Hay diez años sin verse que desaparecen en una coincidencia, como si se fueran por un sumidero. Desencajarse tras la primera visión para rápidamente recomponer compostura, llegar al acuerdo - sin pactarlo - de ser benévolas, quedando el rastro del paso del tiempo en los rostros omitido de la conversación, que por algo habrá sido, que dos se dieron de bruces con la imagen sin espejo de cómo es que te caigan diez años de golpe, sin el día a día que nos acostumbra. Abrir la boca para mentir, mejor callarse.
Hay cosas que no cambian como que siga pensándose la gran seductora y claro, yo la eterna gran seducida, para qué cambiar roles a estas alturas. Total, diez años más no bastarían.
- ¿Qué hubiera pasado si..? ¿dónde estaríamos si...? ¿cómo de distinta sería nuestra vida si...? - pregunta, animada por el vino .
Demasiados condicionantes y mucho punto suspensivo, pienso, mientras no disimulo que te escudriño. Paso palabra.
Demasiados condicionantes y mucho punto suspensivo, pienso, mientras no disimulo que te escudriño. Paso palabra.
Tengo que confesar ahora, que en el momento que siguió a aquel empujón que me fue dado, en el que invadí espacio vital, me pasó por la cabeza a velocidad de vértigo la loca idea de besarte, solo para desmitificar de una vez por todas también los besos, pero vértigo no sólo tuvo la velocidad de la idea, y no quise dar alas que de eso sigues sobrada. Quién vuela una vuela ciento, y quién dice vuela dice cualquier otra cosa.
No empezar a contar de nuevo.