jueves, 29 de octubre de 2015

28/O - Tocada. 29/O - Agua


"La vida es vana,
Un poco de amor,
Un poco de odio,
Y luego buenos días..."
Zenobia Camprubí Aymar


Me cuesta hacer cosas sola. Me da pereza el pensamiento de yo andando por la calle camino de hacer cualquier cosa que tenga que hacer, aunque, en realidad, salvo para salir por las noches que para eso sí... He estado muchos años acompañada, pero haciendo sola todo el resto de vulgaridades que hay que hacer en esta vida para que sea llevadera o más cómoda. Léase, hacer la compra, bancos, papeleos varios, solucionar todos los imprevistos marrones que hayan ido surgiendo y todo eso que forma parte de la vida de una persona corriente. Nada extraordinario. Supongo que como que haga o deshaga ahora solo me afecta a mí y no facilita o complica la vida de nadie más, pues me da un poco lo mismo.
Estoy un poco seta.

Me doy cuenta de todo lo que me gustan los trabajos que se realizan con las manos porque, pese a ser manuales, me mantienen totalmente concentrada sin pensar en nada más. Me gusta, por ejemplo, la fontanería. Hoy tuve que cambiar el mecanismo de la cisterna, la llave de paso de agua del lavavajillas  y el grifo de la cocina.  Es tan sencillo todo: llaves de paso, latiguillos, llave inglesa, desenroscar, cinta de teflón, enroscar. Et voilà! La vida podría ser un poco así. Que hay fugas de amor; teflón. Que afloja o aprieta; llave inglesa. Que se acerca o aleja; cambiar el latiguillo. No sé qué está pasando últimamente con el agua y mi vida. ¡Chap, chap!

La mujer del estanco me pregunta siempre, "¿Qué deseas?" No responde nunca a mi "Hola" o "Buenos días", sólo pregunta eso. Yo creo que un poco omite la palabra coño entre  "qué" y "deseas", que  lo que realmente quisiera decir es, ¿Qué coño quieres? Eso que se ha quedado  mordido en la lengua de todo el que trabaja cara al público, en alguna ocasión.  Le pido las dos cajetillas de tabaco (por favor y gracias) y me voy por donde vine, siempre (hasta luego), pero también siempre se me forma la imagen de una genia gruñona que es ella, saliendo de una pipa de agua, capaz de concederme todo lo que deseo (ahí la tienes, con lo malasombra que es). Vuelvo entonces a casa, caminando despacio atravieso el parque mirando un poco al cielo, un poco a los niños jugando, un poco al agua estancada en el laguito artificial, pensando en qué deseo. Hoy no sé qué deseo, otras veces tampoco. Creo que tengo el deseo anulado. Y eso es bien o mal, no sé.


lunes, 19 de octubre de 2015

Llamadme desenfreno

Llevo desde el viernes con fiebre, no todo el tiempo, a ratos. Despierto con fiebre por la mañana y de la siesta también. Pero dormir me hace bien, pese a que despierte como si llevara un buen globo. Es raro, porque no me siento mal del todo moviéndome en el búnker, pero esta mañana traté de ir a comprar palmeras de chocolate. No llegué. Empezó a diluviar de nuevo y me mareaba, pensé quién me recogería si me caía en un charquito, concluí que nadie, porque el barrio estaba desierto. Así que, chinu chano, volví sobre mis pasos. Mira que tengo antojo de palmera de chocolate desde el viernes, pero no, no pudo ser. 
Me parece una mierda que sea el fin de semana que libro el que me pase esto, y por otro lado me alegro porque no sé qué hubiera sido de mí si hubiera trabajado. Bueno, sí. Hubiera sido igualmente.

He empezado a estudiar hace dos semanas, pero voy a tener que dejarlo porque no me da la vida. Me he sobrevalorado. Ni soy Batman ni tengo capita. Pensé que iba a poder con eso de salir de casa a 8:00 de la mañana y llegar la 1:30, pero no, sobretodo porque voy pasada de vueltas y de las horas escasas que tengo para dormir, duermo la mitad. Claro, así he hecho plof cataplof esta semana. La gente de clase ha creado un grupo de whatsapp en el que yo apenas participo, porque me aburren un poco los grupos y como esa disponibilidad inmediata que supuestamente tienes que tener. Me llama la atención que en un grupo de gente tan heterogéneo, no sé, hay desde chavales con 19 años que viven con sus padres, hasta treintañeros o cuarentones como yo, que han dado muchas vueltas, gente con trabajo la menos, eso sí, pero vamos que cada uno viene como de un planeta distinto, pues a lo que iba. Me sorprende que desde el primer momento se planteen quedar para barbacoas, dar una vuelta, salir el fin de semana, y la gente quede. Creo que estamos muy solos. Lo que no quiere decir que yo esté muy acompañada, solo que me sorprende.

