sino la posibilidad de que se abra una grieta por la que colarme si conseguirlas-hacerlas produjera un fogonazo que me hiciera sentir como un Peta Zetas.  Y sí, que no debería buscar fuera lo que debo buscar dentro. Me propongo hacer listas de lo inmaterial, esas cosas que bloqueo, pero como las bloqueo no salen, y si salieran no sé si saldrían. Un lío. Lo que pasa es que últimamente tengo los pies demasiado en la tierra. Too much virgo.

Me encantan los faros que tienen en el escaparte de Muebles Marín, las bolas del mundo aussi. Todos los días me paro delante del escaparate, enciendo un cigarro e imagino que soy una loba de mar, por un momento no soy rutina, pero también, después subo la calle.

Me gusta mucho esta canción

lunes, 22 de diciembre de 2014

Mercedes mereces

Me gusta este anuncio. No por lo que anuncia.




Quien me conoce bien, sabe que ese es el tipo de cosas que me gusta. Me hace gracia. Aparte de gracia, es que yo he podido ser él en alguna ocasión. Eso ya no habrá tenido ni puta gracia muchas veces. Alguien, algunas alguienes, en algún momento antes o después a lo largo de las relaciones sentimentales que he tenido, han sido: valientes, honestas, consecuentes, personas. Me han cogido de la mano. Me han mirado a los ojos. Me han hablado con el corazón  en la boca para que reaccionara. Del mismo modo en que si hubieran podido me hubieran cogido por los pies, puesto boca abajo, atizado para que saliera algo de mí, lo que fuera, como quien rompe una piñata. He permanecido muchas veces ajena a todo como si no fuera conmigo, como si no fuera mi vida, pensando en qué me estaban contando o en que tenía hambre, pero no era el momento de comer o sueño o  que me apetecía fumarme un cigarro o en levantarme e irme  o en cómo salía de la situación sin que nada fuera un drama que no me apetecía vivir o en qué esperaban de mí que no había vendido ninguna moto. Creo que la gente tiende a pensar que hay algo más en mí, pero no. Soy así de plana, un poco como un recortable, y además me sale insensibilizarme cuando no sé manejar los sentimientos ajenos. Pienso en lo desesperante que puede ser. En el momento, jamás he valorado el gesto. No se valora lo que no se ha hecho nunca porque no se sabe lo que cuesta.

Domingo. Te has ido. No de la mejor manera.

Veo los anuncios típicos navideños, el vuelve a casa y todo ese rollo, que quieras o no te pone sensiblona cuando estás lejos (sí, a mí también en el pasado). Me alegra pensar que este año no será un peso pensar que como trabajo no podré estar en casa. Trabajo igualmente, pero podré estar en casa.

Es un contraste, en el barrio donde trabajo, por un lado las familias paseando o tratando de pasear (está la cosa, en el centro de Madrid, estos días para sacar la catana y no parar de sumar puntos),  supuestamente pasando un día bueno, feliz, con esos gorros de los Angry Birds familias enteras. Un sindiós, de verdad. Y por otro lado las personas mayores, que son muchas en el barrio, sobre todo mujeres que viven solas y pasan de los 80 e incluso de los  90 en una gran mayoría, que te cuentan tras tomarles la tensión que está inusualmente alta, que no hay nada que hayan hecho distinto estos días, que comen sano, que no les preocupa nada especialmente, pero que estas son unas fechas muy tristes o que si no las has visto hace unas semanas es porque se han caído en casa y han pasado 2 o 3 días en el suelo sin poder levantarse hasta que alguien una amiga o un familiar ha notado la ausencia. Han estado convalecientes todo ese tiempo y con tanta gente les da miedo salir a la calle porque se sienten inseguras, inestables, frágiles y tienen miedo a volver a caerse si algún Angry Bird sin querer se las lleva por delante. Yo tiraría una bomba.

Me gusta cuando me despierto por la mañana estar sola en casa. Mañana lo estaré, pero ahora noto la ausencia. No sé qué quiero. A veces, tengo ganas de salir corriendo. Lo verbalizo incluso: tengo ganas de irme lejos, muy lejos. Tanto como en situaciones como las del anuncio, ante mis respuestas, alguien hubiera querido que me fuera. Y eso, puedo asegurar, es muy muy lejos...


domingo, 23 de noviembre de 2014



Me gustan los días grises como hoy, y no tener nada que hacer. 
Hablar contigo por la mañana, y saber que vuelves. 
Deshacer los planes para esperarte.
Darme una ducha larga con el agua hirviendo.
Recoger la casa. Cambiar las sábanas. Hacer una colada. 
Ver el otoño en las hojas de los árboles mientras escribo.
Tomarme una copa de vino antes de comer.
Empezar un libro que sacude de nuevo mi imaginación. 
Que llegue el sueño bajo la manta, y cuando abra los ojos estés tú.


Me entretengo queríendote
 
Por la tarde, al atardecer,
después de los versos,
me entretengo queriéndote,
me entretengo.

Apago las luces y enciendo el amor,
y al amor de la lumbre
que brota del recuerdo...
(¡Es hermoso el otoño para amarte !)

…encandilo mis ojos
y caliento mis dedos,
pongo agua en los nardos
y un disco de silencio.

Aunque no estás conmigo
a tu imagen queriendo,
por la tarde yo sola,
me entretengo,
queriéndote, me entretengo.

