sábado, 22 de junio de 2013

Atonía

Últimamente todos los días son iguales. La única diferencia es permitirme no poner el despertador los sábados y los domingos. Con lo que consigo despertarme aún más temprano.
 
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E.
 
Ayer mantuve una conversación con ella. Buscó un momento en que yo había salido a fumar a la terraza, en casa de mi madre, para decirme ese tipo de cosas que no nos gusta oír a nadie. Que E. desapruebe alguna de las últimas decisiones que he tomado en mi vida, es algo que me disgusta. Pero también es necesario que alguien deje de darnos palmaditas en la espalda como si todo estuviera bien, siempre, para recordarnos esas cosas que no debemos olvidar. Me removió, como si con sus palabras-batidora se me hubiera montado una clara a punto de cualquier cosa aquí dentro. Una clara montada enorme, espesa, cierta, que ahora lo ocupa todo y no me deja pensar en otra cosa que no sea todo lo que me dijo. Sé lo mal que lo pasó poniéndome la realidad sin adornos sobre una bandeja. Esa realidad que se me hace bola, si me paro a pensarla. Quiero muchísimo a mi hermana E.
 
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Constato en mis propias carnes (que cada vez son más dada la inactividad), que el panorama laboral es desalentador. En realidad, puede ser que lleve un mes y medio tomándome en serio el tema. Ocurre que una no es realmente consciente de cómo está todo hasta que no lo vive en primera persona. Una piensa: bueno me quedo en paro, pero "porque yo lo valgo" tardaré nada y menos en volver a encontrar algo. Tal y como ha pasado las otras veces: primer c.v. enviado, primera entrevista, y contratada.  Los otros, el resto, esos otros casi seis millones de personas que se encuentran en las mismas circunstancias, es que no lo valen. Es un pensamiento muy feo, pero que venga alguien que se quiera medianamente, y me diga que no ha tenido el mismo pensamiento en estas circunstancias. Pues bien, eso no es así. No es cuestión de que tú lo valgas o no lo valgas, es que hay casi 6 millones como tú. Tal vez con más formación, con más experiencia, con menos años, más altos, más guapos, más simpáticos, más litos, más inteligentes, más espabilados, con más recursos, con más valía y, de nuevo, con menos años. Es por eso que me saca de mí leer según qué en algunos sitios.
-  ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Soy el planeta Tierra, como no bajes de la nube de ignorancia en la que flotas el morrazo va a ser chico.
 
Me da miedo el futuro, y estoy enamorada de Ángela Molina y Coque Malla.