domingo, 18 de julio de 2010

Viaje Exprés

El fin de semana ha sido de aupa, con la agenda totalmente ocupada, algo más de 30 horas no dan para mucho más, así que ha habido que organizarse bien.

Sábado mañana, mi madre me recibe con esa gran sonrisa suya, nos abrazamos, nos besamos, hablamos, nos reímos. Hemos quedado a las 13 con E, mi hermana mayor, a quien si no fuera mi hermana y nos hubiéramos cruzado en la vida también tendría como amiga, se han comprado un piso y vamos a echarle un vistazo. E se tiene que retirar pronto que mi sobrino impone horarios. Cañas y tapeo con mi madre, paso por casa para siestear que nos da tiempo para a las siete irnos a casa de C, mamá de la cumpleañera.

Imperdonable hubiera sido perderse el tercer cumpledías de mi sobrina. Me enternece hasta el límite de poder deshacerme de lo blanda que me pone cuando me llama por mi nombre y me dice que me quiere, la quiero con una forma de querer que descubrí hace tres años cuando llegó a la Bola del Mundo, querer que ha seguido creciendo con ella y con la llegada de mis otros dos sobrinos. Qué pena me da perderme su diario.

Sábado noche, quedo con las cuñis. Hacía tiempo que no las veía, esta vez no tenía excusa, pendiente estaba desde hace mucho la visita a su nueva casa, se mudaron al poquito de venirnos nosotras aquí, fuimos vecinas puerta con puerta algo más de un año. Están muy bien ¡me alegro tanto!. Nos ponemos al día, echamos unas risas acordándonos de las barbacoas que hacíamos y anécdotas varias que vivimos en El Palomar, nombre que pusimos a esos dos áticos contiguos. Nos vamos a dar una vuelta por Chueca, hace mucho tiempo que no salgo por el ambiente, el de Badayork es decadente y prefiero ni pisarlo. No ha cambiado nada es como si el tiempo se hubiera detenido allí hace dos años. Saludo a más de una cara conocida de las asiduas de antes, que parece ser que siguen siendo también las asiduas de ahora.

Encuentro ocasional con C, que parece como siempre salida de un cuadro de Julio Romero de Torres, después de un par de copas declino su invitación a desayunar, la última invitación a desayunar que no decliné fue de mujer estupenda, y antes de la suya no declinaba nunca las de C, ni ella las mías.
Retirada a tiempo antes de que sea incapaz de retirarme, que me conozco y me puede sorprender la luz del día saliendo de algún garito.

Domingo, me levanto relativamente pronto desayuno con mi madre, y nos vamos a ver el piso de T mi hermana pequeña, por fin se lo han dado después de casi 4 años de espera, lo que me hace pensar que mi madre cuando se vaya T se va a quedar sola en casa, cosa que me preocupa mucho.
Nos juntamos para comer toda la familia, mi madre, mis tres hermanas, mis tres cuñados, la niña-los niños de mis ojos-mis tres sobrinos. Disfruto de la comida, de su compañía, de que estén siempre, de que estemos, y sepamos que vamos a estar para lo que sea.

Como siempre me ha faltado tiempo para estar más con ellos, es por eso por lo que a pesar de estar muy bien aquí no hay día en que no piense en volver a vivir a Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ellas/os también silbaron.