Hoy no he hecho absolutamente nada. Hiberné. Me automediqué con todo lo que entallé, aquí no se puede decir lo de cuchara de palo. Le solía decir  a L., que se notan los años también cuando en el botiquín de casa no estaba solo el paracetamol y el ibuprofeno de cuando nos conocimos, sino remedios para casi todo lo que te pueda pasar. Cociné para toda la semana eso sí. La cosa es que después de cocinar tanto, no tengo hambre. Solo me apetece chocolate. Así que me estoy comiendo unas chocolatinas caducadas que han aparecido en un armario y que se me pasó darle a mi sobrino S., el año pasado. Son chocolatinas con el dibujo de Rudolf o Papá Noel ¡hop, hop,hop! Total.

Hablo por teléfono con el Oeste más de una hora, pero también me aburre hoy hablar por teléfono. Nunca me ha gustado el teléfono. Me acuerdo cuando a Y. en casa de sus padres le ponían un candado en el teléfono de rueda, para mí era un alivio. "S., que llama tu noviaaa" -  decía mi madre un porrón de veces al día y yo ya sabía que no iba a poder retomar lo que estaba haciendo hasta pasadas dos horas al menos. Ahora ya, no se pueden usar candados y la gente tiene unas tarifas planas del 15. A mí de doscientos minutos me sobran más de la mitad. Tan solo me han faltado cuando he tenido una historia de amor amor, en la distancia, que son un rollo también, más si eres como yo de hablar poco por teléfono, y te tienes que contar cosas tan insustanciales como lo de las chocolatinas o el antojo palmeril. En fin, un suplicio porque a veces no tienes que contarte. Si te llaman y no hablas mucho, por qué no hablas, que si estás rara, que si qué pasa, que si estás fría, que si no me quieres, que si, que si, que si... Drama mode. Total, que al final tienes que estar pegada al teléfono más tiempo de lo que esperabas,  de haberlo sabido hubieras hablado como una cotorra desde el principio.  Alguien debería desarrollar la App Candado.
Agradezco, hoy, no tener a nadie en lontananza.
Me voy a hibernar.





jueves, 15 de octubre de 2015

Hace frío en Madrid. No el frío que llegara a hacer en invierno, pero nos vestimos de primavera-otoño y a eso de las siete, cuando el sol se va, tiritamos todos un poco. Es bonito tiritar aunque no de frío. Yo recuerdo haber tiritado con alguien. Tirititemblar, es bonito... ¿Te acuerdas tú?

Hoy se me ha pasado un poco todo. Por fin he dormido, y la vida, la mía, aunque sigue siendo la misma, con las mismas circunstancias porque nada ha cambiado de ayer a hoy, me parece llevadera. Yo qué sé. Tampoco quiero pensar mucho.

He ido a una reunión del trabajo, de palmadita en la espalda,  y luego he pasado la tarde con Y. Eso también me hace mucho bien. Hay pocas cosas que me hagan tanto bien como estar con Y.  Eso  que se nos va un poco la pinza a las dos y sí,  soñamos y hablamos sobre todo lo que podríamos hacer que no haremos, es todo tan surrealista... que nos da lo mismo y seguimos inventando lo que no será nunca. Así llevamos  27 años, pero lo mismo un día, quién sabe...

Cuando llego a casa echo de menos hablar con alguien, pero nadie tiene estos horarios búhos  míos, y me tengo terminamente prohibido desde hace años entrar en chats y páginas así, porque me doy un poco de miedo, para qué voy a decir otra cosa que no sea.  Bueno, bien pensado, puede que sea mejor así. Agradezco, por ejemplo,  que H., tenga esos horarios incompatibles con los míos y que no me haga ni puto caso, también. Gracias H, por ignorarme de este modo. No sabrás nunca el bien que te estás haciendo, pero si eso, deja de darle al "me gusta" e invítame a una cerveza, ¿vale?. Vengahastaluego.