domingo, 29 de agosto de 2010

Tú a Boston y yo a California.

Primero me fui yo y volví, después te fuiste tú y también volviste, ahora me he vuelto a ir yo y regresaré mañana.
Las dos sabemos que en algún punto de estas huidas de todo, de este algo más de un año tan complicado por todas partes, de esta saturación de problemas, el pensamiento de no volver como un relámpago nos ha atravesado la cabeza, produciendo momentáneamente un cortocircuito neuronal mayor del que ya había que impulsaba a la no vuelta como una liberación.
Ayer me dijiste que de Madrid - a mitad de tu camino de regreso - te hubieras ido a cualquier lugar. ¿Dónde? - te pregunté. No sé. - me respondiste. ¿Sola? - te pregunté. Sola - me respondiste, y no me lo tomé como algo personal aunque me hubiera gustado que hubieras dicho que me fuera contigo, y cree que me vi haciendo la maleta sin pensármelo dos veces para empezar de nuevo en cualquier sitio, pero me puse en tu piel, en tu situación actual y te entendí. No me extraña - contesté, entendiste que yo también había pensado en cualquier lugar en algún momento y te callaste.
Si no hubiera sido porque supongo que después el relámpago siguió una trayectoria parecida en tu anatomía y en la mía, desatando una tormenta de sentires es posible que tú te hubieras ido entonces a Boston y yo mañana a California.

1 comentario:

Ellas/os también silbaron.