Gloria Fuertes.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Life is good

No hace ni cinco minutos (puede ser algo más) que por fin he vuelto a casa. Puedo decir que estoy hasta el ñoco, directamente. Que no puedo con más semanas interminables de 14 días. He vuelto a perder el objetivo,  a día de hoy no sé cómo alcanzarlo, se me hace lejano.... y ni siquiera tengo ideas, no lo veo, y en eso se me va todo. Pese a este deje de pesimismo, hoy en general he sido feliz, he estado contenta, Los días (hoy) me pasan de otra manera si se que después está Y. ¡Cuánto tiempo (por falta de tiempo) retrasando el encuentro con ella!  Cuánto en tan poco tiempo, también.
Estoy fumando, sin ganas, por hacer algo en este momento que no sea solamente escribir aquí, sin saber muy bien por qué, hasta que la casa se caliente. Las noches son frías últimamente, cortas, de pesadillas e insomnio, de falta de abrazos, de caricias, de proximidad y no lo digo, no se lo digo, pero la soledad me pesa. Tengo frío en este veroño.
La gente sonreía en la Latina y en Huertas, el alcohol nos hace sonreír. También hay quien hemos llorado a palo seco, abrazándonos a quien queremos bien hace muchos años, confesándonos inconfesables que jamás nadie sabrá
Ayer tuve una mala mañana, porque hay cosas por las que no quiero pasar, pero pasé, pero tengo claro que no quiero volver a pasar. Ese tipo de cosas que no he contado mas que a Y., porque no quiero reconocerle a nadie más que me he vendido y me da asco. Mi naturaleza me hace no buscar confrontaciones, pero mi naturaleza también me hace no ser capaz de renegar de quien soy, cómo soy y lo que soy. No quiero venderme. No voy a pasar por más aros. Me enfada, mucho, muchísimo. Me dan ganas de vomitar y vomité ayer. No va a venir nadie a decirme ahora que tengo que ser la Señorita Pepis para continuar en mi trabajo. Me la suda /me lo suda todo mucho, en general.  Nadie más que yo sabe cuánto. Daría un golpe de estado en este momento, y enviaría muy lejos todo, sino fuera por que de eso no solo dependo yo. Será en algún momento que cada quien quede en su sitio.
En general, estoy muy harta de la mediocridad, de la falta de legalidad, de que bailes de agua, de lo gris, de lo gris, de lo gris, de lo gris, de lo gris, de lo gris, de los grises, las grises, los grises, las grises, los grises, las grises. Las grises, las grises, las grises, las grises, las grises, las grises, las grises, las grises, las grises, las grises, las grises...

Quiero color. Bailar. Vivir. Ser. Estar. Bailar. Bailar. Bailar. Bailar. Bailar. No voy a poner color en la vida de nadie que no tenga ninguna intención de ponerlo en la mía. Así.
Y en el camino de vuelta, esto, también:

Otro día cuento lo bueno.

martes, 16 de septiembre de 2014

Pilas alcalinas

Hoy no tengo mucho el día. Esta conjuntivitis, de manual de medicina,  me hace ver la vida como a través de una lágrima densa y detenida que no cae nunca,  no ayuda. Tenía cosas pensadas para hacer cuando salí del trabajo, pero al final lo básico, lo imprescindible. Llenar la nevera para los siguientes diez días de trabajo que aún quedan por delante. Comprar rápido, siguiendo la lista, sin detenerme a pensar. Nada de compra por impulso. Estoy contenida.
Pienso en hacerme un regalo, pero aquello que quiero hace tiempo ya no tiene sentido. Me gustan mucho los relojes o me gustaban, porque ahora pienso que nos esclavizan. Me fijo en las muñecas de la gente, un reloj es como un grillete que nos encadena a las rutinas. Me fijo en mis muñecas. Sólo dos pulseras de cuero en la muñeca izquierda; una con más de diez años comprada en Sitges cuando mi vida era S.; la otra traída de Baleares hace un par de veranos, a veces la miro y pienso que no debería llevarla, porque fue un regalo hecho con un amor que luego yo traicioné, desprecié, no sé por qué de aquella manera, aún así la llevo. Así tampoco se me olvida lo que puedo llegar a ser.
Miramos los relojes para no llegar tarde al trabajo, para calcular, por ejemplo, si tenemos que correr para no perder el autobús. Odio el ritmo de Madrid, y verme absorbida por él. Como si me hubiera rendido y sucumbido a lo que no quiero. Me veo corriendo como el resto, como si en llegar 10 minutos antes a casa me fuera la vida. Cuando la vida sin darnos cuenta se nos va precisamente en eso. Eso de lo que me reía después de tanto tiempo fuera de aquí, pues eso, soy yo también ahora. Hace más de seis años que no utilizo reloj. Se fueron gastando las pilas de los nueve o diez que tengo y no las repuse, se quedaron los relojes detenidos y olvidados en cajones. Los ritmos en Badayork eran otros. Aquí vuelvo a ser de nuevo una esclava del tiempo. No llevo reloj, pero si una bola con una cadena en cada tobillo. Aquí las pilas que se gastan todos los días son las mías.

Sigo pensando qué regalarme. Por no tener, no tengo hecha ni una lista de libros que quiero leer o de música por escuchar o películas por ver o de conciertos a los que ir u obras de teatro que no quiero perderme o de todas esas cosas que me gustarían, me gustan o me gustaban. Cosas simples y sin mucho valor, escritas rápido y casi inteligibles, son las que llenaban esas listas otros años.  Cosas o ideas que poblaban mi imaginación, ahora un poco desierta. Me parece triste.
Mi hermana T. me llama y me envía más mensajes por whatsapp estos últimos días. Y no lo dice, pero es seguro que está preocupada. En mi familia no nos decimos estoy preocupada por ti, estamos más y punto.


sábado, 13 de septiembre de 2014

Horóscopo

Dice mi horóscopo esta semana que es posible que quiera cambiar de gafas para seguir las tendencias de la moda. No sé quien ñoco se encarga de escribir la sección de horóscopos. 
Si fuera yo quien lo escribiera diría que:
Es posible que en lo único que pienses cuando llegue el fin de semana sea en dormir y echarte la siesta. Dormir, vaya.  Descansa. Haz caso a tu cuerpo que es sabio. Si sales el sábado volverás a casa, y te dolerá hasta la uña del dedo gordo del pie izquierdo. Te sentirás sin energía. Mayora. Volverás convencida de la reunión con tus hermanas que lo mejor que puedes hacer es invertir en conseguir tu objetivo, en vez de gastarte la pasta  en una FIV, sólo porque estás cerca de los 41 (e Y, está en ello,  E. está en ello, C. está en ello),  y jamás antes te habías planteado la maternidad. Bueno, sí, en una ocasión, pero te llovíó del cielo un adolescente de 15 años, con un trastorno disocial,  y una poca de esquizofrenia mal medicada, y después de ahí nunca máis te lo volviste a plantear. No te viste capacitada. No lo olvides.
Si bebes vino en la comida, te dolerá la cabeza. Te parecerá a la vuelta que vives en el fin del mundo, pero no, pero casi. Tendrás tentaciones de hacer una llamada y prolongar la noche, pero no la harás porque podrías complicarte la vida y ahora no estás para eso. No compensa.
Pensarás que la luz de septiembre es espectacular, como más blanca. Te gusta la luz de septiembre. En general, te gusta septiembre, pero lo flipas estos últimos días con la luz. Lo verás todo más blanco pese a que la pérdida de agudeza visual en el ojo derecho vaya en aumento. Pero la pérdida de agudeza visual no está reñida con el blanco. El blanco es blanco siempre.
No tendrás planes para el domingo mientras escribes en el blog, aunque te rondarán un par de ellos que no has concretado. No te gusta decir sí, para luego decir no. Te debatirás entre la siesta y los planes. Sólo el domingo sabrás qué pasa.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Sorpresas

