He conseguido levantarme de la
cama, no hubiera salido de allí en todo el día. He dormido y no he dormido. Muchos
minutos pensando que ojala me durmiera, y parara todo, que no fuera consciente
de las cosas que me duelen. Ni de ti. Ni de la necesidad de que me quieran y no dejarme
querer. Ni de la soledad. Esa soledad tumbada encima de mí, aplastándome.
Estaba allí tumbada, debajo de la soledad, en la soledad absoluta. Los
pensamientos, con los tapones de goma espuma puestos, estaban siendo demasiado
ruidosos. Un ruido amplificado que no
soporto. La goma espuma ni espuma ni amortigua nada.
He pasado veinticuatro horas fuera de casa, de
bar en bar. Así ha sido. He echado de menos que alguien me dijera vamos a casa,
yo te cuido o vete a casa s. porque esto te sobrará mañana. Realmente no me dejo cuidar, no me dejo nada.
He llorado en horizontal,
buscando la postura imposible que me llevara a la amnesia, porque quiero ser muchas cosas que no soy. Alguien
con dignidad por ejemplo o con una dignidad como la tuya. Alguien distinto, capaz de coger la vida, la mía, y hacer por fin algo con ella. Alguien que no huye.
Al padre de R, le han detectado
un tumor. Me llega un mensaje de ella a una hora en que yo debería estar ya en casa, pero aún estoy bebiéndome la no vida. Luego me da vergüenza
llamarla porque soy consciente de golpe del estado en qué me encuentro, pero no puedo evitar descolgar el teléfono
cuando llego a casa, y es mi madre, que me envía a dormir preocupada. Ahora me da vergüenza también hablar con ella.
Igual que me pasa contigo.
He tenido la sensación de no
tener garganta, de que está el cuello vacío por dentro. He tenido que carraspear, varias veces, para comprobar que no ha venido nadie y ha cortado desde la base del cráneo
hasta por encima de los hombros y ha dejado la nada, ahí en medio, una cabeza arriba que no para, y La matanza de Texas sobre el colchón, todo tan desgarrador. Me he llevado las manos al cuello para confirmarlo. He pronunciado dos o tres palabras absurdas, inconexas, para oír mi voz.
La tengo pero no parece la mía, es como si hablara otra.
Tengo miedo. Mucho. Y esa sensación de desprotección, de desamparo. Ansiedad también. Vacío.
Pienso que no pasa nada por pasar
de nuevo Noche Buena y Navidad, aquí sola, de verdad que lo pienso, pero en el
fondo (muy en el fondo). No pasará nada como el año pasado, pero mientras me entristece pensarme aquí sola. Pasará, lo sé. Tampoco me puedo quejar porque en mis manos ha estado que esto vuelva a
ser así.
Pienso en mi padre, la
conversación del sábado por la noche con R. me hizo acordarme mucho de él.
Pienso en cómo se hubiera plantado aquí y me hubiera llevado. Me hubiera dicho
que lo primero es estar bien. Me hubiera dicho deja esa
vida y vuelve. Me hubiera dicho mándalo todo
a la mierda y vente, yo te cuido. Se valiente, todo va a ir bien. Me
hubiera dicho todo eso sin decir nada. Se hubiera plantado aquí con una empresa
de mudanzas. Hubiera hecho las cosas sencillas, y resuelto, sobre todo
resuelto, algo que yo no sé hacer. Más bien todo lo contrario, el talento
innato de complicar incluso lo más sencillo. Pienso en la última vez que le
abracé, y la última vez que he sido abrazada. Tengo ganas de llorar de nuevo.
Estoy harta.
Yo también soy s.
ResponderEliminarLa diferencia es que más cobarde ni bebo ni evito llamar de urgencia
A veces un canción explica mucho más que cualquier consejo.
ResponderEliminarUn abrazo
http://youtu.be/TAFGsOur8bQ
- AtaqueEscampe: De más valientes s. Es de más valientes la vida sin anestesias. Que tú lo sepas. Muchas gracias por pasarte.
ResponderEliminar- Sr. Chinaski, pedazo de regalo a modo de canción me has dejado. Preciosa. Te agradezco infinito. Y sí la música siempre explica. Gracias, muchas gracias de nuevo.
ResponderEliminarAbrazo de vuelta.
A ver...acabo de ver tu entrada. Antes de leerte sólo se me ocurre escribir "por fin". Cuando te lea, ya te cuento.
ResponderEliminar:)