miércoles, 13 de abril de 2011

Oído.


De diecinueve horas despierta, son los cuarenta minutos contigo, tan breves antes como interminables hoy. De esos cuarenta de angustia, tan solo bastó un minuto, ya lanzado el dardo envenenado, inaprensible, sin no retorno, cruzando, rasgando el aire en busca de su diana. Unos segundos tan eternos como prescindindibles, lo que tardaron en hacer vibrar las duras palabras como un puñetazo el tímpano, después imparable la vibración en su recorrido, amplificaron impasibles martillo, yunque, y estribo, a galope atravesó ese dolor aún sordo endolinfa, kamikaze, un golpe seco contra su objetivo, de lo mecánico a lo eléctrico, y ahora sí, es el sonido de tu voz no una alucinación auditiva la que me desequilibra el mundo. Los treinta y nueve minutos restantes apuntalando el físico, había que mantener unas pocas horas más el tipo. Resuena ese sonsonete. Martillo, yunque y estribo.

5 comentarios:

  1. ¿es amor o desamor por lo que peligra tu cabeza? Me encanta está versión.

    ResponderEliminar
  2. ¿esta? http://www.youtube.com/watch?v=tEN4dXA5BbI
    ¿clásica, eh? ;0)

    ResponderEliminar
  3. Rosario, buena pregunta,...La cabeza físicamente aún en su sitio lo que se pierde es el equilibrio en lo albergado en el mediastino medio.( Saliendo por peteneras)
    Gracias por pasarte y por el comment :)

    ResponderEliminar
  4. BO, clásica, clásica, vamos que una se pregunta si a ese ritmo es posible perder nada :)
    Saludito, y gracias!

    ResponderEliminar
  5. Hay palabras que matan, que duelen más que un golpe, que rasgan la piel y el alma..

    ResponderEliminar

Ellas/os también silbaron.