No recordaba cuando fue la última vez que alguien me dio una sorpresa que me hiciera llorar de alegría. Y ayer fue. Alcé la cabeza, miré por encima ( o a través o ni sé) de la persona a quien estaba terminando de cobrar, para dar los buenos días,  porque había entrado alguien y me quedé con el buenos días en la boca.  Allí estaba G. Mi G. Hecho todo un dandi, como siempre, con una de sus preciosas gorras, su barba perfectamente recortada, su sonrisa blanca, generosa, su mirada noble y clara. Salí corriendo de detrás del mostrador. Me abracé a él, sin creerme que estuviera allí. Un abrazo largo, sentido. Se removió todo por dentro, como si fuera el gran amor de mi vida, que también lo es. Se me saltaron las lágrimas de alegría. No pude dejar de abrazarle en un rato largo. Le quiero tanto...tantísimo...Más de un año sin vernos es demasiado tiempo. Eso sí, no le perdono que no haya avisado para haber podido cambiar el turno con alguien y pasar más tiempo con él, aunque la sorpresa ha sido mayúscula, maravillosa. Tanta alegría me dio como rabia no haber podido irme de su mano en ese momento. Tantas cosas de que hablar con G., que como Y., está reñido con las nuevas formas de comunicación: son escuetos en los whatsapp y enemigos declarados de las redes sociales. Ellos dos que son dos grandes conversadores. Cuánta ilusión de golpe. Cuántos sentimientos. Mi amigo. Mi compañero de fatigas y alegrías. Lo mejor que  conservo del oeste. Lo mejor en muchos años.
Toda la tarde hoy con él, y con toda esa gente maravillosa que le rodea. 
Si hoy me preguntaran qué es la felicidad, diría que es estar con G.

Lo que nos comemos el tarro pensando qué será mañana, cuando lo importante es hoy.
Somos presente. 





sábado, 6 de septiembre de 2014

Cosas que no soporto 2

No soporto a las personas que para explicar algo, dan infinitas vueltas y utilizan todo el vocabulario que conocen (sea poco o o mucho). Me parece de una falta de inteligencia tremenda no saber concretar en pocas palabras. Me aburre sobremanera la verborrea. Mañana trabajo doce horas con el tontolapolla del gerente, y es ese tipo de persona. Ese tipo de persona a quien le encanta escucharse, y claro, no escuchan.
Me cansa escuchar hablar a alguien, explicando una gilipollada detrás de otra como si hubiera descubierto la penicilina o como si fuera él quien estuviera entendiéndolo cuando está hablando. Es que creo que es eso último. El caso es que no aguanto que se haga como una tesis doctoral para todo. ¡Y no me puedo ir ni cortar el monólogo ni decir cuantísimo me aburre!. Así que o asiento, "sí, sí, sí ", en un tono cansino, para que calle. El problema es que de esa manera no le convence, porque no quiere que le dé la razón sin haber entendido ¿sin haber entendido qué, tontolapolla consorte, que vienes del sector de la construcción y no tienes ni idea de éste? Lo único que quiero en esos momentos es que se calle. Solo un poco de silencio. Vamos a jugar a callarnos, venga. Si por el contrario no asiento porque me infla las narices y además hay temas en los que no puedo dársela, para qué queremos más, entonces no tiene fin, y al final volvemos al "sí, sí, sí" cansino, y vuelta a empezar.
No puedo con el plastismo.
Abúrreme, pero no me canses.
Y sí, estoy encabronada con trabajar mañana. Y sí, también son un poco las hormonas.

Señó, dame paciencia y mantenme lejos de los cutters afilados. Sobre todo lo último.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Objetivo

Desde la semana pasada tengo un objetivo, eso me hace llevar las cosas que menos me gustan de mi vida con mejor talante, porque pienso que voy a ser capaz de cambiarlas. En realidad, no sé aún de qué modo voy a lograrlo, porque tengo unas cuantas ideas u opciones posibles que podrían llevarme a conseguir lo que quiero, pero siendo posibles no me garantizan el éxito. Lo bueno es que no es imposible ni las opciones están fuera de mi alcance. Solo requieren esfuerzo, sacrificio tal vez (seguro), y tiempo. No pretendo gran cosa, sólo es algo que me hará: estar más contenta con una parte mi vida, ser menos gruñona, quejarme menos. Nunca me ha gustado la gente que se queja y no hace nada por cambiar la situación. Ya ves, justo lo que yo llevo haciendo tanto tiempo. 
El objetivo es algo que llevo años planteándome, pero que las circunstancias me han hecho dejar de lado en muchas ocasiones. Unas veces porque una entra en unas rutinas de mierda que te anulan, y pasas los días como un hámster dando vueltas a la misma rueda, pero sin ningún sentido, sin plantearte que hay vida más allá de la rueda-rutina, que la vida,  la parte de la vida relacionada con las obligaciones no tienen por qué ser eso. Otras veces porque la vida viene como viene y se tienen unas (aún más) responsabilidades: una casa que pagar, deudas ajenas, hay que comer, pluriemplearse, y todo lo demás. Alguien tiene que sacar a flote el barco. Y sí, seguramente habré hecho más fácil la vida de alguien con mucho gusto, por cierto, pero creo que es el momento de pararme y empezar a pensar en mí también. Es ahora o nunca.

Hoy el esbozo de nutricionista, ha usado la Tanita (analizador de composición corporal) conmigo. El resultado ha sido más o menos el que esperaba. He perdido más peso desde que llevo en su chiringuito, y soy toda fibra, ¡oiga!. Traducido: estoy peor que con la explotadora anterior. No me gustan los empresarios madrileños, los de mi sector. Me acuerdo mucho de Isabel, mi jefa en Barcelona. No sé si alguien en alguna ocasión le habrá agradecido, yo lo hice en su momento, no como para quedar bien si no porque en realidad tengo/tenía mucho que agradecerle. Un día de estos debería decirle todo lo que el paso del tiempo me ha hecho valorar aún más esa época trabajando con ella. Lo que aprendí de esa mujer emprendedora, innovadora, con ideas, sensible y tan humana. Un día... A lo que iba de la Tanita, y el sieso esbozo de lo que sea, Tanita ha determinado que tengo una edad metabólica de 25 años, ¡toma ya! (JAA). ¡Que me zampo el objetivo en menos de nada!

