viernes, 14 de septiembre de 2012

La vida.

Vuelvo ahora de tomar unas cañas. Cinco personas sentadas entorno a una mesa, de un bar situado en la plaza de la Catedral, cada una con su historia. Particularmente curioso escuchar y compartir con M. y C. que están en dos puntos bien distintos de una historia de amor. El principio y el final. Alegrarte con Miguel y no dejar de envidiar su sonrisa de oreja a oreja. Escucharle hablar de las cosquillas en el estómago que siente cuando habla con Giuseppe, que vive allí a orillas del Adriático, en  Bari, (que a mí también me hace pensar en conversaciones no tan lejanas en el tiempo) y ha tenido que buscar Badayork en los mapas. Como quien busca un tesoro. Cómo se le iluminan los ojos a M. cuando le nombra, y cómo cuenta que esto le ha cogido a traición cuando menos lo esperaba. "No me lo esperaba a mi edad. Llevaba sin sentir esto tantos años"  Se siente como en la adolescencia, y palabra que ha rejuvenecido.
Se hace complicado cambiar el semblante, dejar de hablar con quien tienes sentado a tu derecha M.,  mirar de frente y encontrarte con los ojos de C. que se llenan de lágrimas por lo que a partir de hoy mismo no será. Dar palabras de aliento. Abrirle los ojos. Acompañarla en su tristeza. Consolar en vano porque todo al final es cuestión de tiempo.(Por cierto, no soporto la expresión: "No te merece"). Encontrarte hablando con  C.  de su ya no historia, y darte cuenta de que todas y cada una de las palabras que salen de tu boca referidas al interfecto son aplicables a ti, pero no te las aplicas porque ese es un ejercicio que podría llevarte a lo más profundo, a esa parte de dónde no quieres llegar,  y tú hoy has salido a tratar de vencer la inanición, la soledad y la tendencia al aislamiento de estos últimos días.
Mientras Mo, dice que ya no cree nada. Que no se cree a nadie. Y alienta al del principio a pesar de su incredulidad, y a la del final precisamente por ella.
Y G. siempre G. tratando de poner el punto de humor, que de todo hay que reírse en la vida.
La vida. 
La cara y la cruz.

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