sábado, 2 de febrero de 2019

Sobre despertar

Cuando me despierto paso un rato tumbada en la cama pensando en cómo es la vida ahora, ya no lloro, pero a veces sí. Pasado un tiempo que es variable según el día, me digo: ¡Vamos, s! ¡arriba! ¡venga! Entonces me siento en el borde de la cama con los pies descalzos sobre el suelo. Todavía a oscuras permanezco así unos segundos como si me costara incorporarme a la vida cada mañana y aún así quiero sentir más que nunca lo que sea, que no sea lo de la última temporada, igual que siento el frío del terrazo en la planta de los pies.
- ¡Vaaamos, S! ¡Arribaaa! ¡Vengaaa! - me digo de nuevo. 
Pulso el interruptor que enciende la luz corazón de la pared, todo es rojo tenue ahora. Pienso, mientras me pongo unos calcetines naranjas que saco del último cajón del helmer que hace las funciones de mesilla, que lo rojo tenue está bien. Estiro el brazo, cojo de encima de la cómoda la sudadera azul con capucha que uso para ir por casa, me la pongo. Miro la hora en el móvil; hoy tampoco fui capaz de llegar a dormir hasta la hora que marqué como meta, tal vez mañana. Llevo mis manos a ambos lados de la nariz formando un triángulo oblicuángulo con un vértice superior que es la unión de las yemas de los dedos índices y corazones, desde el espacio entre las cejas deslizo el vértice dactilar hasta el puente de la nariz donde se deshace ese triángulo para recorrer con los dedos los párpados inferiores, de dentro hacia fuera y al revés, dos, tres, cuatro veces. Abro los ojos del todo. Me peino hacia atrás con la mano derecha. Me calzo las zapatillas de rayas, y es en ese momento cuando me quito los tapones de los oídos para dejar de escuchar tan nítidos mis pensamientos, los pongo en su caja de plástico, redonda, transparente, morada ¡clic! cierro la caja con los tapones y los pensamientos dentro. Y entonces sí, me pongo en pie, subo la persiana, abro la ventana, entra la luz gris de febrero, se cuela el viento, apago el corazón de la pared, y ya nada es tenue. Desde el cuarto de baño oigo los pensamientos ruidodos pugnando por salir de la caja, antes o después la abrirán.

3 comentarios:

  1. Incapaz de deshacerme de mis pensamientos estoy intentando aprender a vivir con ellos, porque eso de "oídos sordos", no funciona.

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  2. No funciona, no. Parece más bien que se agudizara la audición. Lo que hay que tratar es de eliminar el ruido, yo estoy en eso. Un abrazo, dintel

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  3. Todo es entendernos a nosotros mismos, desde el interior. Quizá así nuestra cabeza haría menos ruido. Un besote y me quedo!

    www.somosfuego.blogspot.com

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