L., se ha vuelto a ir. Esta vez casi lo he agradecido, porque no pego ojo cuando está ella y necesito dormir. Voy cansada, y no, no nací así. Tengo mis manías a la hora de dormir, y las suyas son todo lo contrario. El día y la noche, en todo: orden/caos, planificación/improvisación, atención/despiste, perfeccionismo/ descuido, para qué seguir. La cosa es que aquí seguimos. Bueno, ella hoy, un poco más allí.

"Cómo fue"

(Creo que ha debido hacer esfuerzos, la colega, para hacer un montaje de imágenes tan horroroso, y sin pies ni cabeza, pero es la única que ha subido la canción. Dan ganas de tirarla por el acantalido u obligarle a hacer la croquetilla bajando las escaleras de la casa del Señó, como penitencia. El comienzo ya promete, pero me puede lo que me gusta esta versión de la canción. Así que, ahí va, sin anestesia. Bueno, con una poca - lo he estrechado -  porque la falta de estética me supera)

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jueves, 28 de agosto de 2014

Hace calor sin contemplación

Este final de agosto está trayendo todo el calor que no ha hecho el resto del verano. En el lugar de trabajo, aborrezco: el uniforme de teletubbie (verde a lo Dipsy), la manga corta, la manga larga, el pantalón cien por cien fibra sintética, las puertas abiertas, y el aire acondicionado que no da abasto.

Me estaba dejando el pelo largo, pero la peluquera me acaba de desgraciar. La idea y la intención, aussi. Para otra vez, supongo.

Mañana es viernes, y planes, pequeños planes, de esos para los que no se necesitan grandes preparativos, nada más que dos, y las ganas, y la intención de estar bien y reírse. Siempre me lo he pasado muy bien con L., menos en las épocas malas, claro, que también ha habido. Es una de las personas que más me han hecho, y hacen, reír. Es por eso que fue escucharla reír situada delante de mí, dándome la espalda (bueno, también por el porte y la prestancia) para saber que me gustaba, y que aquella noche la tenía que conocer sí o sí, luego ya, vino todo lo demás. 

Su risa.

Septiembre a la vuelta de la esquina. Siempre me ha gustado septiembre, porque en mi familia es un mes de celebrar la vida. El cumpleaños de mi madre, una hermana, un sobrino, el mío. No sé si quiero que llegue otoño, que se sigan acortando los días, pero espero lo que tenga que venir con ilusión.

S. viene a Madrid. Tengo ganas de verla. También de escaparme a Barcelona y devolverle la visita. A veces, pienso en mi vida en Barcelona, no es que la eche de menos, pero la recuerdo con ternura. Mi vida en el oeste, después de todo, la recuerdo con alegría y con mucha vida social, también con un poco de desfase y mucha agua de los floreros. Si alguna vez tengo que recordar mi vida aquí, no sé cómo lo haré. Hoy diría que con mucho amor. Se me ha ido toda la mala leche reconcentrada que tenía estos días. ¡Lo que son las endorfinas!









jueves, 21 de agosto de 2014

Cosas que no soporto 1

No soporto que la gente se corte las uñas en mi presencia. Se me llevan los demonios. Creo que es algo que hay que hacer en privado, en el cuarto de baño,  aunque la vida me ha demostrado que ese es uno de mis credos, pero no el de mucha gente.
Todo a cuento de que " el gerente" (que le dan a un tonto un cargo y ya sabemos, pero eso es otra historia, y no quiero salpicar con bilis la pantalla, más) hoy se ha sacado un cortaúñas, tamaño pedicura, del bolsillo derecho del pantalón vaquero, y no ha procedido a, pero me ha dicho mucho sobre él, y me ha hecho preguntarme: ¿qué tipo de persona lleva un cortaúñas en el bolsillo del pantalón? ¿en qué momento en el tiempo que ha estado fuera de su casa ha procedido a cortarse los mejillones? ¿en el transporte público? ¿por la calle? Ya no le quito la cruz para los restos.

Estoy cansada. No duermo bien. Ayer, a las 3:43 a.m., fumaba, a oscuras, sentada en este mismo sillón. A veces, funciona, ayer no. A las 7:30, era una uberwalking dead con los ojos inyectados en sangre. Colirio descongestivo, ducha, zumo de naranja, cigarro.  Resultado: globos oculares blancos, mismo sueño y mismo cansancio. Todo el día por delante. Desear que el día no fuera. Pensar en dormir. Dejarse llevar por la inercia. Coca-Cola desde las 9:00 de la mañana.
No tengo tiempo. Ni vida ni vida interior. Mal humor que solo me permite pensar en hediondeces, del tipo: cosas que no soporto.
Agosto se me está haciendo eterno. 
Agostamiento.
Ven ya, ¿no?

lunes, 18 de agosto de 2014

Bailar

 1. intr. Ejecutar movimientos acompasados con el cuerpo, brazos y pies.
 4. intr. Retozar de gozo


Me hablan desde el norte, de las picadura del pez escorpión. De una isla, en el este, me llegan imágenes de playas preciosas. Del este también, tierra adentro, piscinas naturales, y los rizos de un alguien a quien quiero mucho, muchísimo. Del oeste, el eco del calor, y un echarse de menos grande, del que no tengo foto, pero que petaría la memoria del móvil. Del centro no llega nada, porque Madrid está vacío, y a pesar de eso sigo sin encontrar mis tobillos. Aquí seguimos unos pocos como los walking dead, os habéis ido casi todos, cobardes. En vuestra ausencia, las hormigoneras y las obras varias, nos invaden. Tratamos de resistir como podemos, pero no sé si seremos capaces de evitar la invasión o dejaremos que hagan con la ciudad lo que les de la gana, que al final... Somos pocos y nos deslavazamos un poco más cada día. El calor vuelve a ser como una apisonadora. Y sí, me dais envidia.

