martes, 11 de septiembre de 2012

El título me da igual.


La necesidad de salir corriendo a toda pastilla, dejando una estela de mierda sideral a mi paso. Esto  último de un modo no voluntario, qué más quisiera yo que así no fuera. Habérmela traído toda conmigo. Tal y como la llevé.
Mía es. Tuya no.
Tanta tienes. Tanto vales.
Así, no. Así, no. Lo sabes.
Mientras, dentro todo bulle. Desgarro. Inquietud. Miedo. Agobio. Ansiedad. Contradictorio querer estar y no estar. Contradictoria el deseo de inmovilidad y a la vez el de salir corriendo.
Paralizante.
Así, no. Así, no. Y lo sabes.
Tetania cardiaca.
Ahora vas y lo haces. Y voy y lo hago. Hago eso, exactamente eso, en lugar de todas las cosas que podría haber hecho. No de un modo premeditado. No sabiendo lo que  sería después. No sabiendo cómo una puede llevar algo a un punto tan absurdo o patético para con una misma que no sea capaz de salir con la cabeza alta del esperpento generado. Ni siquiera con cabeza. No sabiendo cómo llegó hasta ahí. No sabiendo cómo en un punto de no retorno a todo.
Una vez sobrepasado el límite de lo absurdo ¿cuántas veces más se puede sobrepasar? ¿cuántas veces más una alimaña? Una vez sobrepasado cualquier límite. Una y cuántas más la empatía, y toda y cada una de las certezas que nos devolvían los ojos que nos miraron.  No todo da igual.
El tiempo vivido, no hace más que corroborar que de la propia conciencia es de lo único que no nos libramos.
Larga vida a la penitencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ellas/os también silbaron.