lunes, 19 de octubre de 2015

Llamadme desenfreno

Llevo desde el viernes con fiebre, no todo el tiempo, a ratos. Despierto con fiebre por la mañana y de la siesta también. Pero dormir me hace bien, pese a que despierte como si llevara un buen globo. Es raro, porque no me siento mal del todo moviéndome en el búnker, pero esta mañana traté de ir a comprar palmeras de chocolate. No llegué. Empezó a diluviar de nuevo y me mareaba, pensé quién me recogería si me caía en un charquito, concluí que nadie, porque el barrio estaba desierto. Así que, chinu chano, volví sobre mis pasos. Mira que tengo antojo de palmera de chocolate desde el viernes, pero no, no pudo ser. 
Me parece una mierda que sea el fin de semana que libro el que me pase esto, y por otro lado me alegro porque no sé qué hubiera sido de mí si hubiera trabajado. Bueno, sí. Hubiera sido igualmente.

He empezado a estudiar hace dos semanas, pero voy a tener que dejarlo porque no me da la vida. Me he sobrevalorado. Ni soy Batman ni tengo capita. Pensé que iba a poder con eso de salir de casa a 8:00 de la mañana y llegar la 1:30, pero no, sobretodo porque voy pasada de vueltas y de las horas escasas que tengo para dormir, duermo la mitad. Claro, así he hecho plof cataplof esta semana. La gente de clase ha creado un grupo de whatsapp en el que yo apenas participo, porque me aburren un poco los grupos y como esa disponibilidad inmediata que supuestamente tienes que tener. Me llama la atención que en un grupo de gente tan heterogéneo, no sé, hay desde chavales con 19 años que viven con sus padres, hasta treintañeros o cuarentones como yo, que han dado muchas vueltas, gente con trabajo la menos, eso sí, pero vamos que cada uno viene como de un planeta distinto, pues a lo que iba. Me sorprende que desde el primer momento se planteen quedar para barbacoas, dar una vuelta, salir el fin de semana, y la gente quede. Creo que estamos muy solos. Lo que no quiere decir que yo esté muy acompañada, solo que me sorprende.

Hoy no he hecho absolutamente nada. Hiberné. Me automediqué con todo lo que entallé, aquí no se puede decir lo de cuchara de palo. Le solía decir  a L., que se notan los años también cuando en el botiquín de casa no estaba solo el paracetamol y el ibuprofeno de cuando nos conocimos, sino remedios para casi todo lo que te pueda pasar. Cociné para toda la semana eso sí. La cosa es que después de cocinar tanto, no tengo hambre. Solo me apetece chocolate. Así que me estoy comiendo unas chocolatinas caducadas que han aparecido en un armario y que se me pasó darle a mi sobrino S., el año pasado. Son chocolatinas con el dibujo de Rudolf o Papá Noel ¡hop, hop,hop! Total.

Hablo por teléfono con el Oeste más de una hora, pero también me aburre hoy hablar por teléfono. Nunca me ha gustado el teléfono. Me acuerdo cuando a Y. en casa de sus padres le ponían un candado en el teléfono de rueda, para mí era un alivio. "S., que llama tu noviaaa" -  decía mi madre un porrón de veces al día y yo ya sabía que no iba a poder retomar lo que estaba haciendo hasta pasadas dos horas al menos. Ahora ya, no se pueden usar candados y la gente tiene unas tarifas planas del 15. A mí de doscientos minutos me sobran más de la mitad. Tan solo me han faltado cuando he tenido una historia de amor amor, en la distancia, que son un rollo también, más si eres como yo de hablar poco por teléfono, y te tienes que contar cosas tan insustanciales como lo de las chocolatinas o el antojo palmeril. En fin, un suplicio porque a veces no tienes que contarte. Si te llaman y no hablas mucho, por qué no hablas, que si estás rara, que si qué pasa, que si estás fría, que si no me quieres, que si, que si, que si... Drama mode. Total, que al final tienes que estar pegada al teléfono más tiempo de lo que esperabas,  de haberlo sabido hubieras hablado como una cotorra desde el principio.  Alguien debería desarrollar la App Candado.
Agradezco, hoy, no tener a nadie en lontananza.
Me voy a hibernar.





4 comentarios:

  1. abrazo curasanapatitaderrana.
    sin teléfonos, oh, yeah.

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  2. me he redido leyendo lo de del candado y lo de las conversaciones intrascedentes sobre antojos palmeriles, y siento tan bien reirse cuando tienes la cara llena de lagrimas...

    las relaciones a distancia son una mierda y el wasap tb...repite conmigo...UNA CACA QUE CAGO LA VACA

    GRACIAS, por la sonrisa
    elena

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  3. bueno, espero que ya estés totalmente recuperada y dando guerra. sobre las relaciones a distancia... al final lo que fallan son las personas, no la distancia que siempre se puede acortar. el whatsapp a veces me desborda con los chats asi que le guste o no a la gente, respondo cuando puedo y me apetece, no quiero ser esclava de esa virtualidad.

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