Mientras, pese a todo,  canto esto una y otra vez. Que el fin del mundo me pille bailando, en la acepción número 4, ya yo acompaso el cuerpo, si eso.


sábado, 2 de agosto de 2014

Quiero ser éxodo

Cuando el autobús sale del túnel a las 21:57, ya ha anochecido. Lo ha hecho antes. El anochecer sucede entre las 21:40 y esa hora, cuando estoy en el subsuelo, en las tripas de esta ciudad, engullida por el metal; chirriando igual que él. Digerida. Alienada. Entonces, tras mirar la noche y sorprenderme de cómo se acortan los días, apenas miro a través de las ventanillas porque el camino ya me es tan conocido, que sé a qué altura estamos por los dos o tres baches que hacen que levite momentaneamente encima de mi asiento. Duele al caer como si te devolviera de las ensoñaciones a la realidad de hoy. De  frente, sólo los faros de los coches entrando en Madrid. De vez en cuando me pregunto cómo será la vida de los  habitantes de esos edificios que al asomarse a la ventana ven ese páramo gris, y el tráfico incesante. Ellos puede que también se pregunten sobre las vidas grises de todos los que vamos o volvemos en las orugas verdes.

Hago una llamada. No tengo respuesta. No insisto. Envío un mensaje (sms), que será leído tarde en su destino. Cuando sea leído ya estaré en otro momento, con otra disposición de ánimo, es posible que haya perdido todo sentido: el sms y yo. Da lo mismo.

Llegar a casa, encender las luces, abrir todas las ventanas para que la casa respire, soltar la bandolera encima de una silla, ponerme una Coca-cola con mucho hielo, descalzarme, dolerme de los tobillos deformados después de 12 horas de pie, fumarme un cigarro sentada. ¡Por fin! Pensar, pensar, pensar. Repensar lo pensado. Sin intención de llegar a ningún lado. No hay disposición.

La cena de hoy, la comida y la ropa de mañana. Darme una ducha para quitarme el día de encima que se va por el sumidero. Ponerme ropa cómoda. Fumar de nuevo. En silencio. Sólo las voces de los niños aún jugando en el parque. Una moto que pasa. Algún coche. Los tacones de la vecina de arriba. El ventilador del pc. Los sonidos de la casa.

Qué largo va a ser este agosto en Madrid.
Hoy, ésta canción en loop que también podría ser cualquier otra. Da lo mismo.

martes, 29 de julio de 2014



CUESTIÓN DE QUÍMICA

Ya sabes cómo somos las grasas saturadas,
parecemos estables, satisfechas
con nuestra fórmula molecular,
a grandes rasgos dignas de confianza.
Pero -siempre hay un pero-
al entrar en contacto con el aire
y, sobre todo, con el transcurrir
del tiempo y la rutina,
se nos rompen los dobles
enlaces de carbono y el oxígeno,
que ocupa su lugar,
nos vuelve impredecibles y nos desequilibra.

El proceso se llama "enranciamiento".
-No quiero que te pueda
parecer una excusa-.
Y deja siempre un mal sabor de boca.

(de Óxido, Pre-textos, Valencia, 2008, p. 24, Premio Internacional de Poesía Gerardo Diego )

sábado, 5 de julio de 2014

Dragones


"Fairytales are more than true: not because they tell us that dragons exist, but because they tell us that dragons can be beaten."
G. K. Chesterton
(Y aquí seguimos tratando de derrotar a los dragones.)

Mientras, el lunes me voy a la playa, porque al final siempre está el mar, y  si los dragones bebieran agua salada, todo el mar nos les cabría en la barriga.



lunes, 23 de junio de 2014

Poca cosa

A esta altura de la semana estoy muy cansada. Esta mañana pensé que no sería capaz de arrancarme de la cama, y luego de levantarme del sofá en el que me senté al poco de levantarme, y después de salir de la ducha, y más tarde de moverme hasta el transporte público (en realidad, iba arrastrándome por dentro, pero muy digna por fuera). Me hubiera quedado sentada en al autobús (el mismo asiento, todos los días) haciendo una y otra vez el recorrido. No acabo de entender por qué las escaleras mecánicas en el metro tienen fin, los domingos o los festivos, también me hubiera quedado en mi peldaño, subiendo y subiendo, doce horas o una jornada laboral. El caso es, que al final he podido todo eso porque no había otra. No termino de acostumbrarme a trabajar los días en que la mayoría de la gente descansa. Me doy una pena tremenda, sobre todo los domingos o los festivos, en que vamos solos el conductor del autobús y yo. El conductor me da muchísimas más pena. Los sábados es otra cosa, y no solo me doy pena yo (y el conductor), si no toda esa gente, la mayoría mujeres, en una proporción 10 mujeres por cada hombre, que como yo va a trabajar. 
Las semanas han pasado a ser de trece días, y a esta aún le quedan cinco por delante. Me gustaría hacer muchas cosas, pero no tengo tiempo. Lo poco que planeo se desbarata por la improvisación en los horarios en el nuevo trabajo.

Últimamente me pregunto, cómo será trabajar de lunes a viernes. Es que no lo sé. ¿Cómo es?
Ayer por la noche dormí fatal, estaba tan nerviosa que daba botes en la cama, después soñé con cucarachas. En el sueño, estaba en la casa de Badajoz,  las pisaba y no me daba grima o esa palabra que no encuentro para describir las sensaciones que me producen,  pero justo cuando  estaba siendo consciente de que estaba venciendo la fobia, empezaron a volar. Me he despertado a las 6:19 porque no lo he resistido. Luego he estado en un duermevela, hasta que me ha dado un tirón y se me ha puesto el gemelo debajo de la axila, casi.

Ayer me notificaron las vacaciones. Las empiezo en cinco días, y todavía no sé ni el destino. Norte, sur u oeste. Dudo entre tres sitios, los tres con playas preciosas rodeados de sitios con más playas preciosas. No sé si me apetece mucho calor, la verdad, pero tampoco me apetece lluvia e ir al norte es jugársela. En el fondo me da un poco igual, solo quiero conocer sitios nuevos. Coger el coche y recorrer la zona a la que vaya. Tomar una cerveza helada con unas patatas fritas mirando al mar, después de haberme bañado en él, me parece lo más cerca del paraíso que se puede estar. Así de simple. Ayer por la noche casi gana el oeste, porque me recordaron el arroz caldoso portugués. Hubiera dado lo que fuera por estar en la Marisquería  Lusitânia de Elvas (¡ay! Eso es trampa.). Seguir después el camino porque al final siempre está el mar.




