viernes, 13 de diciembre de 2013

Take this Waltz

Estos días duermo sepultada bajo un montón de ropa. Aunque más que dormir (no duermo mucho), me sepulto, directamente. El edredón nórdico, una manta, y dos colchas, las tres últimas dobladas, puestas una encima de otra. Quedo como el guisante de la cama de la princesa. Creo que me estoy volviendo aún más friolera o que combustiono por las noches desprendiendo todo el calor, para no quedarme con nada.
 
Hoy hace un frío de esos que duelen los ojos. Está melancólico y pensativo el día. Es por eso que se pone gris. Por las tardes la calle huele a leña quemándose. Hace un rato vi como la descargaban en alguno de las casas de enfrente. Las mismas que tienen esos pepinazos de coches aparcados en las puertas. A mí, ese olor y el humo saliendo por las chimeneas,  me recuerda a muchos fines de semana de la adolescencia. Me recuerda a días en familia, a  risas, a piñas, a castañas asadas, a paseos por el monte, a juegos de mesa, a chocolate caliente...  No sé qué es lo que ha hecho el tiempo con esa adolescente que fui, porque hoy pese al recuerdo no cambiaría una calefacción central por nada.
 
Después de la ducha de esta mañana, con agua hirviendo, me quedé nueva. Pero me pica la espalda. El punto muerto de la espalda se sitúa en  esa zona en la que por mucho que te abraces jamás llegas  para ponerte crema. Es por eso que la gente se empareja, por nada más. Es el punto muerto el responsable de todos los amores y desamores.  No sé por qué, durante el contorsionismo, me dio por pensar que he estado con mujeres en cuyos codos se podría encender una cerilla. ¡A los codos te llegas!
 
Hablo con Y. esta mañana. Llegamos a una conclusión. No son las emociones ni los sentimientos lo que nos mueve. Es el picor. Me he reído mucho hablando con ella. El picor nos lleva a hacer cosas que jamás pensaríamos llegaríamos a hacer. Se piensan luego. Es una fuerza sobrenatural, por la que te dejas arrastrar con gusto, para qué vamos a decir algo que no sea. Como si de golpe tuvieras un poder súper (que te lleva a querer),  entre las piernas, que lo ocupa todo. Y tu misión en la vida fuera alimentarlo y compartirlo, sobre todo compartirlo. Solo estáis tú y el picor, de momento. Necesitas la colaboración de terceras personas, que seguramente ya estén en el punto de mira. Entonces esa fuerza arrolladora te lleva.  Te dejas arrastrar y arrastras. Sin conocimiento.
 
Pienso mucho últimamente, en la cantidad de cosas que me quedan por ver. En las que no he visto nunca. No he visto amanecer ni atardecer en tantos sitios... También pienso en la cantidad de libros que me quedan por leer como una misión imposible. En si dentro de mis posibilidades podré seguir leyendo como hasta ahora, con los dos ojos. Pero eso es otra historia.
 
Tengo ganas de que alguien me invite a cenar. Una cena como romántica, pero sin que necesariamente haya amor ni nada que se le parezca. Sin que pique nada, también. No sé, que alguien viniera a buscarme y me llevara a cenar a un sitio bonito, cálido, acogedor. Alguien que me hiciera reir. Soy un estómago agradecido. Si es algo como romántico no creo que nadie me invitara a cenar sardinas, ni mollejas, ni casquería en general: es lo único con lo que no puedo. Eso incluye el foie: casquería procesada. También podemos descartar el marisco, me da pereza. ME, decía que no dijera que me daba pereza comer marisco porque quedaba como un poco vaga. Pero la realidad es que me da pereza, mucho trabajo para comer tan poco y mancharse tanto. Cuando tengo hambre me quiero saciar enseguida, soy muy básica. Así que esa tarde previa a la cena romántica, merendaré. Decidido.

Me envía un whatsapp S. Está en Bilbao. Se acuerda de un viaje que hicimos allí. También yo me acuerdo. Es curioso la prontitud con la que acuden los recuerdos que parecían estar en el último cajón de la memoria. Es sorprendente, a favor de S., que tengamos tantos años después esta buena relación. Que nos queramos de otra manera.

Ha empezado a llover. Auguro una tarde de manta y libro.

Y de esto que me acompaña insistentemente:
 
PEQUEÑO VALS VIENÉS
 
En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hau un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio.
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del "Te quiero siempre"

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en las fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

Federíco García Lorca.
 


No se puede con tanta genialidad. Qué enormemente grandes.


4 comentarios:

  1. He pensado en los puntos muertos que tenemos...
    Y la versión de Cohen, qué? Me entusiasma este vals y que pocos puntos muertos tenía entonces Lorca...
    :)

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  2. La versión de Cohen (de ahí el título del post) es otra genialidad, y anterior a la Morente, pero estaba yo un poco más de "quejío".
    Para los puntos muertos habría que utilizar retrovisores auxiliares, y dobles pedales como los coches de las autoescuelas. A Lorca no le hacía falta de nada.
    Un beso, Victoria.

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  3. esa canción me mata, duele al escucharla en la voz de Cohen , es buenísima. tu post y la sensibilidad que desprende también me ha gustado mucho

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  4. ¡Ey, Ripley! Alien: resurreción (;
    Un beso.

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