"La vida es vana,
Un poco de amor,
Un poco de odio,
Y luego buenos días..."
Zenobia Camprubí Aymar
Me cuesta hacer cosas sola. Me da pereza el pensamiento de yo andando por la calle camino de hacer cualquier cosa que tenga que hacer, aunque, en realidad, salvo para salir por las noches que para eso sí... He estado muchos años acompañada, pero haciendo sola todo el resto de vulgaridades que hay que hacer en esta vida para que sea llevadera o más cómoda. Léase, hacer la compra, bancos, papeleos varios, solucionar todos los imprevistos marrones que hayan ido surgiendo y todo eso que forma parte de la vida de una persona corriente. Nada extraordinario. Supongo que como que haga o deshaga ahora solo me afecta a mí y no facilita o complica la vida de nadie más, pues me da un poco lo mismo.
Estoy un poco seta.
Estoy un poco seta.
Me doy cuenta de todo lo que me gustan los trabajos que se realizan con las manos porque, pese a ser manuales, me mantienen totalmente concentrada sin pensar en nada más. Me gusta, por ejemplo, la fontanería. Hoy tuve que cambiar el mecanismo de la cisterna, la llave de paso de agua del lavavajillas y el grifo de la cocina. Es tan sencillo todo: llaves de paso, latiguillos, llave inglesa, desenroscar, cinta de teflón, enroscar. Et voilà! La vida podría ser un poco así. Que hay fugas de amor; teflón. Que afloja o aprieta; llave inglesa. Que se acerca o aleja; cambiar el latiguillo. No sé qué está pasando últimamente con el agua y mi vida. ¡Chap, chap!
La mujer del estanco me pregunta siempre, "¿Qué deseas?" No responde nunca a mi "Hola" o "Buenos días", sólo pregunta eso. Yo creo que un poco omite la palabra coño entre "qué" y "deseas", que lo que realmente quisiera decir es, ¿Qué coño quieres? Eso que se ha quedado mordido en la lengua de todo el que trabaja cara al público, en alguna ocasión. Le pido las dos cajetillas de tabaco (por favor y gracias) y me voy por donde vine, siempre (hasta luego), pero también siempre se me forma la imagen de una genia gruñona que es ella, saliendo de una pipa de agua, capaz de concederme todo lo que deseo (ahí la tienes, con lo malasombra que es). Vuelvo entonces a casa, caminando despacio atravieso el parque mirando un poco al cielo, un poco a los niños jugando, un poco al agua estancada en el laguito artificial, pensando en qué deseo. Hoy no sé qué deseo, otras veces tampoco. Creo que tengo el deseo anulado. Y eso es bien o mal, no sé.