domingo, 11 de mayo de 2014

Un clavel

Esta noche me han regalado un clavel reventón. No he sido consciente de:
1 - Lo muchísimo que me gusta que me regalen flores
2 - No tener recuerdo de hace cuanto nadie me regalaba una flor, y lo que me gusta.
Hasta el momento en que me he visto con la flor en la mano, y luego detrás de la oreja, y después en un ojal de la camisa. Vamos, que me ha gustado. Mucho.
Todo eso teniendo en cuenta, que no me la ha regalado nadie que fuera especial para mí ni siquiera alguien que conociera, una anónima o amónima.

Muchas veces he pensado en tener siempre flores frescas en casa, pero en realidad lo que a mí me gustan son los cactus, y de esos hace también tiempo que no tengo ninguno, ahora por los sobrinos pequeños y el miedo a que se dañen, antes por la hermana de L.

Mi sobrino, el pequeño Lama me borra el nombre, mi grado de ensanchamiento/satisfacción es directamente proporcional a las veces que me nombra.

Adoro el modo en que la luz empieza a desaparecer sobre el edificio que está justo en frente del sitio en el que ahora trabajo. Mataría por vivir ahí, pero si viviera allí,  no vería a diario como anochece sobre mi cabeza. Toda esa belleza, me la perdería. La seguiría disfrutando alguien como yo, que no sería yo, pero que a diario desde su puesto de trabajo imaginaría, igual que yo lo hago, que sería mágico vivir en un sitio sobre el que el cielo adquiere cuando empieza a anochecer esas tonalidades. ¿Sabrán los habitantes de ese edificio que tienen una luz cuando comienza a anochecer, e incluso antes, sobre sus cabezas, que no se parece a nada, que es ese cielo de Madrid  lo que a muchos nos hace soñar y querer seguir aquí? Seguramente, no. Ellos soñarán con las luces de otras tardes declinando sobre cualquier otro sitio, o no, a lo mejor ni siquiera eso. Tampoco la magia es mensurable, ni siquiera algo objetivo, y yo que últimamente no dejo de encontrar  tanta magia en todo, como en este clavel reventón que ahora está sobre la mesa.

Lo que sueñas vuela...


1 comentario:

Ellas/os también silbaron.