La necesidad de salir corriendo a
toda pastilla, dejando una estela de mierda sideral a mi paso. Esto último de un modo no voluntario, qué más
quisiera yo que así no fuera. Habérmela traído toda conmigo. Tal y como la llevé.
Mía es. Tuya
no.
Tanta tienes. Tanto vales.
Así, no. Así, no. Lo sabes.
Mientras, dentro todo bulle. Desgarro.
Inquietud. Miedo. Agobio. Ansiedad. Contradictorio querer estar y no estar.
Contradictoria el deseo de inmovilidad y a la vez el de salir corriendo.
Paralizante.
Así, no. Así, no. Y lo sabes.
Tetania cardiaca.
Ahora vas y lo haces. Y voy y lo
hago. Hago eso, exactamente eso, en
lugar de todas las cosas que podría haber hecho. No de un modo premeditado. No
sabiendo lo que sería después. No sabiendo
cómo una puede llevar algo a un punto tan absurdo o patético para con una misma
que no sea capaz de salir con la cabeza alta del esperpento generado. Ni siquiera con cabeza. No
sabiendo cómo llegó hasta ahí. No sabiendo cómo en un punto de no retorno a
todo.
Una vez sobrepasado el límite de
lo absurdo ¿cuántas veces más se puede sobrepasar? ¿cuántas veces más una alimaña? Una vez sobrepasado
cualquier límite. Una y cuántas más la empatía, y toda y cada una de las
certezas que nos devolvían los ojos que nos miraron. No todo da igual.
El tiempo vivido, no hace más que corroborar que de la propia conciencia es
de lo único que no nos libramos.
Larga vida a la penitencia.
Larga vida a la penitencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ellas/os también silbaron.