Querida, H:
Te escribo por fin,
después de tanto tiempo. No para explicarte que me encontré un unicornio
y he viajado de arcoiris en arcoiris en mundos que eran rosas comiendo algodón de azucar, y por
eso me desaparecí del mapa, que ojalá hubiera
sido sino porque en este último tiempo me ando acordando de ti y se me
quedan cortas las otras vías por las que nos comunicamos
esporadicamente. Tú ya
sabes de mi aparente desapego. Esa tendencia mía a la soledad, a pesar
de lo que me gusta la gente ( la gente que me gusta) y que no se me da
nada mal sociabilizar, pero me gusta tanto la gente como estar sola y
con frecuencia me puede más lo segundo. Me gustaría retomar nuestra
correspondencia, ahora que dispongo de algo más de tiempo libre. Echo de
menos saber de ti de una forma más extensa, de tus días y esos correos
que con su cotidianeidad
amenizaban la mía. Me gusta como cuentas, ya lo sabes.
De
este verano, al que ya le queda poco, lo único que voy a
echar de menos son estos días sin obligaciones en que salgo a la calle
en bermudas, camiseta y sandalias y hago las cuatro cosas que tengo
pendientes, a primera hora,
antes de que el sol pegue de lleno. Me gusta la ligereza de la ropa y la
luz de estos días. Esta mañana me deslumbré. Yo, que hace tanto que no
me deslumbro por nada. La luz se reflejaba en la gravilla blanca del
parque que hay delante de casa. Por un momento tuve que achinar los
ojos. Era como verlo todo con rayos equis, un flash, un selfie del
universo o los del google maps haciendo fotos desde el satélite que sea.
No había ningún ovni y para bien o para mal no he sido abducida
tampoco, aunque es posible que a ti te haya pasado por la cabeza, por la
falta de respuesta a tu último e-mail. Sí, me lo puedes decir, de
nuevo estoy suponiendo demasiado.
Después vuelvo a casa despacio, dando un paseo. Cocino, trato de comer bien. Cojo el sueño leyendo, qué maravilla que las letras se deslíen y el libro se venza sobre el pecho. Siesta. Buscar algo en lo que entretener la tarde. A veces, me obligo a salir porque la verdad es que solo tengo ganas de estar en casa. Estoy cansada físicamente, H. También psicológicamente, pero he decidido hace un tiempo no machacarme mucho la psique y ahí ando arrastrando los pies que no el cerebro.
Después vuelvo a casa despacio, dando un paseo. Cocino, trato de comer bien. Cojo el sueño leyendo, qué maravilla que las letras se deslíen y el libro se venza sobre el pecho. Siesta. Buscar algo en lo que entretener la tarde. A veces, me obligo a salir porque la verdad es que solo tengo ganas de estar en casa. Estoy cansada físicamente, H. También psicológicamente, pero he decidido hace un tiempo no machacarme mucho la psique y ahí ando arrastrando los pies que no el cerebro.
Tengo
antojo de zumo de tomate a todas horas. Esta semana
he visitado todos los días el supermercado para comprar. Tengo la
despensa con reservas como para dos meses, a más de dos zumos diarios.
Soy un poco excesiva con los antojos que puedo permitirme. Después me
cansaré y terminarán caducando. Me acuerdo de mi padre cuando me sirvo
uno en un vaso bonito, cuando le echo la sal y la pimienta y después
cuando le doy vueltas con la cucharilla. Me vienen a la cabeza otros
veranos de hace ya tantos años...
Hoy fui a casa de mi madre, una vecina en el ascensor me
dijo cuánto le recordaba físicamente a mi padre, pensé: es el zumo de
tomate y oye, quién sabe. Lo único que no deseo es perder el pelo,
quedarme calva como él o mi tía abuela África y que luego llegue un
sobrino nieto cabrón a tratar de arrancarme la peluca, por lo demás
está bien parecerme.
Ya ves que la vida por aquí sigue siendo anodina. Por otro
lado también me he propuesto no hablar más de sentimientos románticos.
Entonces tengo que recurrir a lo del zumo o lo de la luz, porque
sinceramente no escribir sobre sentimientos es muy complicado. ¿Acaso
todo lo que se escribe no trata sobre el amor o la muerte? Inténtalo tú,
verás qué complicado.
Este año tampoco he ido a la piscina. Me horrorizan un poco
las hordas de niños, los pícnic piscineros, la falta de sombra, la
música de otros a toda pastilla y la no educación ajena. Si lo piensas
un poco lo absurdo de sentirse como un garbanzo en remojo en azules, sí,
pero sin poder nadar. Así que estoy cetrina, pero bien. Aquí me río, pero no lo entenderás.
Hoy
vi la foto que subiste a Facebook, sigues en Menorca. Estás guapa, ya te lo escribí esta mañana. Eso que no estás de vacaciones. La proximidad
del mar
hace que todo sea otra cosa ¿verdad? El mar es posibilidad.
Hoy ha salido una noticia en la que se dice que Madrid es una de las ciudades mas adulteras de Europa. ¿Cuándo vas a venir?
A lo mejor llueve.
A lo mejor llueve.
Un abrazo, H.
preciosa carta.
ResponderEliminarm.
Un abrazo, arponauta (:
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