domingo, 25 de mayo de 2014

La vida es breve

Hoy estoy entre dos aguas, y dos tipos de música bien distintas. Al final opto por una de ellas. Dejo la de cortarse las venas en asterisco para otra ocasión.
Porque la vida es breve, tú sigues durmiendo. Se irá la mañana. Luego, las prisas. Y me adapto, me adapto a la anarquía de los horarios, a comer a las cinco de la tarde, a que los planes no sean nunca, a pisar la calle sin ti a una buena hora, sin fruncir el ceño salvo por el sol de frente. Y me voy sola a dar un paseo,  compro el desayuno (merienda cena para ti), y asumo, de nuevo, que cuando tú amanezcas yo llevaré ocho o nueve horas despierta y nuestros ritmos irán desacompasados todo el día. Tomaré el aperitivo y tú un café. No es lo más importante pero suma o resta. Es aritmética.
Porque por encima de la campana gorda se prescinde de lo imprendiscindible, se le puede llamar  inconsciencia, y es entonces cuando todo empieza a no funcionar de nuevo. No hay nada más. No le des más vueltas. Se nos va la química al garete literalmete.
...cuchillo de palo.
Porque la vida es breve, no nos perdamos más.

sábado, 17 de mayo de 2014

It takes strength to be gentle and kind

Creo que hay algo que debo estar haciendo jodidamente mal, que llevo toda la vida haciendo jodidamente mal. A veces, me siento como una extraterrestre en el tema relaciones. Como un ente abstracto metido en una búrbuja, flotando a unos cuantos pies sobre la tierra, en todo lo relacionado con los sentimientos. Creo sinceramente que me irían mejor (y también a mis posibles e imposibles parejas) las relaciones con los hombres o con otras especies, vegetales incluso, los geranios, por ejemplo, porque mi planteamiento es simplista. No le doy muchas vueltas a nada y las discusiones, malentendidos, disgustos se me olvidan al segundo. No tengo que hablar sobre todo, ni compartirlo todo ni masticarlo todo ni hacer una tesis doctoral sobre cada momento cuando éste no ha sido especialmente bueno. Los olvido sin más, no les doy más importancia que la que tienen que es ninguna generalmente. No analizo mil veces las palabras que se hayan podido decir o no, buscándoles significados enrevesados que no tengan. Ni analizo la forma en que se me han dicho  ni el momento  ni nada de nada. Ni si  me cogiste de la mano, me preguntaste el nombre o me subiste al caballo. Porque no registro, no grabo, no recuerdo. Reseteo inmediatamente. Me aburren soberanamente las vueltas que se le dan a las cosas. No puedo evitarlo. Me quieres, te quiero, pues ya está todo bien, para mí. Lo que no quiere decir que todo sea válido.
El problema es que la lectura al no entrar en ese análisis exhaustivo de todo, es que no me importa nada o no me importan nada. No lo entiendo. Si bastantes esfuerzos hago pensando que es lo que se supone que tengo que decir o cómo se supone que tengo que actuar o qué es lo que se supone que ha pasado que yo no he captado, para que de repente tengamos que hacer como un psicoanálisis de todo, y me tenga que prestar al mismo, como si estuviera participando en una función con un papel que no sé exactamente bien cómo tengo que interpretar. Se me dan fatal los jeroglíficos, y las mujeres en general.

Mañana trabajo doce horas, y no sé si dormiré alguna, porque a mí lo que no entiendo también me quita el sueño.
Y sí:
"If you're so funny
Then why are you on your own tonight ?
And if you're so clever
Then why are you on your own tonight ?
If you're so very entertaining
Then why are you on your own tonight ?
If you're so very good-looking
Why do you sleep alone tonight "


domingo, 11 de mayo de 2014

Un clavel

Esta noche me han regalado un clavel reventón. No he sido consciente de:
1 - Lo muchísimo que me gusta que me regalen flores
2 - No tener recuerdo de hace cuanto nadie me regalaba una flor, y lo que me gusta.
Hasta el momento en que me he visto con la flor en la mano, y luego detrás de la oreja, y después en un ojal de la camisa. Vamos, que me ha gustado. Mucho.
Todo eso teniendo en cuenta, que no me la ha regalado nadie que fuera especial para mí ni siquiera alguien que conociera, una anónima o amónima.

Muchas veces he pensado en tener siempre flores frescas en casa, pero en realidad lo que a mí me gustan son los cactus, y de esos hace también tiempo que no tengo ninguno, ahora por los sobrinos pequeños y el miedo a que se dañen, antes por la hermana de L.

Mi sobrino, el pequeño Lama me borra el nombre, mi grado de ensanchamiento/satisfacción es directamente proporcional a las veces que me nombra.

Adoro el modo en que la luz empieza a desaparecer sobre el edificio que está justo en frente del sitio en el que ahora trabajo. Mataría por vivir ahí, pero si viviera allí,  no vería a diario como anochece sobre mi cabeza. Toda esa belleza, me la perdería. La seguiría disfrutando alguien como yo, que no sería yo, pero que a diario desde su puesto de trabajo imaginaría, igual que yo lo hago, que sería mágico vivir en un sitio sobre el que el cielo adquiere cuando empieza a anochecer esas tonalidades. ¿Sabrán los habitantes de ese edificio que tienen una luz cuando comienza a anochecer, e incluso antes, sobre sus cabezas, que no se parece a nada, que es ese cielo de Madrid  lo que a muchos nos hace soñar y querer seguir aquí? Seguramente, no. Ellos soñarán con las luces de otras tardes declinando sobre cualquier otro sitio, o no, a lo mejor ni siquiera eso. Tampoco la magia es mensurable, ni siquiera algo objetivo, y yo que últimamente no dejo de encontrar  tanta magia en todo, como en este clavel reventón que ahora está sobre la mesa.

Lo que sueñas vuela...


domingo, 20 de abril de 2014

Mejor buenos recuerdos

Esta semana la asesora de la hija puta (HP, en adelante), se tiene que poner en contacto conmigo para entregarme todos los papeles y el finiquito. A fecha de hoy, quince días después de que yo diera por concluida, de un día para otro,  la relación de explotación laboral que me unía a su mierda de empresa, no le ha salido del santo papo o de dónde sea que le salga a HP algo. Y le va a tener que terminar saliendo, porque el finiquito me da un poco lo mismo. Por suerte no me supone ningún problema gastármelo por adelantado en un abogado, para porculear y que aprenda.
No sé de dónde salen o dónde se han educado o qué enseñanzas han recibido esas personas que piensan que por el hecho de pagarte por tu trabajo tienen derecho a cualquier cosa. Es la peor experiencia laboral que he tenido en mi vida. Tampoco sé qué concepto de la educación tiene alguien que después de perder las formas y faltarte al respeto (porque se ha debido de olvidar de tomarse la medicación, en casa de herrero...) por añadir, gracias, de coletilla piensan que están siendo educadas y además se lo creen. Tampoco sé como es posible que haya gente cuya percepción de la realidad no tenga nada que ver con la del resto. No se dan cuenta que el problema está en ellas, pero no es mi función en la vida abrirle los ojos a alguien aunque no pude evitar decirle todo lo que pensaba, es por eso que HP está en su grado máximo de hijaputez, que es mucho.
En realidad, lo que único que quiero es dar por concluido este tema de una vez, y olvidarme.

