sábado, 15 de septiembre de 2012

En sábados como este.

A las 16:30 vuelvo al trabajo. Odio estos sábados de mierda en que soy más consciente que nunca de la pérdida de tiempo. De la inmovilidad. De mi inmovilidad. Del abuso del que puede, y al que se lo permito, que me paga igual un sábado un domingo o cualquier festivo. Mi tiempo no tiene precio, entérate (lo pierdo porque es mío y  porque ahora no sé hacer otra cosa) pero al menos cumple con este convenio miserable, que los sindicatos, vendidos, vendiéndonos,  han despojado incluso de la antigüedad. No soporto mi gremio.  A esa panda de explotadores que han nacido con una estrella en el culo, y han heredado de sus padres el negocio del siglo, que a su vez lo heredaron de los suyos, y será heredado por  los bisnietos.  (¡Liberalización, ya!). Que se ponen sus batas blancas, resplandecientes, inmaculadas, que nunca ensucian. No soporto la pleitesía que os rinden. ¿Qué habéis hecho vosotros? A todos vosotros quisiera veros no pasando solamente a hacer caja. No solamente frotándoos las manos, y tratando de hacer que venda aquello que os da más beneficios, aunque su precio sea superior a cualquier equivalente y estéis engañando a quién pide vuestro consejo y os besa el culo. No soporto a todos aquellos que  anteponen a su nombre Don,.y te hacen dirigirte a ellos de esa manera. Cuando lo que te viene a la cabeza es soltar un Don Mierda, por ejemplo.
Ahora empezáis a llorar porque resulta que la crisis también os afecta. ¡Jodeos! Es posible que ahora tengáis que empezar a trabajar, y es posible que haya sábados en que a vosotros tampoco os apetezca sonreír, aunque no sea precisamente solo por todo esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ellas/os también silbaron.