domingo, 29 de mayo de 2011

Azúcar.

Han pasado seis días desde la vuelta a esta tierra extrema y dura (que ni lo uno ni lo otro), suficientes para que se instauren las rutinas de siempre. Los días se suceden, suceden y me dejo suceder ahí fuera con ellos deslizándome en el transcurrir de las horas como si llevara puestos unos patines. Braaarr, braaarr, braaaaaarr más o menos así es como suenan las ruedas al deslizarse sobre el gris adoquín de las calles de este Casco Antiguo. En la cueva suenan distintos: griirrr, griirrr, griiiirrr, griiiiiirrrr, como si chirriaran y amagaran un gruñido, a veces incluso las ruedas parecen cuadrarse. Es en casa que dejan de sonar: aquí está todo como mullido, es como deslizarse sobre algodón de azúcar si acaso, es como el sonido de peta zetas con cosquillas incluidas en el cielo de la boca, los días con hiperglucemia es como levitar sobre terrones de azúcar, porque no hay gravedad y la única ley física que existe es la de la piel que delimita los continentes, ésos que guardan los contenidos.

(¡Qué no me empalago, oiga!, yo que soy más bien vinagre.)

4 comentarios:

  1. He de confesarte que necesito más lectura. Me aplicaré.

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  2. Dulce, dulce, dulce...Silbante...dulce el deslizarse por la piel del hogar caliente...
    besos y a seguir deslizando los dedos por el teclado..esos sí que suenan bien suaves.
    EVA

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  3. jajaja... te imagino dando pasitos lentos como los astronautas en el espacio con caramelos peta zeta ;))

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Ellas/os también silbaron.