Hoy he cocinado arroz con verduras al horno. Me ha quedado de maravilla para ser la primera vez.  Así que me he puesto como la Glorión.
Mañana por la mañana tengo que ir a un curso de formación en fitoterapia: "Del pico glucémico a la nutrigenómica". ¡Apasionante! No me apetece una mierda porque estaré más de catorce horas fuera de casa, pero no puedo decir que no porque así se acordó en el nuevo trabajo. Sé que es algo que a quien beneficia es a mí, porque mejorará mi cualificación profesional, pero los lunes me cuesta tanto arrancar y madrugar me parece tan asqueroso. Por otro lado, si empiezo así, la semana no puede más que ir mejorando. Hay cosas peores e incluso gente que madruga mucho todos los días, pero el mundo plantas lo tengo atragantado desde la carrera. Aunque soy consciente, desde que estoy en Madrid, que el futuro de mi profesión, está en estas alternativas y el enfoque me gusta, aunque me de más pereza que comer marisco.
Me temo que hoy no estoy muy esponja de azucar.

Llevo todo el día con esta canción.  He vuelto a ver la película de la que sale también su título (que copia) : "El marido de la peluquera". "Golosinas", es uno de los discos de Pedro Guerra que más me gusta, bueno, practicamente el único suyo que he sido capaz de escuchar en bucle.
Recomiendo la película. Quien no la haya visto que se salte el segundo vídeo.
Me encanta Anna Galiena. Me pone.



Estoy un poco atascada esta noche. La intranquilidad es un rastrillo de dientes oxidados que va rasguñando por dentro el plexo solar. A ver quién consigue conciliar el sueño. Admito ovejas numeradas.

Todo se transforma

Día de descanso. No he hecho nada. Cuando digo nada, no quiero decir nada de nada si no un poco de nada. Hoy sólo tenía ganas de estar en casa. Sola. Dedicándome a mí, porque las últimas semana han sido intranquilas, de cambios, y lo necesitaba.
Conseguí dormir más de ocho horas. Me desperté con los ojos hinchados. Retengo líquidos, también otras muchas cosas; sensaciones, imágenes, ideas, sentimientos, instantes, miedos, dudas, certezas, que por suerte no se acumulan bajo mis párpados. Imagino una marea, las olas rompiendo contra las roca del párpado móvil más inmóvil que nunca, y mientras todo eso pasa yo estoy a por uvas soñando no sé qué. No recuerdo si sueño. También puede ser la cafeína del contorno de ojos milagroso que me aleja de la condición de mapache y me acerca a la de un sapo.
Hablo con L. Me cuenta sus aventuras con la desbrozadora. La vida es apasionante también en lo cotidiano. No sé si afirmo o pregunto.
Me apatece comer verde. Como verde, resistiéndome a la vocecilla de unos gnocchi que me tientan, pero no.
Pongo una lavadora de ropa blanca. Las ropa irradia e ilumina aún más una de las  habitaciónes de esta casa ya de por sí iluminada. Me gusta el olor que desprende  la colada, y este tiempo que hace hoy que amenaza lluvia, pero tampoco. Este sol de primavera.
Me llegan fotos de E. Me invade la ternura. Me llena de amor. Definitivamente tiene el gen G. Es como si el aire tuviera un nuevo componente y al inspirarlo me pusiera blandita y rosa. Soy una esponja de azucar. Me siento bien como hace mucho tiempo no lo hacía. Trato de retener la sensación. La retengo. Ya es mía. Esta sí la guardo debajo del párpado izquierdo.
Vuelvo a hablar con L. La desbrozadora ha muerto. La quiero. También a la desbrozadora por morir.
Me empieza a doler una cadera. Cojeo del salón a la cocina. Me invento, mientras preparo un café descafeinado en la cafetera italiana,  que tengo una antigua herida de guerra que me avisa de los cambios del tiempo, pero no sé dónde ni como fue que sucedió la herida. Tengo sueño otra vez, y poca imaginación. Vuelvo a la cama. Pienso en escribir. No sueño nada. Cuando despierto tengo la misma sensación de bienestar (a pesar de la cadera) de antes. Me imagino arrastrando la pierna de por vida a bordo del Pequod como el Capitán Ahab.
Tengo antojo de torrijas, pero hago tortitas con chocolate. Disfruto comiéndomelas. Mucho.
Escucho música. Anoto un par de películas que quiero ver. Estudio inglés. Ayer aprendí a decir tirita, en más de cuatro idiomas. Los guiris en Madrid están  fatal de los pies.
Me gustaría que estuvieras aquí.
Y así, se ha ido ya el día.
Cada día estoy más convencida que lo que canta Jorge Drexler forma parte de las cosas de la vida que son así. Puede que ahora vuelva la calma. Deseo calma allí donde no la di.

sábado, 12 de abril de 2014

Cuando salgo de casa de mi hermana E. todavía es de día o de tarde. Hay luz natural. Después, el suburbano, y aún después el autobús saliendo del intercambiador. No sé quien se ha comido la luz. Cual de los dos tiene más fuerza o tragaderas para hacerlo. El caso es que después del túnel está la noche.

Escucho entre cabezadas la conversación de un hombre de unos cincuenta largos que va sentado delante de mí. Habla con su pareja. Miente diciendo que en diez minutos llega o a lo mejor es solo otra su percepción del tiempo. 
 - ¿Eh? ¿eh? ¿eh? - me pone nerviosa.
Creo que al otro lado hablan entre dientes, el plan que propone es matador. Quedar en el bar X a ver un partido de fútbol
Imagino que  siguen refunfuñando  al otro lado.
- ¿Eh? ¿eh? ¿eh? ¿eeeh? - sigue diciendo el hombre.
Sigo dando cabezadas.
La pareja al final consiente, y el hombre se queda más ancho que largo. Planazo de sabado night.

Me sigo durmiendo. Se me vence la cabeza, y no son ni las diez de la noche.
Mientras voy pensando en comida, y en lo importante que se ha vuelto en los últimos tiempos despertar por la mañana y sentirme bien físicamente. Es por eso que cada vez tolero menos el alcohol. He tomado una cerveza en el aperitivo, acompañado la comida con vino tinto, y no he sido capaz de terminarme un gin tonic, de una ginebra selecta que mi cuñado A. ha comprado para la ocasión, igual que el vino y la cerveza. He perdido mucho peso en los tres últimos meses, y eso también hace. Hoy celebramos que esos tres meses pasan a la historia, que E. hoy tiene 18 días, y es preciosa y tiene los genes de Pepe, mi padre, por suerte sin el tórax en quilla, y que A. cumple 42 años.

L. está en su tierra, a veces, me gusta estar sola, como ahora. También creo que es absolutamente necesario para mí, aunque sé que hay quien no tiene esa necesidad. No creo que eso signifique que se quiera más o menos. No es una medida de nada, pese a que sea políticamente incorrecto, por expresarlo de alguna manera,  decirle a quien quieres que necesitas estar sola. Tenemos que aprender también eso o tienen que aprender eso de mí, solamente significa que hay quien necesitamos espacios, de vez en cuando. En el fondo creo que soy tan solitaria como sociable. No poco de ninguna de las dos.

S. me sigue gastando el nombre. Pude oírle cuando fumaba un cigarrillo en el patio, llamarme insistentemente, como no acudía me volvió a llamar abuela M. Creo que lo hace a posta. Fue en ese momento de la tarde en que hubo una pequeña tormenta:  las gotas caían sobre el agua de la piscina, la melancolía empezó a invadirme, deseé que alguien me abrazara y ser azul. Su vocecilla sonaba reclamándome y me devolvía a la realidad del amor sin más. No me pude fundir con el gresite azul aunque me hubiera parecido hermoso. Me gusta el gresite, pero aún más el pavés, y nada más.





jueves, 6 de marzo de 2014

Mi arma

Hace un día estupendo en Madrid. Es como si de pronto, de ayer a hoy, la primavera. Que hoy nadie me dé guerra, porque no pienso dejar de perderme en el azul del cielo.

"De Madrid el cielo y, en el cielo, un agujerito para verlo"

viernes, 14 de febrero de 2014

Peluqueros

Me gusta mucho mucho esta canción. Me trae recuerdos de un año de mi vida que fue muy especial. Me recuerda desayunos, comidas y cenas en la terraza de un ático de Madrid. (Vale, que no he cenado todavía). Los amigos de entonces. Las reuniones. Fiestas. Barbacoas. Un paraíso por encima de todo el gris del asfalto. Una isla, un oasis lejos de las prisas, la monotonía, lo mediocre. Un paréntesis. Una alegría. La sonrisa diaria.  El optimismo de entonces. Los proyectos. Los sentimientos como el centro de toda la existencia. Me recuerda muchas muchísimas más cosas, pero me siento incapaz de aplastar el corazón contra la pantalla.


lunes, 10 de febrero de 2014

Un compromiso

Esta semana va a hacer un año que volví a Madrid. Un año, ya. Tan poco o tanto. El tiempo pasa volando. (Mierda de ripio). Como no soy de hacer balances, no lo voy a hacer. No sé cómo me iría o como me hubiera ido en cualquier otro sitio o si no hubiera venido y me hubiera quedado en el Oeste, por ejemplo. No puedo comparar algo real con nada o con lo que pueda imaginar.

Hoy estaba agotada. Me levanté con la cara y los tobillos hinchados. Me cuesta recuperarme de las jornadas maratonianas en la nueva cueva. Lo cierto es que llego a pasar trece horas y cuarto de pie. El otro cuarto de hora de la jornada es el tiempo en que tengo que comer o engullir: a lo pavo. Así que he dado con la misma (o aún peor) perra con distinto collar, pero bueno tampoco quería hablar de trabajo porque me aburre.

He estado comiendo en casa de mi madre. He visto a tres de mis sobrinos. Llevaba tiempo sin verlos. Mi sobrino S. (el Rizos) me llama abuela. Tiene un poco de lío, la verdad. Su lío me hunde en la misma miseria o por debajo de ella. Le salva que no se quería ir sin mí, - a las abuelas se las quiere mucho. Ha venido a buscarme, me ha cogido de la mano y me ha llevado al ascensor varias veces, hasta que hemos tenido que engañarle. Se ha ido llorando.

Esta semana la nutricionista que va a la cueva, que es tocaya mía, la verdad es que hay una plaga de tocayas en el barrio aquel. También hay un montón de familias numerosas, pero no de tres churumbeles, no, de cinco para arriba. Es que es un barrio un poco del Opus. Están allí contentrados. Dan un poco de grima, pero son educados. Eso les salva. Un poco encorsetados también están. Más ellas que ellos. Las ellas suelen ser siempre más desagradables que los ellos, si se trata de ser desagradables, pero en la vida en general, no solo la gente de la secta esa. Bueno, pues la nutricionista me pesó (bueno, me pesé yo solita, que ya llego) en su megabásculasideral. Una de esas a la que solo le faltan ojos para decirte de que color llevas la ropa interior bajuna. La megabáscula, a la que adoro, determinó que tengo una edad metabólica de 25 años. ¡Toma, ya! Todo está relacionado con el índice de grasa corporal; yo estoy en negativo. Así que pidiéndole perdón a el Rizos porque sé que no me leerá nunca y porque me va mejor,  me voy a creer a un objeto inanimado. Esta semana estaba en negativo en general. Hoy se me ha pasado un poco.

Leo a alguien que ha vuelto a escribir. En mi cabeza de golpe la canción que lleva unos días rondándome. Alguien me contó hace poco que vio actuar a Machín (me hago un poco de lío yo ahora, con lo de ver/actuar, lo correcto sería vio/escuchó o escuchó/vio en/un concierto. No sé,  le preguntaré a la báscula sideral), en las fiestas de su pueblo, cuando era pequeña. ¡Qué pasada! - pensé. En mi infancia en fiestas recuerdo a: Rosendo, Obús, Barón Rojo, y Ramoncín. Ahora, ya llevan a Bertín Osborne, Karina, y a las Nancys Rubias (que parecen no tener signo político).

Hoy es el cumpleaños de ese alguien. ¡Felicidades!
Por cierto, no se me tenga en cuenta la moñada del montaje de fotos que se han marcado para la canción. Es la versión completa que mejor sonaba.